El Despertar De La Masacre

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A la mañana siguiente, el refugio improvisado estaba sumido en el silencio, apenas roto por el sonido de DMT despertando lentamente en el sofá. El sol ya iluminaba la estancia, y a su alrededor se sentía la calma de la mañana, aunque su cabeza parecía martillarle cada segundo. Con una mueca, DMT se llevó una mano a la frente, sin recordar del todo cómo había llegado de vuelta.

-¿Pero qué..? -murmuró entre bostezos y dolores de cabeza.

Aria entró con una taza de café en la mano, sonriendo al verlo medio desplomado en el sofá. Al notarla, DMT frunció el ceño, algo confundido.

-¿Te sientes vivo o medio muerto? -preguntó Aria, burlona, ofreciéndole el café.

-Ugh... me siento como si me hubieran atropellado diez veces. ¿Por qué me duele todo? -respondió él, mientras aceptaba la taza y se recostaba, intentando aclarar su mente.

-Te dolerá el orgullo, más que nada -replicó Jachako, asomándose desde la cocina con una sonrisa pícara-. Anoche fuiste la estrella del show, literalmente.

DMT cerró los ojos, tratando de recordar entre fragmentos borrosos.

-¡No puede ser! Solo bebí una copa... ¿o no?

-Solo una, sí -interrumpió Cristolio, uniéndose a la conversación-. Pero parece que en ti esa una copa tuvo el efecto de diez. Créeme, nunca te habíamos visto tan... alegre, por decirlo de alguna manera.

Jak soltó una carcajada desde el otro lado de la habitación, donde estaba revisando unas cajas de suministros.

-¡Alegre es poco! DMT, intentaste enseñar a bailar.

DMT soltó un quejido, avergonzado y confundido, mientras se tapaba la cara con una mano.

-Por favor, díganme que no hice nada de lo que pueda arrepentirme.

Aria sonrió, sentándose en el brazo del sofá.

-Bueno, aparte de confiscarte las llaves antes de que decidieras hacer una carrera en el estacionamiento de la boda... no, nada demasiado grave.

DMT suspiró, resignado a aceptar el inevitable bombardeo de bromas. A pesar del dolor de cabeza, una pequeña sonrisa comenzó a formarse en su rostro al ver a todos de buen humor, riéndose y bromeando a su costa.

-Oigan, al menos alguien debió disfrutar, ¿no? -dijo DMT, tratando de defenderse.

-No te preocupes, por como nos cuenta Aria, la pasaste bien -replicó Cristolio-. Y más aún verte en una faceta que rara vez dejas ver. Creo que hasta Aria se sorprendió.

Aria rió, dándole un ligero golpecito en el hombro.

-Sí, claro. Pero la próxima vez, te dejo ahí y que alguien más se encargue de ti. Ahora sabes lo que es ser "el alma de la fiesta", DMT.

DMT soltó una risa, y a pesar de la resaca, sentía que esa pequeña vergüenza compartida había sido algo positivo. Entre bromas, risas y un desayuno que eventualmente compartieron todos juntos, el equipo se sintió, por un momento, como una verdadera familia.

Mientras el equipo compartía el desayuno, el ambiente ligero ayudó a aliviar las tensiones que habían acumulado días atrás. Sin embargo, DMT, aunque participaba en las bromas y risas, tenía la mirada perdida a ratos. Cada bocado de comida parecía una excusa para sumergirse en sus pensamientos, y aunque intentaba ocultarlo, Aria lo notaba.

Cuando terminaron, Aria tomó la iniciativa y comenzó a recoger los platos mientras los demás seguían charlando. En un momento, mientras pasaba junto a DMT, murmuró en voz baja para que solo él pudiera escuchar:

Traiciones Y Redenciones: La Historia Del Escuadrón MKIV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora