La Traición en la Oscuridad
La mansión Moretti parecía aún más imponente bajo la luz tenue del amanecer. Las sombras se alargaban, y el silencio en su interior era casi opresivo. Aurora se sentía atrapada, como un pájaro en una jaula de oro, rodeada de lujos que no podían ocultar la verdad de su situación: había sido secuestrada, obligada a vivir bajo el control de un hombre que decía amarla, pero que en realidad la mantenía como prisionera.
Mientras observaba el jardín desde su ventana, se preguntaba si alguna vez volvería a ser libre. Cada intento de razonar con Stefano había sido inútil. Era un hombre consumido por su propia obsesión, incapaz de ver el dolor que le causaba. Aurora sabía que cualquier resistencia directa solo terminaría en castigo, pero su corazón no podía resignarse a la idea de una vida de sumisión.
Fue en medio de esos pensamientos que conoció a Vivi, una de las sirvientas de la mansión. Era una joven delgada, de piel morena y ojos oscuros, que parecía moverse con la gracia de alguien acostumbrada a pasar desapercibida. Sin embargo, cada vez que Aurora la veía, notaba algo diferente en su mirada. Había un brillo que no lograba entender del todo, hasta que Vivi se le acercó una tarde, mientras limpiaba el cuarto en el que Aurora estaba retenida.
—¿Quieres salir de aquí? —le susurró Vivi con voz temblorosa.
Aurora levantó la mirada, sorprendida. No había esperado que nadie en la mansión se atreviera a desafiar a Stefano, pero el miedo y la desesperación la impulsaron a escuchar.
—¿Cómo? —preguntó en voz baja, su corazón acelerándose ante la idea de escapar.
Vivi miró a su alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie cerca. —He trabajado aquí durante años. Conozco cada rincón de esta casa. Hay una manera de salir sin que te vean. Pero tienes que confiar en mí.
Aurora dudó por un momento. Sabía que cualquier intento fallido de escapar solo empeoraría su situación, pero al mismo tiempo, la idea de vivir bajo el yugo de Stefano era insoportable. Finalmente, asintió.
Vivi esbozó una sonrisa tensa, y ambas acordaron reunirse esa noche, cuando todos en la casa estuvieran dormidos. Aurora no podía negar que sentía una pizca de esperanza, algo que no había sentido desde que Stefano la había traído a la mansión.
Cuando llegó la noche, Aurora estaba lista, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Se dirigió a la puerta de su habitación, donde Vivi la esperaba en silencio. Juntas, se deslizaron por los pasillos oscuros, evitando las cámaras y las alarmas. Parecía que todo iba según lo planeado.
Sin embargo, justo cuando estaban a punto de salir por una puerta trasera oculta, una figura emergió de las sombras. Era Stefano. Su expresión era fría, pero sus ojos grises destellaban con furia contenida.
—¿A dónde creen que van? —preguntó con una voz tan calmada que resultaba aterradora.
El terror se apoderó de Aurora, quien retrocedió instintivamente. Vivi, por otro lado, trató de mantenerse firme, pero su rostro traicionaba su miedo.
—Lo siento, Stefano, yo… solo quería ayudarla —dijo Vivi, intentando excusarse.
Stefano la miró con desprecio. —¿Ayudarla? Tú, una simple sirvienta, pensaste que podrías desafiarme. Qué error tan estúpido.
Antes de que Vivi pudiera responder, Stefano la agarró violentamente del brazo y la arrastró hacia uno de los baños cercanos. Aurora, paralizada por el miedo, no pudo hacer nada más que observar mientras él empujaba a Vivi hacia el inodoro, sujetando su cabeza con fuerza y sumergiéndola en el agua.
—¡No! —gritó Vivi, desesperada, luchando contra su destino—. ¡Lo hice por ti, Stefano! ¡Estoy enamorada de ti!
Stefano se detuvo por un breve instante, sorprendido por la confesión. La miró fijamente, con el rostro inexpresivo, como si estuviera evaluando la sinceridad de sus palabras. Pero su corazón era impenetrable, incapaz de sentir más allá de su obsesión por Aurora.
—¿Enamorada? —murmuró, con una frialdad cortante—. No me interesa tu amor. Nunca te pertenecí, y nunca lo haré.
Antes de que Vivi pudiera responder, Stefano volvió a sumergir su cabeza en el agua, ahogando sus súplicas. El sonido de sus ahogos resonó en la habitación, mientras Stefano mantenía una expresión de completa calma. Finalmente, la levantó, permitiéndole tomar aire por un segundo antes de volver a sumergirla. Era una tortura lenta, calculada, diseñada para demostrar su poder.
—Nadie, absolutamente nadie, se atreve a desobedecerme —dijo Stefano, sacando a Vivi del agua una vez más, esta vez dejando que se desplomara en el suelo. Estaba completamente empapada, tosiendo y tratando de respirar. Pero Stefano no había terminado. Con una calma escalofriante, sacó una pistola de su chaqueta.
—Esto es por traicionarme —dijo, antes de dispararle en la cabeza sin dudarlo.
El sonido del disparo resonó por la casa, y el cuerpo de Vivi cayó inerte al suelo. Aurora gritó, incapaz de contener el horror que sentía. La crueldad de Stefano era algo que nunca había imaginado, y el hecho de que lo hubiera hecho frente a ella, sin ningún remordimiento, solo profundizaba su desesperación.
Stefano se giró hacia Aurora, limpiando el cañón de la pistola con un pañuelo mientras se acercaba a ella. —Y tú, mi querida mariposa, debes entender una cosa —dijo en voz baja, acercándose tanto que Aurora podía sentir su aliento en su piel—. Eres mía. No importa lo que pienses o lo que hagas, siempre serás mía. Y si vuelves a intentar algo así, el próximo disparo será para alguien más cercano a ti.
Aurora lloraba, incapaz de controlar sus emociones. Stefano, sin embargo, no mostró ninguna compasión. Simplemente la tomó por el brazo y la arrastró de vuelta a su habitación, donde la encerró una vez más. Pero esta vez, la sensación de desesperanza era aún mayor.
La mansión, que ya le parecía una prisión, ahora se había convertido en un lugar de pesadillas.....
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ENREDADOS EN LA OSCURIDAD
Teen FictionAurora nunca imaginó que su tranquila vida cambiaría de manera tan abrupta. A los 19 años, marcada por la tragedia de haber perdido a sus padres a una edad temprana, se había refugiado en la sencillez y la rutina, confiando únicamente en su mejor am...