Capitulo 11

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Kalila

Me quedé estupefacta con lo que me acababa de dar cuenta. Esa voz no podría ser irreconocible para mí sí la escucho todo el tiempo en la universidad y no precisamente diciendome cosas que sienten bien.

Sin haber conseguido una respuesta inmediata de parte de Samuel no pude contenerme más y corté la llamada sintiéndome totalmente traicionada por mi mejor amigo. Lo que estaba sintiendo en el estomago comenzó a subir por mi cuerpo hasta llegar a mi garganta y terminar en romper en llanto.

Me apenaba haberle entregado tanto mi confianza. La buena expectativa que tenía de él se me vino por completo abajo que sin premeditarlo, comencé a maldecirme por haber creido que un tipo como él podría ser realmente un buen sujeto, cuando su fachada de deportista carismatico hace que cualquiera sienta que es una buena persona, pero lo usa para aprovecharse de las personas, más quienes son tan vulnerables como yo.

Después de haber cortado, me quedé durante un buen rato dandole vueltas a la situación. Una parte de mí deseaba que fuera un total mal entendido y que la realidad es que no era como yo me lo estaba imaginando, ese escenario de embriagarse en una discoteca, bailar tan cerca del otro que involuntariamente es un llamado a que la noche vaya subiendo de calor y terminar enrrollados en las mismas sabanas. En verdad, deseaba que no fuera cierto, pero era tan claro que no podía negarlo.

Maldita sea Samuel, verdaderamente creí que eras mi amigo. ¿Ahora qué voy a hacer?

Tras hacer cuentas, me percaté de que no faltan más de dos semanas para que tenga que volar y regresar a los estudios en Fetcher. Aun cuando mis vacaciones comenzaron de la mejor manera y me iba recuperando emocionalmente de todo lo que había tenido que soportar el semestre pasado, la explosión de realidad que tuve cuando me di cuenta que mis padres no me estiman de la forma que quisiera, que me siento totalmente sola y devaluada aun cuando me presumen en sociedad como su mayor orgullo y detrás de ello no hay siquiera una llamada para preguntar por mi bienestar pasando meses lejos de ellos, me estaba asesinando.

Ahora me entero que el único en quien podía confiar con plenitud y me hacía compañía, me traicionaba de esta forma.

— ¡Hija! —escuché vociferar a una mujer, causando que me sobresaltara y girara a ver hacía la puerta de donde venía su voz. Mi tía Carlota estaba de pie sosteniendo la manija y me observaba entre asombrada y asustada. Su reacción me consternó— Llevo tratando de llamar tu atención buen rato y estás como lela mirando a la nada. Me preocupé de que te haya dado una paralisis o algo así.

— Lo... siento...—apenas musité, saliendo de mi trance, pero aun así sin poder desvanecer esa sensación de desasosiego que toda esta situación me estaba generando. Mis padres, mi supuesto amigo—. Me enteré de algo y...—los flashbacks de los escenarios imaginarios de Samuel háciendolo con Gabriela me cortó la voz. Deseaba llorar de nuevo— me tomó de imprevisto.

— Dios mío querida, pues ¿qué tan fuerte fue que te pusiste de esa forma? —se acercó a la cama y se sentó en la orilla de mi lado, me puso una mano sobre la sabana que me cubría las piernas e intentaba encontrarme la mirada.

— No, no...—tomé profundamente el aliento, cerré los ojos e intenté concentrarme. Debía sacarme esto de la cabeza o me iba a desmoronar más de lo que ya me encontraba existiendo— Una supuesta amiga se metió con mi ex-novio de la preparatoria—dirigí mi mirada hacía sus ojos e hice una sonrisa medio torcida. Mi tía suspiró y me acarició la mejilla.

Escuchar eso debió tranquilizarla. Posiblemente para ella ya son problematicas de adolescentes de las cuales sabe que una no va a morir, pero que comprende porqué son temas de consternarse para alguien de "mi edad". Es más fácil lidiar con el consuelo de esta mentira, que tener que explicarle que el amigo con quien tengo derechos se metió con una de las chicas que me atormenta en la universidad y además vive conmigo. Simplemente el hecho de decirle que me acuesto con mi mejor amigo sin ser novios ya sería muy complicado.

CHRISTO. Vidas DestruidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora