La Llegada de Lizeth
La vida en la mansión Moretti había tomado un ritmo incómodo, lleno de silencios incómodos y miradas furtivas entre Aurora y Stefano. La tensión entre ambos, aunque oculta tras una fachada de normalidad, era palpable. Sin embargo, la llegada de Lizeth irrumpió en la tranquilidad frágil que se había asentado.
Lizeth era una joven morena de complexión delgada, con pocas curvas, una nariz ligeramente curva y dientes perfectos, aunque no del todo blancos. Su actitud vulgar y su lenguaje directo dejaban claro que no encajaba en la opulencia de la mansión Moretti. Era la hija de una de las empleadas más queridas de Stefano, una mujer que había servido fielmente a la familia durante muchos años. Cuando la madre de Lizeth enfermó gravemente, Stefano permitió que la joven se quedara en la mansión, una decisión que Aurora inicialmente vio como un acto de compasión, sin sospechar lo que estaba por venir.
Desde el primer día en que llegó, Lizeth no ocultó su fascinación por Stefano. Sus ojos lo seguían por toda la casa, y cuando él no estaba presente, hablaba de él como si fuera el centro de su universo. Para Lizeth, esta era su oportunidad de escapar de la pobreza, y no importaba que Stefano ya estuviera casado con Aurora; en su mente, la esposa solo era un obstáculo temporal.
Aurora comenzó a notar la hostilidad de Lizeth casi de inmediato. Al principio, eran pequeños gestos, miradas cargadas de desprecio y comentarios pasivo-agresivos. Pero a medida que pasaban los días, Lizeth se volvió más atrevida. Encontraba maneras de sabotear los momentos tranquilos de Aurora, interrumpiendo sus lecturas, derramando "accidentalmente" cosas en su ropa, o simplemente estando siempre cerca, observándola con una sonrisa cruel.
—¿Te crees especial, verdad? —le espetó Lizeth una tarde mientras Aurora intentaba relajarse en el jardín—. Solo porque llevas un anillo no significa que lo tengas todo ganado. Stefano podría cambiar de opinión en cualquier momento.
Aurora intentaba mantenerse distante, pero la constante presencia de Lizeth comenzaba a afectarla. Había algo en la joven que la inquietaba profundamente, una combinación de desesperación y ambición que la hacía peligrosa. Pero Aurora sabía que no podía enfrentarse a ella directamente. No quería que Stefano se enterara de los problemas que estaba teniendo con Lizeth. Había aprendido, después de todo, que Stefano no respondía bien cuando alguien desafiaba su control.
Lo que Aurora no sabía era que Stefano ya estaba al tanto de la situación. Sus hombres le informaban de todo lo que sucedía en la mansión, y aunque le disgustaba la conducta de Lizeth, había decidido esperar. Sabía que la joven no duraría mucho, y prefería dejar que se enredara en su propia desesperación antes de intervenir.
Mientras Lizeth hacía su vida en la mansión más difícil, Aurora recibió una inesperada visita. Nicol, su mejor amiga de la infancia, apareció en la puerta de la mansión un día, trayendo consigo un aire de normalidad que Aurora había perdido. Nicol era todo lo que Aurora recordaba: alegre, extrovertida y llena de vida. Su presencia fue un alivio para Aurora, un recordatorio de que todavía había partes de su vida que no estaban completamente bajo el control de Stefano.
Nicol no solo trajo consuelo a Aurora, sino que también atrajo la atención de alguien más en la mansión: Luca, el primo de Stefano. Luca, aunque era parte de la familia Moretti, era diferente a Stefano en muchos aspectos. Tenía un carisma natural y un aire más relajado, aunque no por ello menos peligroso. Cuando conoció a Nicol, quedó fascinado por su energía y su belleza, algo en ella despertó un interés que no había sentido en mucho tiempo.
Nicol, por su parte, notó la atención de Luca, pero no sabía qué hacer con ella. Aunque se sentía atraída por él, también estaba consciente de que estaba entrando en un mundo peligroso. Aurora le había hablado un poco de lo que estaba viviendo, pero Nicol sabía que había mucho más debajo de la superficie, algo que su amiga no le estaba contando del todo.
Con la llegada de Nicol, Lizeth se volvió aún más audaz en sus ataques contra Aurora. Comenzó a aparecer en los momentos más inoportunos, interrumpiendo conversaciones y haciendo comentarios malintencionados. Sabía que Stefano la protegía, al menos hasta cierto punto, debido a su madre, y usaba eso a su favor.
Una tarde, cuando Aurora y Nicol estaban en el jardín conversando, Lizeth apareció de repente, con una sonrisa burlona en el rostro.
—Vaya, vaya, ¿así que la señora de la casa también tiene amigas? —dijo con sarcasmo, mirando a Nicol de arriba a abajo—. Qué suerte la tuya, Aurora, de tener compañía. Aunque no sé cuánto tiempo más podrás mantenerla.
Nicol, que no estaba acostumbrada a la hostilidad abierta de alguien como Lizeth, se sintió incómoda, pero no dejó que la intimidaran.
—No creo que sea asunto tuyo, ¿verdad? —respondió con calma, su mirada firme en Lizeth.
Lizeth se rió, un sonido agudo y despectivo que hizo que Aurora se estremeciera.
—Solo digo la verdad. En esta casa, las cosas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Y algunos de nosotros sabemos cómo aprovechar las oportunidades cuando aparecen.
Aurora supo en ese momento que Lizeth no iba a detenerse hasta que lograra lo que quería. Pero también sabía que Stefano no permitiría que la situación se prolongara indefinidamente. Aunque no se lo había dicho, podía sentir la tensión en el aire cada vez que él estaba cerca. Stefano era un hombre de control, y Lizeth estaba empezando a romper las reglas no escritas de la casa.
Lo que Lizeth no sabía era que su tiempo en la mansión estaba llegando a su fin. Pero eso era algo que solo el tiempo revelaría.
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ENREDADOS EN LA OSCURIDAD
Teen FictionAurora nunca imaginó que su tranquila vida cambiaría de manera tan abrupta. A los 19 años, marcada por la tragedia de haber perdido a sus padres a una edad temprana, se había refugiado en la sencillez y la rutina, confiando únicamente en su mejor am...