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Jungkook bajó las escaleras, sus pasos resonando levemente en la casa. No tenía prisa, pero tampoco quería quedarse arriba, atrapado en sus pensamientos. Al llegar a la sala, su mirada se posó en un hombre desconocido que conversaba con sus padres. De inmediato, el disgusto se reflejó en su rostro, frunciendo el ceño como si una sombra desagradable hubiera cruzado su visión.

El hombre, un extraño para Jungkook, llevaba una apariencia tosca, con una actitud que irradiaba una confianza excesiva. Ese tipo de personas siempre le provocaba repulsión, como si su mera presencia contaminara el ambiente.

— Hijo. — La voz del padre de Jungkook interrumpió el silencioso enfrentamiento de miradas, obligándolo a desviar la vista hacia sus padres. Ellos le hicieron un gesto para que se uniera a ellos. Sin decir una palabra, se acercó y tomó asiento a la mesa, donde ya estaban sentados sus padres y el cazador. Mientras se acomodaba, le lanzó una mirada de desconfianza, notando que este parecía estar absorto en sus propios pensamientos.

En tanto picoteaba su comida sin apetito, escuchaba a sus padres conversar sobre asuntos triviales con el cazador. Su mente estaba en otra parte, atrapada en pensamientos que no le dejaban espacio para el hambre. A pesar de ello, sus oídos no dejaban de registrar cada palabra que se intercambiaba en la mesa. De vez en cuando, notaba cómo el cazador lo observaba de reojo, con una leve sonrisa en los labios, antes de volver a enfocar su atención en la conversación.

— Entonces, ¿este es tu hijo? — La voz del cazador resonó en su mente, obligándolo a levantar la vista. Sus padres, con una leve sonrisa, asintieron en silencio, dirigiéndole una mirada que le exigía mantenerse firme. El cazador arqueó una ceja, evaluándolo con detenimiento, lo que le provocó una sensación de incomodidad que tensó su cuerpo. Aunque su rostro seguía siendo imperturbable, por dentro comenzaba a detestar la manera en que aquel hombre lo analizaba, de arriba abajo. Sus padres, sin embargo, no parecían ver nada extraño en la situación, sólo sonreían y asentían, aceptando con naturalidad la pregunta del cazador.

— En efecto, lo es. — Respondió su madre.

— Parece tranquilo. — Dijo el cazador, sin apartar la mirada de Jungkook mientras seguía moviendo su comida. Jungkook empezaba a molestarse, y más cuando sus padres se rieron.

— Pues se parece a su padre en ese aspecto. — Su madre bromeó ligeramente con el cazador. Jungkook miró su comida con la mandíbula apretada. Sin embargo, sabía que no debía mostrar su enfado.

— Ah, espero que tenga otras cualidades que lo rediman. — La sonrisa del cazador estaba empezando a molestar a Jungkook. Todo lo que parecía hacer era sentarse allí y juzgarlo. Incluso sus padres parecían encontrarlo divertido, a juzgar por las risitas y carcajadas.

La frente de Jungkook se arrugó en un gesto de frustración, sus cejas se juntaron mientras luchaba por mantener la calma. No podía permitirse perder el control, no en ese momento. Pero le resultaba insoportable escuchar al cazador hablar de él con esa ligereza, con ese desprecio en la voz, como si no fuera más que una bestia de la que pudieran opinar sin reparos. Sentía la humillación arder dentro de él, intensificada por la indiferencia con la que sus padres parecían restarle importancia a la situación.

— Se porta bien. — Dijo el padre de Jungkook. Era lo único positivo que había dicho hasta el momento. El cazador lo miró con una mirada de interés.

—¿Sabes? — Comenzó a decir el cazador con su sonrisa tonta en los labios, creyéndose el rey del mundo —. Hace poco le disparé una flecha a un chico lobo en el bosque, era bastante guapo, lástima que fuera un monstruo. — Dijo con desprecio.

Jungkook se quedó paralizado. Un vuelco en su corazón lo sorprendió cuando el cazador pronunció esas palabras. Su mente sólo podía centrarse en Jimin. ¿Estaba… hablando de él? Apretó la mandíbula, sintiendo cómo la irritación le invadía. Sus padres se mantenían en silencio, aparentemente ajenos a la conversación del cazador. Jungkook sabía lo que intentaba; el tono del cazador, su sonrisa burlona, todo le resultaba espeluznante. El bastardo hablaba con una despreocupación inquietante sobre su pequeño lobito.

LA LUNA DEL CAZADOR 月 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora