11.

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El sol apenas despuntaba en el horizonte, lanzando los primeros rayos de luz. La madrugada aún dominaba, y la mayoría de la gente permanecía en sus sueños, envuelta en el silencio de la mañana. Sólo unas pocas personas ya estaban despiertas, disfrutando la calma que traía el nuevo día. Jungkook observó a su alrededor, dejando que su mirada recorriera Cedar Creek. El pueblo tenía un encanto particular, más vivaz que el último lugar en el que se habían detenido.

Jimin se acercó despacio, apoyándose en Jungkook con un suspiro que revelaba todo el cansancio acumulado. Sabía que pasar la noche viajando les estaba cobrando factura. Con un gesto suave, Jungkook rodeó los hombros de Jimin con un brazo, atrayéndolo hacia él, sintiendo cómo su cuerpo más pequeño se acoplaba al suyo.

— Bueno, ¿qué hacemos ahora? — Preguntó Jimin, mientras su perro movía la cola a sus pies —. No tenemos nada, pero oye, al menos te tengo a ti.

Jungkook resopló ante el comentario de Jimin y le miró a la cara. No pudo resistir la sonrisa juguetona que se dibujó en sus labios. Su otra mano se deslizó para tocarle la mejilla, y su pulgar calloso rozó la suave piel de Jimin.

— Y yo te tengo a ti. — Murmuró en respuesta. Se inclinó hacia Jimin y le besó el pelo. Sus ojos se desviaron hacia el perro y soltó una breve carcajada —.  Y un perro, claro.

— En realidad tengo un lugar donde podríamos ir, pero es complicado. La casa ha estado abandonada por años.

Jungkook inclinó la cabeza, atrayendo a Jimin hacia él hasta casi pegarlo a su costado. Resopló cuando notó cómo una de las manos de Jimin se deslizaba bajo su sudadera, tocando su piel desnuda. Entrecerró los ojos, mientras el calor de los dedos de Jimin comenzaba a arderle en la piel.

— ¿Una casa abandonada? No es nada sospechoso. — Bromeó Jungkook. Aunque, en realidad, no tenía ninguna otra idea, y un lugar donde quedarse era más que bienvenido dada la situación en la que se encontraban.

— Suena a película de terror, pero era la casa de mis padres. Eran lobos como yo, pero ya no están aquí, y su casa está abandonada.

Jungkook observó las pequeñas manos de Jimin y dejó escapar un silbido silencioso al notar el frío que transmitían. Con un gesto instintivo, tomó la muñeca de Jimin con su mano libre y comenzó a frotar el dorso de su mano para intentar calentarlas. A pesar de su esfuerzo, lo que más le atrajo fue la textura de las manos de Jimin. Murmuró suavemente, fingiendo reflexionar sobre la idea mientras sus dedos seguían en contacto.

— Una casa para nosotros solos. Sin molestias ni interrupciones. Suena como el paraíso. —Murmuró.

— Y sin comida, y sin agua, y sin dinero. —Jimin soltó una risita, dándole un tierno beso esquimal con su naricita.

Jungkook resopló y puso los ojos en blanco ante el beso esquimal. A pesar de su reacción, dejó escapar una suave carcajada, sin dejar de sonreír.

— Eres un aguafiestas. Siempre tan pesimista. — Dijo moviendo la cabeza con fingida decepción. Luego tarareó —. Pero eres mi aguafiestas.

— De todas formas, podemos probar suerte. Quiero decir, la casa está cerca, pero no está en el centro de este pueblo. — Le dijo Jimin, empezando a idear un plan para alejarse del peligro —. Está cerca de un río.

Jungkook miraba a Jimin mientras él elaboraba un plan. Sus ojos se fijaron en él, notando cómo sus cejas se fruncían en una expresión de concentración. No pudo evitar pensar que Jimin se veía adorable en esos momentos, cuando estaba completamente inmerso en sus pensamientos. Sólo en esos instantes de calma total podía apreciar esa faceta de él.

LA LUNA DEL CAZADOR 月 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora