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Park Jimin, un joven híbrido de veinticuatro años, era una fascinante combinación de humano y lobo. Su hogar era una pequeña cabaña de madera, situada en lo más profundo del bosque, rodeada de altos árboles y el constante susurro de la naturaleza.

De carácter profundamente sereno, Jimin valoraba la tranquilidad por encima de todo. Su vida en el bosque le proporcionaba la paz que tanto anhelaba, lejos del bullicio y los peligros de la civilización humana. Con una sensibilidad aguda a los conflictos, prefería mantenerse a distancia de las personas, temeroso de que cualquier interacción pudiera llevar a alguna tragedia.

Lamentablemente, el bosque estaba plagado de cazadores. Familias enteras se dedicaban a acechar y hostigar a sus habitantes, convirtiendo la vida en un constante juego de persecución y peligro. Jimin, sin embargo, era conocido por su paciencia infinita. Podía soportar las constantes amenazas y el acecho, manteniendo la calma en las situaciones más desesperantes. Pero un día, todo cambió. Una mujer, audaz y sin escrúpulos, se atrevió a cruzar un límite sagrado: entró en su casa y envenenó a una de sus queridas mascotas. Ese acto despiadado rompió la frágil paz que Jimin había mantenido con tanto esfuerzo. Su paciencia, aunque inmensa, llegó a su fin. La sed de venganza se apoderó de él, y buscar justicia se volvió inevitable.

Furioso, Jimin se adentró en la noche en busca de los rastros de la intrusa que había osado a traspasar la seguridad de su hogar. Sus ojos, ardientes como brasas encendidas, brillaban intensamente bajo la luz plateada de la luna, proyectando un resplandor siniestro en su rostro. Su cabello negro, usualmente lacio y sedoso, se movía caóticamente con cada zancada, revelando la furia que lo impulsaba. Corría con una agilidad sobrenatural, cada músculo en su cuerpo tenso y en movimiento constante.

Su búsqueda lo llevó rápidamente a una casa de dos pisos, solitaria en medio del silencio nocturno. La edificación, con sus ventanas oscuras y su fachada silenciosa, parecía una fortaleza tranquila, pero Jimin sabía que dentro de sus muros la mujer se encontraba sola, sin imaginar que él estaba a punto de llegar. El aire frío y denso de la noche envolvía a Jimin mientras se acercaba con determinación, su mente enfocada en el enfrentamiento que estaba a punto de ocurrir.

Jimin se encontraba completamente aturdido, incapaz de procesar lo que sucedía a su alrededor. La violencia se desplegaba frente a él, cada golpe y movimiento resonando en su mente como un eco lejano. El bullicio era implacable, un tumulto de sonidos y movimientos que parecían aplastarlo desde todos los ángulos. Fue entonces cuando, de repente, una tercera persona apareció en la escena. Su presencia rompió la rutina frenética del momento, trayendo consigo una nueva capa de tensión.

— Veo que te estás divirtiendo con mi mamá. — Dijo el tercero, un chico alto de aproximadamente veinte años. Sus facciones eran exquisitas, con una nariz prominente que le daba un aire distinguido, y unos ojos grandes y redondos que brillaban con una mezcla de inocencia y astucia —. Mírate, eres un desastre…

Jimin, con la respiración agitada, murmuró una maldición por lo bajo. Podía sentir cómo sus colmillos, aun goteando sangre, presionaban contra su labio inferior. Con un movimiento rápido y nervioso, se cubrió la boca con la mano, intentando ocultar su apariencia monstruosa.

— ¿Qué demonios te pasa? — Preguntó Jimin con una mezcla de incredulidad y furia en su voz, al ver la indiferencia con la que el chico miraba a su madre, que yacía prácticamente sin vida en el suelo.

— Ah, así que puedes hablar. — El chico respondió con ironía, su sonrisa de suficiencia apenas perceptible en la comisura de los labios. Tarareó con satisfacción mientras apoyaba una rodilla en el suelo frente a Jimin y pasaba los dedos suavemente por debajo de su barbilla. Su aliento tenía un leve olor a alcohol, y su toque era sorprendentemente suave y delicado, como si temiera romperlo al acariciar su piel. — Y encima tienes una boca asquerosa. — Susurró, dejando escapar una nota de burla juguetona.

LA LUNA DEL CAZADOR 月 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora