La Decisión
◇◇◇◇◆◇◇◇◇Aurora estaba sentada en el borde de la cama, su cuerpo temblando ligeramente mientras intentaba asimilar lo que acababa de suceder. El miedo seguía latente en su pecho, y su mente se sentía atrapada en un torbellino de emociones contradictorias. A su lado, Stefano permanecía de pie, su imponente figura dominando la habitación mientras la observaba con una expresión inescrutable.
—Las cosas van a ser diferentes para ti ahora —dijo Stefano, rompiendo el silencio—. Desde hoy, tu vida me pertenece. Y eso significa que hay ciertas reglas que debes seguir.
Aurora lo miró con ojos vidriosos, sin poder creer lo que escuchaba. Sentía como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.
—No quiero que te acerques a ningún hombre que no sea yo —continuó Stefano con tono frío—. No quiero que hables con nadie fuera de esta casa sin mi permiso. Y, sobre todo, siempre estarás a mi lado. No puedes escapar de esto, Aurora.
Ella sintió un escalofrío recorrerle la espalda mientras cada palabra de Stefano caía sobre ella como una sentencia. Su voz era firme, implacable, y no dejaba espacio para la discusión.
—No puedes hacerme esto… —murmuró Aurora, sus palabras apenas audibles mientras intentaba reprimir el nudo en su garganta—. No puedes controlar mi vida.
Stefano la observó en silencio durante unos momentos antes de acercarse lentamente. Se arrodilló frente a ella, tomando su rostro entre sus manos, obligándola a mirarlo a los ojos.
—Puedo y lo haré —dijo con suavidad peligrosa—. Porque si no lo haces, habrá consecuencias.
Aurora sintió un nuevo nivel de miedo apoderarse de ella cuando vio la intensidad en los ojos de Stefano. No era solo una amenaza vacía; lo decía en serio.
—Nicol… —continuó Stefano, pronunciando el nombre de su mejor amiga como si fuera una herramienta para torturarla—. Ella es lo único que te queda, ¿verdad? No quiero hacerle daño, pero si no cooperas… ella sufrirá las consecuencias.
Aurora se quedó helada. El aire en la habitación se volvió pesado, casi irrespirable. La imagen de Nicol, sufriendo por su culpa, llenó su mente. Sabía que Stefano era capaz de cumplir con su amenaza. Sabía que no había lugar para errores.
Las lágrimas comenzaron a correr nuevamente por sus mejillas. La impotencia la envolvía como una prisión invisible. Sabía que no tenía otra opción.
—Está bien… —susurró Aurora, apenas logrando articular las palabras—. Haré lo que me pides. Me casaré contigo. Pero por favor, no le hagas daño a Nicol.
Stefano la observó en silencio, estudiando cada rasgo de su rostro mientras la desesperación se apoderaba de ella. Después de unos momentos, asintió lentamente y se puso de pie.
—Muy bien, Aurora —dijo con tono suave, casi paternal—. Estás tomando la decisión correcta.
Sin decir más, Stefano tomó su mano y la ayudó a ponerse de pie. Ella se sentía débil, sus piernas temblaban mientras la guiaba hacia la puerta. La llevó a través de los largos pasillos de la mansión, hasta llegar a una gran habitación decorada con lujo y elegancia.
—Esta será nuestra habitación —anunció Stefano, cerrando la puerta detrás de ellos—. Dormirás aquí conmigo, todas las noches. No habrá excepciones.
Aurora miró la enorme cama en el centro de la habitación, su mente luchando por procesar todo lo que estaba sucediendo. Estaba atrapada en un mundo que no entendía, controlada por un hombre cuya obsesión la aterraba. Pero sabía que no tenía otra opción. Si quería proteger a Nicol, tendría que hacer todo lo que Stefano le pidiera.
—Quiero que confíes en mí, Aurora —dijo Stefano, acercándose a ella una vez más—. Sé que ahora todo parece oscuro, pero algún día entenderás por qué estoy haciendo esto. Lo hago por nosotros. Porque te amo.
Esas palabras, que en otra circunstancia habrían sido hermosas, ahora solo le causaban escalofríos. Aurora se dejó caer en la cama, sintiéndose pequeña y perdida. Mientras Stefano apagaba las luces y se acostaba a su lado, solo podía pensar en lo que había perdido esa noche: su libertad, su vida, y posiblemente, su futuro.....
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ENREDADOS EN LA OSCURIDAD
Teen FictionAurora nunca imaginó que su tranquila vida cambiaría de manera tan abrupta. A los 19 años, marcada por la tragedia de haber perdido a sus padres a una edad temprana, se había refugiado en la sencillez y la rutina, confiando únicamente en su mejor am...