Capitulo 4

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Kalila

Han pasado un par de semanas desde que Lidia y yo hablamos de las marcas que tengo dibujadas en la piel de mi cintura, las cosas parecen que andan tomando un curso con bastante tranquilidad por lo que yo me puedo encontrar calmada.
Mis tíos no han hecho comentarios o no me han confrontado de frente para pedir explicaciones por lo que me siento más que segura que Lidia no ha dicho ni una sola palabra.

En un algunas ocasiones he podido dicernir que desea hablar o preguntarme cómo me siento, pero supongo que intuye que lo mejor es no tocar ese tema por como es mi actitud. Me gusta ser serena, mantenerme callada y mejor escuchar a las personas hablar.
A veces suelo tener comentarios muy arrebatados que pueden sacar de quicio a los demás, pero no es porque desee molestar a los que se hayan en mi entorno, sí no que no logro identificar los filtros de censura de qué se dice o no dependiedo de las situaciones en las que nos encotremos.

Basta con verla y mover los labios en silencio para decirle que estoy bien para que ella se quede calmada y no quiera rebuscar mucho más de lo que le concierne saber.
La realidad es que desde que estoy en casa de mis tíos no he tenido ni una sola necesidad de buscar cuchillas para trazar mi piel. Me encuentro realmente bien. He comenzado a ser más risueña, digo más palabras cuando charlo con mis primos y me gusta sonreir más cuando estoy con los demás.

Mi tía Carlota, desde antes de que tomara el vuelo de Alemania a México, sabía que yo no estaba bien por lo que amablemente me invitó a pasar mi estadía desde el inicio de mi periodo de vacaciones en su casa junto a ella y su familia.
Mis padres se sintieron molestos por unos días hasta que mi tía habló con ellos. No debió ser complicado de convencerlos debido que es casi nulo por no decir inexistente el hecho de que pueda haber una buena relación entre nosotros tres.

No entiendo qué es, pero desde que soy niña, siempre he notado que entre mis padres existe un sentimiento que relaciono con el rencor y el odio, pero que no estoy segura de ello porque cuando paso el tiempo con ellos puedo ver que se hablan con neutralidad, a veces soltando comentarios dociles para dañar el otro, pero nunca un arrebato de furia, solamente conversaciones que no tienen sentimientos alegres ni negativos, solo neutrales.

Sospecho que debe de haber pasado algo entre ambos para que se comporten de esa manera, que me lleva a mí entre medio, pero como es algo que he visto de pequeña, pienso que igual es algo que siempre ha existido entre los dos y que solo siguen juntos para guardar una apariencia ante la sociedad porque realmente se preocupan mucho por querer destacar y hacerse ver como la mejor familia que puede existir.

Ya cuando la noche comenzó a caer tomé una ducha y me puse una polera vieja de lo que en algun tiempo fue azul marino y ahora es del mismo color pero con una tonalidad triste, ya con algunos agujeros causados por el tiempo y rasgada de una de las mangas, igualmente me puse unos shorts negros de lana que me llegan a medio muslo y me puse mis pantuflas rojas.
No era el conjunto más provocador que podía conquistar en el viejo oeste, pero al menos me iba a sentir fresca el resto de la noche con el calor infernal que hace en la ciudad.

Bajé para cenar junto a Vicente y Aurelio, dos de mis primos que aun viven en la casa de mis tíos, y ponernos a ver en la sala la serie de "¿Cómo conocí a tu madre?". Es la serie con la que más me he quedado pegada, siempre dispuesta para ver un capitulo más, y no encuentro mayor disfrute que hacerlo mientras como algo con las dos personas más agradables con las que puedo pasar el tiempo.

— ¡Órale! —exclamó Vicente, el más chico de los tres herederos, cuando me miró bajar por la escalera, sujetando la caja de pizza. De verlo con ella en las manos me le apresuré para abrirla y coger una rebanada— ¿En serio fuiste princesa de carnaval en el bachillerato?

CHRISTO. Vidas DestruidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora