10.

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El tiempo estaba insoportable. Pesadas nubes oscuras dominaban el cielo, mientras la lluvia caía sin cesar, inundando la zona con su furia. Jungkook estaba completamente empapado; su ropa pegada a la piel y el agua deslizándose en gotas por su rostro. El cabello se le adhería a la frente, pero a pesar del frío que lo envolvía en medio de aquella tormenta implacable, no lograba estremecerse. Su mente sólo tenía espacio para un pensamiento: Jimin, su lobito.

Sus nudillos dolían de tanto golpear la puerta, pero la impaciencia lo consumía. La lluvia intensa no hacía más que aumentar su desesperación. Sólo quería verlo. Lo necesitaba.

Jimin se levantó en su viejo pijama, abriendo la puerta asustado cuando vio a Jungkook empapado fuera de la cabaña, con cara de desesperación.

— ¿Jungkook?…

— Jimin…

Exhaló profundamente, sintiendo cómo el alivio se extendía por su cuerpo. Finalmente lo había encontrado. Frente a él, Jimin lo miraba con esos ojos pequeños llenos de preocupación. Al verlo, sintió un mareo repentino, como si el peso de su angustia estuviera a punto de derrumbarlo, pero en lugar de ceder, se lanzó hacia él y lo abrazó con desesperación. Hundió la cabeza en su hombro, inhalando su aroma, mientras no podía evitar maldecir lo imposible que parecía tenerlo allí, tan cerca, tan real, en sus brazos.

— Jungkook, ¿qué ha pasado? ¿Por qué hueles a sangre ajena? — Preguntó Jimin mientras le devolvía el abrazo y cerraba la puerta tras él, dejándole entrar en la humilde cabaña.

El agarre de Jungkook se mantuvo firme, como si estuviera sosteniendo una joya preciosa, temeroso de dejarlo caer. Un ligero temblor recorrió su cuerpo al sentir el calor del hogar envolviéndolo al cerrarse la puerta, mientras la lluvia continuaba cayendo afuera. Su cabello empapado se adhirió a su frente, y lo miró con una expresión que evocaba a un cachorro perdido buscando refugio.

— Eres todo lo que me queda. — Dijo Jungkook con voz ronca y tranquila, su tono suplicante —. Tenemos que salir de aquí, nos estarán buscando.

— ¿Qué ha pasado, precioso? — Interrogó Jimin en un tono de voz suave, acariciando su cara mientras se alejaba sólo unos centímetros — ¿Por qué tenemos que irnos?

Jungkook se inclinó hacia las caricias y cerró los ojos. La voz de Jimin lo envolvía, calmando su agitación y tranquilizándolo. Disfrutó de la sensación y suspiró cuando la cálida mano de Jimin recorrió su fría mejilla.

— Me he metido en un lío, ¿ves? — Dijo Jungkook, riendo sin humor, abriendo los ojos para mirar a Jimin —. Hice algo que probablemente no debería haber hecho.

— ¿A dónde iremos? — Le preguntó Jimin aun mirándolo con cariño y preocupación —. Está lloviendo, ¿tendríamos que tomar un bus?

Cuanto más tiempo pasaba junto a Jimin, más sentía cómo la tensión en sus hombros se desvanecía. La dureza en su mirada se fue suavizando a medida que las caricias de Jimin le rozaban el rostro con delicadeza. Sin poder resistirse, se inclinó una vez más hacia él, dejándose envolver por su calor.

— En cualquier lugar que esté a salvo de ellos, mi precioso lobito. — Murmuró Jungkook, acercando una mano empapada a la de Jimin que descansaba sobre su mejilla —. Podemos tomar un bus, un tren, diablos, incluso podemos robar el coche de mi padre por lo que a mí respecta.

— No tengo dinero para un tren. — Se rio Jimin, mirando su cabaña como buscando algo con la mirada —. Pero podemos tomar un bus, buscaré ropa seca que te quepa y guardaré algunas cosas. Iremos a algún sitio… donde sea.

Jungkook asintió a las palabras de Jimin, siguiendo con la mirada cómo inspeccionaba la habitación. Con un leve gesto, aflojó su agarre, dándole el espacio necesario para moverse libremente. Retrocedió un poco y esperó con calma mientras Jimin buscaba las provisiones que necesitaban. Aunque intentaba concentrarse, su mente divagaba, y sus ojos terminaron posándose en el antiguo suelo de madera. Observó cómo sus zapatos, empapados y manchados, dejaban huellas en la casa de Jimin, lo que le provocó una mueca de desagrado al pensar en el desastre que estaba dejando.

LA LUNA DEL CAZADOR 月 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora