La cura

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Miro con el entrecejo arrugado mientras Barragan no deja de reír a carcajadas. Realmente odio a este lobo y más cuando hace las cosas que hace y luego simplemente se ríe como si sus actos no tuvieran consecuencias o importancia.

En este caso, pude evitar la consecuencia más inmediata y evité caer en las redes de su hija, pero ¿que hubiera pasado de no haber sido tan fuerte? Ademas, soy consciente de que lo que sucedió en aquel callejón fue en parte por culpa de mi estado alterado, tras ese encuentro que solo acrecentó la intensidad de mi celo.

-No se lo tengas en cuenta, hijo.- Miro a mi padre y verlo sonreír con esa malicia característica de él, me hace gruñir bajo.- Muchas son las que quieren cazar al nuevo y joven alfa disponible.

-Tu aun lo estas...- Le digo a medio gruñido. Él alza las cejas y sonríe con suficiencia.

-Y lo seguiré estando por muchos años más. Aun no ha nacido la loba que me haga sentar la cabeza.

-Y si la hubiera, tampoco creo que lo permitieras.- Ríe de forma estruendosa Barragan. Me ha quitado las palabras de la boca.

-Ademas... yo tengo bastantes hijos como para asegurar mi descendencia genética.- Cuando habla lo hace con toda la intención a pesar de que solo tres de sus hijos sacamos una sangre alfa realmente fuerte. El resto de mis hermanos tuvieron la suerte o desgracia, según se mire, de salir con sangre alfa mas "diluida" como dice mi padre.- Deberías al menos plantearte tomar a alguna loba para tener algunos cachorros, si tanto quieres esperar a la correcta para unirte a ella.

-La naturaleza es la mayor perra de todas.- Dice Barragan con cierto tono amargado.- Nos ofrece el sueño de una compañera para toda la vida, destinada y que nos hará sentir completos, pero luego te la niega.

-No todos tienen la suerte de encontrarla.- Añade mi padre mirándome directamente.- Pensar en esa ilusión es cosa de niños o tontos, no de un alfa fuerte y responsable.- Posa una mano en mi hombro y se acerca más suspirando.- Los alfas no pueden soñar, Zangetsu. Tu obligación con tu manada es renunciar a un sueño a favor de una union fuerte y prolífica para tu manada, y así evitar que te vean como un líder débil.

-Y esa vendría siendo mi hija.- De nuevo la risa de Barragan me eriza el pelo por la rabia.

Odio estas reuniones con los otros alfas, más que nada porque todos o casi todos son de la vieja escuela y tradiciones, lo que es el motivo principal por lo que cree mi manada. Ver a Barragan no me sorprendió, ya que me había avisado de ello. Incluso después de enviarle un mensaje reprochándole la trampa que intentó hacerme, pero para él, ese tipo de actos son simples juegos de ajedrez. Sin embargo, ver a mi padre en mi territorio si que fue una sorpresa... desagradable.

Es la primera vez que viene desde que me independicé y soy consciente de que ha querido venir en mas de una ocasión, pero siempre logré mantenerlo lejos. Sé que aunque su lado paterno esta orgulloso a su modo de ver a su primogénito como alfa de su propia manada, de poder presumir de ello cuando pocos pueden hacerlo, pero su lado lobo alfa, reta al mio por el dominio absoluto.

Caminamos en dirección al edificio principal, ya que hemos estado comiendo en la cantina que tenemos para reuniones y comidas grupales, si no queremos la intimidad de nuestros hogares o tener que desplazarnos al pueblo humano más cercano.

-¿Como esta el asunto de los intoxicados?- La voz de mi padre ha perdido ese toque irónico y ahora es serio. Después de todo, aunque no tenga ningún intoxicado en su manada, podría tenerlo si esto se extiende.

-Estamos en ello.- Le digo sin querer mencionar al pequeño Kuchiki.

-Mis rastreadores te han "servido" para ayudarte.- Cuando veo su mirada, sé que no solo se refiere a la labor de rastreo. Él sabe desde siempre la relación que tengo con Masaki. Odio cuando hace eso.

MANADA IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora