Capitulo 15

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Kalila

Algo me olía extraño desde que entré al vestibulo del edificio donde me estaría quedando el próximo semestre. Era más amplio, no tenía para nada la finta de una residencia estudiantil con aires de abuela y todo parecía ser más sofisticado. No se parecía al recibidor de un hotel de cinco estrellas, pero si que tenía mucho mejor aspecto que la residencia donde pasé mi primer año con Gabriela de compañera.

Me acerqué a la barra donde estaba una chica vestida con prendas relajadas, el cabello apenas bien recogido en un moño sobre la cabeza y jugando en una nintendo oled mientras se mecía en la silla donde estaba semirecostada con las piernas sobre la encimera del recibidor.

— ¿Hola? —le dije desconcertada por la manera en la que se encontraba— ¿Tú me puedes ayudar con mi entrada al campus?

Ella pausó el juego que tenía en la consola y levantó la vista para observarme a través de esos lentes rectangulares de pasta negra que llevaba en el rostro. Aun con ellos podía alcanzar las ojeras que se posan por debajo de sus ojos, seguramente desvelandose jugando con ese aparatito con el que la encontré tan empeñada jugando.

— Si, solamente necesito tu nombre y licenciatura—respondió reacomodandose en la silla, dejar la nintendo por un lado de la computadora y aclararse la carcasa mientras tecleaba algo en el ordenador para encenderla. Seguramente debía tener mucho rato suspendida. No muchos suelen venir con más de dos días de antelación de reanudar las clases.

— Soy Kalila Manzur, de la licenciatura de ciencias politicas y gestiones públicas—respondí con cierto desasosiego de la chica. ¿Cuándo habrá sido la última vez que se habrá tomado una ducha? No me llegaba ningun mal olor de ella aunque si trataba de respirar en lo más minimo para no llevarme ninguna sorpresa, pero tan solo su aspecto daba la sensación de estar sucia.

— Oh, una carrera muy para ricachones ¿no? —me cuestionó la chica con cierto tono golpeado que me hizo notar que esta vaguita tendría que ser de Chile. Su acento no lo podía confundir después de que había conocido anteriormente a una chica de ese país, y sin hablarme de la mejor manera.

Si, suelo tener una bendita suerte para que las mujeres no me traten de lo mejor estando por estos rumbos del mundo.

— ¿Ah si? —murmuré apenas con interés. Me siento cansada, tan solo quiero las llaves de mi alcoba para subir mis maletas y tirarme a la cama a dormir lo antes posible. Pasar más de dieciocho horas entre aeropuertos y vuelos no es algo que me vaya a tener con el mejor humor del mundo en estos momentos— No es algo a lo que le haya prestado atención.

— Deberías...—ese "deberías" no me gustó para nada. Junté el entrecejo molesta.

— ¿Podrías tan solo entregarme ya mi llave? Estoy muerta—expresé con total disgusto.

La chica apartó la mirada de la pantalla por un segundo, suspiró con pesadez y se deslizó de un punto a otro del recibidor con ayuda de la silla de rueditas en la que la había encontrado de pelmaza, y del interior de un cajón sacó un pequeño aparatito que conectó a la pantalla y limpió el sensor. Tendría que ponerle mi huella.

Ella sin decirme nada hice el registro de mi dedo pulgar. Sí no me equivoco debe ser como el de casa de mis padres que con poner el pulgar sobre la manija un lector detectará la huella y dará entrada a la alcoba. Sinceramente me parecía muy moderno y exclusivo a comparación de lo que me tocó pasar el año pasado. ¿Será que este edificio era más lujoso? Y si era así ¿Qué había hecho yo para merecerlo junto con Gabriela?

— Listo—exclamó con un tono amargo—. Tu habitación es la 405. La manija tiene un sensor que puede leer su huella y te dará acceso—entonces no me había equivocado. Esto comenzaba a causarme emoción de conocer nuestra nueva alcoba—. Y te paso esta tarjeta en dado caso de que haya error en tu lectura y puedas acceder con esta hasta que se vuelva a actualizar los sensores de las manijas.

CHRISTO. Vidas DestruidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora