El amor.
Una mezcla de sentimientos y emociones.
La droga más adigtiva.
El elemento más poderoso.
Y el arma más destructiva.
El humano ha encontrado muchas formas de describirla y aun así para el propio ser sigue siendo un enigma, tan misterios...
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- ¡Quien fue! - Le grito a los adolescentes amontonados haciendo un círculo alrededor de los cinco chicos tumbados en el suelo. Identifico a los que estaban cerca de su hijo por verlos rápidamente. Una chica castaña, un muchacho pelirrojo inconsciente, uno alto de cabello rizado y el imbecil del morocho. Se distraía buscando al culpable, aquel que se atrevió a tocarle un pelo a su hijo iba a pagar, le caería todo el peso de la ley el de su puño. Podría perder su puesto como capitán incluso su trabajo. - Fue Reaper?, ¡habla!. -
- Error, calmate. - Science nervioso lo separó del joven que tenía agarrado de la camisa. El hombre perdió la cabeza y lo único que lograba con sus extorsiones era alterar a los alumnos.
- Escuchame. - No le tembló la mano para ir directo al cuello del director. Los títulos le importaban un carajo, él mandaba sobre todos y Science era un peón que podía descartar en cualquier momento si así lo desea. - O me dices quien es el culpable o yo lo encontraré y tu te iras con él a la cárcel por obstrucción de la ley. - La voz ronca hacia vibrar sus cuerdas vocales. Alguien desató la ira del dios y lo que se vendría sería mucho peor.
- N- no lo sé... Yo no lo sé. - El miedo a perder la vida lo hacía llorar. Muy pocos conocían la capacidad de su locura. La locura de un padre asustado por la idea de perder a su estrellita.
Otra patrulla llego al área. Alguien más marco pidiendo una para calmar al señor Queen.
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Tarareando una tonada se encontraba organizando todo en su oficina. Sentía como si fuera ayer que Error vino a destruir su lugar de trabajo. Le daba tanta nostalgia el pasado. Recordar los males de ese hombre, aun no sabía cómo acepto volverse padre tan fácilmente si en un principio se negaba a esa idea absurda, no le gustaban los niños para nada. No dudo jamás de que fuera un gran padre, pero tenia heridas del pasado con las que cargaba. El sufrimiento lo atormentaba constantemente y acechaba la culpa. Por las grietas de su mente escapaba la sangre y se regaba en el piso.
Casi se le baja la presión cuando la puerta fue abierta con tanta fuerza que azotó contra la pared haciendo un hoyo. Eso iba a salir caro de arreglar.
- Error. - Reclamo sujetando su pecho, aplacando al pobre de su corazón que casi se le sale del susto. - No podrías tocar como una persona normal? -
- Necesito que me ayudes. - Hablo con gran apuro. Desde ayer no sabía nada del albino. Se negaba a entrar al cuarto donde lo pusieron. Solo usaba a los enfermeros para sacarles información y los amenazaba con que si a su hijo le pasaba algo los metería a la cárcel a todos, intentaron sacarlo luego de las instalaciones pero ni los guardias eran capaces de hacerle frente.