Kalila.
— ¿Va a salir, señorita? —me cuestionó por la espalda Lidia, la señora que cuida y complace las comodidades de mis tíos y sus hijos, misma que me hizo sobresaltar levemente por la sorpresa y giré hacía ella cuando estaba a un paso de salir al patio trasero, justo a la piscina.
— Si—dije con poco de aliento. Luego aclaré la garganta y pestañee—, pensaba meterme un rato al agua.
La mujer se asomó al oscuro patio y sonrió —Ah, por supuesto. Adelante, encenderé las luces por usted y le llevaré algo de beber. Aun de noche está haciendo demasiado calor en esta ciudad.
Asentí agradecida. Deslicé una de las puertas de cristal y salí directo a uno de los camastros acolchados frente a la piscina, cuidando de que la bocina y el libro que cargaba bajo el brazo no se me fueran a caer junto con la toalla que tenía sobre el hombro que se me iba deslizando suavemente. Por fortuna llegué antes de que alguna de las tres cosas se me fueran a estampar contra el suelo y pude tomar un respiro de esa satisfacción de haberme evitado un desliz.
Las luces del patio se encendieron junto con las secuencias navideñas de iluminación blanca que decoran los árboles, y las de la alberca, creando un ambiente claro en el lugar.
De ver lo que tengo frente a mis ojos me hace sentir demasiado cómoda, deseando poder tener algún día de mi vida una casa como la de mis tíos. Un sitio espacioso, grande y de lujo. Es una fortuna que me permitan pasar el tiempo que desee e su casa durante las vacaciones de verano.— Aquí tiene—llegó Lidia con una jarra y un vaso con hielos, sirviendo sobre la mesa entre los dos camastros en donde me posicioné—. Le traje horchata de coco—sonreí, sintiendo como mi mandibula se entumecía de imaginar el sabor en la boca. Lidia pudo notar el antojo que mi rostro muy probable no pudo ocultar—. Su tía me ha comentado lo mucho que le gusta.
— Es una de mis cosas favoritas de estar de nuevo por acá—expresé, tomando asiento y soltar un profundo suspiro—. La comida y esta belleza.
Lidia se mantuvo sonriente, hasta que comenzó a desvanecer poco a poco el gesto alegre de sus labios, mostrando querer decir algo, pero que no conseguía encontrar palabras correctas para expresar por lo que su mente pasaba. Fue hasta que puse mi vista en ella con el vaso de agua directo a mis labios.
— ¿Estás bien?—pregunté con suave desdén, extrañada de que no hablara siendo que con la confianza que existe entre la familia, conmigo y ella, no es una actitud que antes haya demostrado— Pareces algo nerviosa.
— No, señorita—se sentó en el camastro de al lado y respiró profundamente por la nariz, dejandolo salir casi de inmediato cuando entró a sus pulmones—. Es que me siento un tanto preocupada por usted.
— ¿Por mí? —pregunté aun más extrañada y confundida. Bebí un sorbo del vaso sintiendo ese dulzor invadir mi boca y sonreí, olvidandome por un momento de la situación y ver el liquido blanco, fresco y ese toque de canela aun en la superficie— Dios mío, es verdaderamente riquísimo.
Lidia se aclaró la garganta, haciendome volver. La miré y ella hizo una pequeña mueca.
— Lo siento—dije, dejando de beber y poner el vaso sobre la mesa—, pero es que no lo entiendo—fruncí el ceño y solté una pequeña risa absurda— ¿Por qué estarías preocupada por mí sí no está ocurriendo nada malo?
Hubo un silencio entre ambas y eso comenzaba a ponerme a mí nerviosa. Intenté percibir algún mensaje en sus ojos caídos debido al cansacio, pero por más que me esforzara en intentar decifrar lo que no podía salir de ella, menos me podía dar una idea de qué sucedía, debido que apenas tengo unos días que llegué a la casa de mis tíos y no he hecho más que salir con mis primos en algunas ocasiones y un par de veces con mis amigos del bachillerato.
— Es acerca de su cuerpo...—apenas pudo mascullar, tomando fuertemente sus manos por encima de sus piernas.
En cuanto soltó esas simples palabras, fue como si una corriente de electricidad explotara dentro de mi ser y me recorriera un escalofrío desde las piernas a la cabeza que me hizo temblar y no pude ocultar debido a la angustia que ahora me había generado.
¿Qué había visto en mí?
¿Qué fue lo que me falló?
¿Qué no pude ocultar?
— ¿Qué pasa con mi cuerpo? —cuestioné sin poder ocultar el nerviosismo que sentía aun cuando intentaba permanecer serena.
Bajó la mirada por un instante y volvió a subirla cuando se sintió capaz de hablar.
— Pude ver lo que tiene en su cintura—sus palabras me dejaron congelada y ella además de nerviosa, noté como el rubor se pigmentaba en sus mejillas. Se estaba ruborizando, evidentemente estaba apenada.
¿Será porque acaba de revelar que me había estado espiando o porque le incomodaba la situación que el estado de mi piel había gritado al exponerse en un momento en que yo estaba vulnerable?
No supe qué decir. Sentía que cualquier cosa que dijera, ella no iba a creerme o incluso cualquier pregunta que le hiciera no iba a ser la indicada.
Poco a poco me fui desconectando, preocupandome que lo que sus ojos habían visto fuera a ser un tema del que mis tíos fueran a enterarse y eso a mí me apenaba, me angustiaba imaginar un escenario en donde me encontrara primero frente a ellos tratando de explicar lo que le hacía a mi cuerpo y otro frente a mis padres quienes no tardarían en explotar como campo minado al instante de saberlo.— Kalila...—su mano sobre mi pierna y su voz suave me hizo reaccionar y recordabar que estaba ahí, frente a ella y sintiendo el sabor que aun permanecía en mis labios de una de las pocas bebidas que disfruto tanto consumir que ahora había dejado de ser la maravilla que hasta hace un segundo era— ¿Qué te estás haciendo?
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CHRISTO. Vidas Destruidas
Fiksi UmumKalila Manzur es una chica que debe enfrentar sus peores penas como la ausencia de amor de sus padres y su constante supervivencia en un ambiente de acoso acádemico donde las envidias y las amenazas están constantemente presentes en el día. Y así co...