Capítulo 2

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El Secuestro
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Aurora despertó bruscamente en medio de la noche, con la sensación de que algo estaba mal. El miedo la envolvía como una neblina, y antes de que pudiera reaccionar, una sombra se deslizó dentro de su habitación. Fue rápido, silencioso, y en un instante, una mano firme cubrió su boca, sofocando cualquier grito que intentara escapar.

Sus ojos se encontraron con los de Stefano, esos ojos grises que la habían estado acechando desde las sombras durante semanas. Su corazón latía con fuerza, el terror la mantenía inmóvil mientras él la observaba con una intensidad fría y calculadora.

—Eres mía, Aurora —susurró Stefano, con una voz cargada de una oscura posesividad—. Siempre lo has sido. No voy a dejar que nadie te tenga.

Antes de que pudiera siquiera intentar resistirse, Stefano la levantó de la cama con una facilidad alarmante. La ató con cuerdas de manera eficiente y la amordazó, sus lágrimas comenzando a fluir mientras él la sacaba de su apartamento en la oscuridad de la noche. Aurora intentó luchar, intentó resistir, pero Stefano no le dio oportunidad alguna. La metió en el asiento trasero de su coche negro, y ella solo podía mirar con desesperación mientras las calles de la ciudad desaparecían detrás de ellos.

El silencio en el coche era sofocante. Aurora observaba con miedo cómo Stefano mantenía su mirada fija en la carretera, sus manos firmemente sujetas al volante, como si condujera con un propósito claro. La oscuridad de la noche se mezclaba con la del alma de Stefano, una oscuridad que Aurora apenas comenzaba a entender.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, el coche se detuvo frente a una enorme mansión rodeada de altos muros. Aurora sintió un nudo en el estómago mientras Stefano bajaba del coche, caminaba hacia ella y abría la puerta. La sacó del vehículo con la misma facilidad con la que la había secuestrado, llevándola a la fuerza hacia el interior de la mansión.

El interior era tan imponente como el exterior, con suelos de mármol y luces tenues que apenas iluminaban el camino. Stefano la llevó por un largo pasillo hasta una habitación aislada. Allí, la obligó a sentarse en una cama grande y elegante. Con cuidado, le quitó la mordaza y las cuerdas, pero su dominio sobre ella seguía siendo absoluto.

Aurora, con las lágrimas aún corriendo por sus mejillas, lo miró aterrada mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo. —¿Por qué? —preguntó en voz baja, su voz quebrada por el miedo—. ¿Por qué me haces esto?

Stefano la observó en silencio durante unos segundos, sus ojos grises fijos en los de ella, antes de acercarse. Se inclinó hacia ella, atrapando su rostro entre sus manos, obligándola a mirarlo. Sus labios descendieron sobre los de ella en un beso intenso, desesperado. Aurora intentó apartarse, pero Stefano no se lo permitió. El beso estaba cargado de una mezcla de pasión y control absoluto.

—Eres mía, Aurora. —Su voz era baja y firme cuando se separó de ella—. Y no dejaré que nadie, ni siquiera tú, cambie eso.



"Espero que este segundo capítulo las envuelva en un mundo de emociones y las deje con ganas de más."

         
                  "Agradezco enormemente a Nicol y Cristian, quienes me brindaron su apoyo incondicional y sus conocimientos en [creación de este libro]."🦋

ENREDADOS EN LA OSCURIDAD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora