12.

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En la habitación tranquila y soleada de sus padres, Jimin abrió con cuidado un viejo cajón, cuyo crujido de madera resonó suavemente mientras revelaba una colección de objetos que habían estado escondidos durante años. Entre las baratijas polvorientas y los recuerdos olvidados, un destello de oro y piedras preciosas atrajo su atención. Recogió con cuidado algunas piezas de joyería, cada una de ellas una conexión tangible con su pasado, con sus padres

La mirada de Jungkook se dirigió hacia la pequeña, pero hermosa joya en la palma de Jimin. Su rostro se transformó en uno de contemplación. Mentiría si dijera que las joyas no eran exquisitas. Sin duda valían mucho, pensaría, incluso con el poco conocimiento que tenía de joyería. Aun así, frunció el ceño y dejó escapar un suspiro. Era reacio, sabiendo que posiblemente podrían ser una de las únicas cosas que quedaran de los padres de Jimin.

— Son hermosas. — Dijo finalmente Jungkook, con voz suave y mesurada —. Puedo entender por qué crees que son valiosas. — Hizo una pausa, sin apartar la mirada de las joyas —. Pero, ¿estás seguro de que quieres hacer esto, Jimin?

— No te preocupes, sé lo que estás pensando, pero necesitamos dinero. — Dijo Jimin sosteniendo la caja con las joyas, mirándole con una pequeña sonrisa.

Jungkook le lanzó una mirada cargada de dudas, consciente de que Jimin podía captar lo que estaba pasando por su mente. Exhaló con fuerza, apartando la vista y frunciendo el ceño en señal de frustración. Aunque intentaba resistirse, entendía que Jimin tenía razón: el dinero les hacía falta. La gravedad de la situación los envolvía a ambos. Sus ojos se deslizaron una vez más hacia la caja con las joyas, contemplándola en silencio, antes de volver a levantar la vista hacia Jimin, soltando un suspiro pesado.

— Bien. Tienes razón. Pero, tendremos cuidado con eso, ¿de acuerdo?

— Bueno, vamos al pueblo, dejemos a mi perro vigilando.

Jungkook emitió un leve zumbido en señal de acuerdo, manteniendo la vista fija en Jimin, quien guardaba con cuidado la caja dentro de su mochila. Luego, asintió con la cabeza, dirigiéndose sin prisa hacia la puerta principal. Al llegar, la abrió con un crujido que resonó en la quietud del lugar, saliendo al exterior. Se detuvo un momento, esperando pacientemente a que Jimin lo siguiera.

— No te preocupes. Tu perro ahuyentará a todos los molestos intrusos. Aunque sólo sea eso. — Se rio mientras cerraba la puerta tras ellos.

— Por supuesto. — Dijo Jimin sonriendo, avanzando rápidamente por el camino secreto que unía el bosque con el pueblo.

Sin dificultad alguna, Jungkook acompañó a Jimin, adaptándose a su paso rápido con una zancada firme y serena que le permitía mantener el ritmo sin problemas. Una ligera sonrisa apareció en la comisura de sus labios, divertido por la naturalidad con la que Jimin se movía en el bosque, liderando el camino con seguridad mientras él le seguía de cerca. A su alrededor, el paisaje cobraba vida con la belleza de los árboles y arbustos que desfilaban a su lado, haciendo que la travesía le resultara sorprendentemente agradable.

— Sabes, creo que serías un buen guía turístico por aquí. — Se rio Jungkook entre dientes.

— Bueno, creo que los lobos somos buenos en todo. — Respondió Jimin, agachándose bajo una rama caída.

Jungkook se agachó bajo la misma rama con facilidad, soltando un bufido de risa.

— Eres un engreído, ¿verdad? — Se burló, poniendo los ojos en blanco antes de dedicarle una sonrisa socarrona. Siempre le divirtió la confianza en sí mismo de Jimin.

— Claro, si no me quiero a mí mismo, ¿cómo demonios voy a querer a otra persona? O algo así decía RuPaul. — Bromeó Jimin, mientras apartaba algunas ramas para revelar un sendero oculto que serpenteaba entre los árboles. El camino estaba cubierto de hojas caídas y parecía haber sido olvidado por el tiempo. A pesar de su estado descuidado, Jimin lo reconoció al instante como la ruta que conducía al pueblo.

LA LUNA DEL CAZADOR 月 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora