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Vecinos

Wilson apenas conocía a sus vecinos de aquel edificio, tampoco es que sentía la necesidad de establecer una relación cercana con alguien, ya estaba harto de que todo saliera mal con cualquier persona que estuviera.

Sabía también que tenía nuevos vecinos en el departamento de al lado, que el hombre tenía un hijo y era padre soltero o al menos eso logró escuchar de las ancianas que vivían allí.

De igual forma, no quería ni siquiera establecer conversación con los de al lado, aunque si llegaran a toparse, simplemente sonreirá y seguirá su curso.

La mañana apenas comenzaba, pero ya lograba escuchar murmullos, seguramente eran los vecinos, no podía quejarse, de un lado tenía a una señora de 70 años, media sorda y que siempre subía a todo volumen su radio, del otro lado, tenía a aquel hombre con el niño, no tenía derecho a quejarse.

Salió de su departamento, preparándose mentalmente para ese día, trabajar de oncologo era frustrante la mayoría del día.

—¡Buenos días, buenos días! — escuchó una voz bastante animada, se giró levemente para ver a un pequeño, la puerta de al lado estaba abierta, seguramente se iría a la escuela.

—Buenos días — correspondió el saludo mientras sonreía levemente, metió la llave en la puerta para después cerrarla.

—¡Papá, papá, aquí hay un hombre! — gritaba desde afuera del departamento, James simplemente desvío la mirada, planeaba irse de inmediato.

—¡Peter!, deja de molestar a los vecinos, es temprano — regañó para después salir del departamento, Wilson lo miró de arriba hacía abajo, seguramente tenía cerca de su edad, aunque llevaba un bastón, donde se recargaba mientras su hijo decía un par de cosas.

—Buenos días — saludó para no parece maleducado, el ojiazul se fijó detenidamente en el, sabía que estaba juzgandolo probablemente.

—Buenos días, Peter, vamonos — exclamó para tomar con su mano libre la mano del niño, en algún momento los perdió de vista, miró su reloj, estaba por llegar tarde.

—Escuché que la madre del niño murió de cáncer después de que su hijo nació, el padre tuvo un infarto dos años después — escuchó detenidamente lo que las mujeres mayores decían, eso seguramente explicaba lo sobreprotector que se veía, el niño se veía de unos siete años.

Los días siguientes prácticamente fueron iguales, salían a la misma hora, se saludaban de manera natural, hasta que una mañana no los encontró, observó la hora, era la misma de todos los días, se encogió de hombros, esperó algunos minutos y después optó por irse.

—¡Señor, señor! — conocía aquella voz, lo miró un tanto confundido esperando que el niño hablara, estaba por bajar las escaleras —¡Mi papá, no sé que le pasa! — exclamó con voz temblorosa, estaba apunto de llorar seguramente, Wilson se alarmó ante eso, le pidió que lo guiara mientras intentaba tranquilizarlo.

Allí lo encontró, recostado al lado de la bañera, frotándose su pierna con algo de fuerza, conteniendo las ganas de llorar, sus ojos se encontraron repentinamente, House apartó su vista.

—Señor House, ¿Qué sucedió? — preguntó mientras se sentaba a su lado, había mandado al niño a entreterse con otra cosa, mintiendole sobre un resfriado que tenía su padre.

—No te importa, pero si quieres cortarme la pierna yo aceptaré con gusto — bromeó mientras su labio inferior temblaba al ser mordido tantas veces.

—Señor House...— encontró con la mirada un frasco vacío de pastillas, seguramente el dolor no pasaba e ingirió una pastilla atrás de otra.

—Es normal, debería estar acostumbrado a que duela tanto, pero hoy...— explicó en un susurro, James lo entendió, apartó la mano del contrario que tenía en su pierna para poder darle leves masajes en la zona del dolor, debía calmarlo de alguna forma, siguieron en silencio un rato, hasta que sintió un peso sobre su hombro, dándose cuenta que el contrario se durmió.

Lo cargó como pudo, sorprendido al darse cuenta que pesaba menos de lo que imaginaba, seguramente también era unos 4 centímetros más bajo que el, se fijó en el pequeño que ahora dormía cómodamente en el sofá, dejó al ojiazul en seguramente su habitación y llevó también al niño, dejándolo al lado de su padre para que descansen, después de eso salió del lugar en completo silencio para no despertarlos.

Se fue a trabajar y cuando regresó por la noche pudo notar a alguien en la barandilla que estaba a menos de dos metros de las puertas, lo miró, esperando que estuviera bien, se acercó a el de manera lenta.

—¿Te encuentras bien? — preguntó el castaño con un tono suave de voz, intentando no sonar brusco.

—Gracias por lo de la mañana, no sé como pagartelo — respondió mientras ahora conectaba sus ojos con los del más alto.

—No hace falta, así que no te preocupes por eso.

—Peter también está agradecido, hace tiempo no lo veía así de tenso — comentó levemente mientras su tono de voz parecía disminuir cada ves más, notó una mueca de tristeza en sus labios y una idea se plantó rápidamente en su cabeza.

—¿Quieres llevar a Peter al cine el sábado?, creo que los dos necesitan un respiro — sugirió sonriendo hacia el contrario, House alzó una ceja, buscando en su rostro que fuera una especie de trampa o algo similar, se sorprendió cuando notó que hablaba en serio.

—Supongo que estaría bien — correspondió la sonrisa para después alejarse de la barandilla y entrar a su vivienda, James hizo lo mismo mientras suspiraba, algunas veces hacía cosas que ni el mismo entendía cómo.

El día sábado llegó bastante rápido, en cuanto se hizo la tarde los tres salieron del edificio para comenzar su caminata, aunque el castaño haya preguntado mil veces si el ojiazul quería ir en autobús, siempre recibía una respuesta negativa, el más pequeño se río ante la situación, explicándole que su padre algunas veces era bastante terco en algunas situaciones.

Cuando llegaron al cine disfrutaron demasiado, aunque Peter haya gritado emocionado cuando aparecía un héroe en la película, el resto de la tarde se dedicaron a pasear e ir a comer a un pequeño restaurante. Cuando la noche llegó, se despidieron amistosamente, sintiendo ahora calidez en su pecho, completamente felices por ese día.

¿Hilo rojo?, Debe ser una bromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora