El nacimiento de un alfa

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Ser el primogénito nunca fue sencillo. Desde muy joven mi padre siempre esperó que fuera todo lo que él ansiaba y más, pero a la vez que no fuera tanto como él. En nuestra manada, el titulo de Alfa se gana retando y matando al Alfa actual, por lo que, para mi padre, yo debía ser un ejecutor perfecto, mejor que cualquier otro de nuestra manada o de cualquier otra manada, pero sin aspiraciones o fuerza suficiente para retarlo y robarle su adorado puesto.

Se jactaba de tener el ejecutor mas fuerte, fiero y fiel de todas las manadas y no dudaba en echarme a los "lobos" para una buena pelea siempre y cuando diera un buen espectáculo y ganara. No sé si habría sido cierto, pero siempre tuve la sensación de que si hubiera perdido dejándolo en riduculo, mis días habrían terminado de una forma violenta y rapida.

Ser el hijo del Alfa conllevaba obligaciones como aprender todo antes que el resto de jóvenes, cosa que nunca fue un problema para mi. Gracias a mi genética alfa era el más grande, alto y fuerte de todos los jóvenes de mi edad, incluso más que algunos más mayores. Al principio fue emocionante. Todos en la manada me miraban con respeto aun siendo más joven. Tenía privilegios para conseguir ciertas cosas como comida, ropa o entretenimiento. Y cuando fui algo más mayor, hembras.

Sí, sin duda fue emocionante... hasta que las cosas comenzaron a complicarse.

Como miembro de la manada era consciente de que mi padre no tenia pareja oficial, pero siempre tuve la esperanza de que terminaría uniéndose a mi madre. Ella era una loba impresionante, la más fuerte de todas. Al no ser la Luna del Alfa, no tenían la exclusividad el uno con el otro, pero ella si la respetó siempre, cosa que no podía decir de mi padre. Muchas lobas pasaron por su cama, pero eran meros entretenimientos hasta que llegaba la superflua anual. Era entonces cuando mi padre llamaba a la ley del mas fuerte y convocaba una lucha por su simiente. Las lobas que pretendían ser la siguiente madre de la camada del alfa, luchaban hasta la muerte para poder ser fecundadas con el posible futuro alfa.

Mi madre tuvo que ver como el padre de su hijo, fecundaba a otras lobas mientras ella se recuperaba de su maternidad y se encargaba de que creciera fuerte y sano. Ella era consciente de que si perdía o era herida, me dejaría entre "lobos" que no dudarían en deshacerse de mi para aupar a sus propios vástagos. No era algo extraño. Mi padre nunca se ocupaba de sus hijos, hasta que cumplían la edad de comenzar el entrenamiento, y entonces, solo lo hacía para asegurarse de que fuéramos dignos herederos de su linaje. Los que no superaban sus expectativas, perecían por "defectuosos".

A los seis años, ya era tan grande como cachorros mayores que yo, y eso agradó a mi padre, pero a la vez hizo que intensificaran los entrenamientos sobre mi llevándome al limite. A veces, incluso, haciéndome pensar que sería el ultimo día de mi vida, pero siempre sobreviví y llegue a los quince siendo uno de los machos jóvenes más fuertes de la manada.

Fue entonces cuando mi madre volvió a presentarse en el combate y, por supuesto, lo ganó, consiguiendo ser fecundada con Shunsui, mi hermano menor.

Igual que me ocurriera a mi, Shunsui heredó fuertes características alfa de nuestro padre, pero no su carácter serio. Era un cachorro alegre y bromista, a pesar de sufrir los mismos pesares que yo. Mi madre, volvió a dedicarse a su cuidado mientras yo comenzaba mi escalada en la jerarquía de los ejecutores. Supongo que como cualquier cachorro, solo quería la aprobación de mi padre. Queria que me mirara de verdad, viendo el lobo en el que me estaba convirtiendo y que reconociera mi valía, pero nunca era suficiente. A pesar de presumir de mi ante los alfas de otras manadas, a pesar de presumir de mi por la gran genética que me había donado, siempre parecía mirarme con cierta decepción o rechazo, cosa que no comprendí hasta muchos años después.

Mi siguiente hermano llegó diez años después de Shunsui, Starrk, y con él, nuestra madre murió.
Durante los primeros años, odié a mi hermano. Él había sido el motivo de la muerte de mi madre. Él fue mi responsabilidad obligándome a hacer lo que solo las mujeres deberían hacer, crían cachorros. Mi padre dijo que Shunsui estaba en pleno entrenamiento y que yo, ya había aprendido mucho, que no sería nada un parón en mis entrenamientos, a pesar de que había sido el mejor ejecutor en las pruebas para entrar en el grupo que trabajaba codo con codo con mi padre.

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