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Omegaverse 3

Wilson era un alfa que no sabía cortejar.

House era un omega dominante que odiaba ser cortejado.

Los dos estaban destinados a conocerse, uno intentaba ser amable y el otro era egoista, o al menos así era conocido por todo el hospital.

El omega era rebelde, obstinado y para nada delicado, no era como los de su género, era bello como cualquier omega pero su personalidad no ayudaba.

El alfa era amable, cálido y alegre, nunca le había gustado ser dominante con los omegas, se sentía mal de simplemente utilizar su voz con los más débiles.

—House — el alfa rubio entró a su oficina, encogiendo un poco su nariz al sentir ese olor sofocante que su jefe liberaba cuando estaba enojado.

—Si el idiota de ese tipo estaba tomando esa maldita droga..

—Dio positivo a las drogas — se encogió de hombros mientras miraba al omega, las veces que intentó desafiarlo terminó perdiendo.

—Hijo de perra — gruñó molesto mientras agarraba su bastón para salir de la oficina, el rubio decidió seguirlo en completo silencio.

Detuvo su caminata cuando sintió un leve aroma a fresas con jarabe, olfateo, sabiendo perfectamente de quien era, pero se contuvo, como la mayoría de veces solía hacerlo.

Se quejó con el paciente como si fuera un alfa que le hayan quitado a su omega en contra de su voluntad.

Gruñia, se sentía molesto, su omega interno estaba fastidiado, algo andaba mal.

Se detuvo abruptamente, colocando su mano libre sobre la pared. Su cuerpo estaba calentándose de a poco, oh...ahora tenía sentido.

La oficina de Wilson estaba cerca, su estómago se revolvió, entró de manera lenta, su amigo no estaba allí, fue algo raro de ver eso, ya que siempre estaba en su oficina.

Se sentó en el sofa de manera brusca, la temperatura de su cuerpo aumentaba y sus feromonas comenzaban a hacerse presente, odiaba cuando su celo de presentaba de esa manera y cuando quería.

Su omega se removió algo ansioso, apenas lograba sentir el aroma del alfa, se aferraba a su bastón en busca de consuelo pero no servía demasiado.

La puerta se abrió repentinamente, levantó su cabeza al escuchar el sonido, encontrándose con la mirada confusa del castaño.

—¿House?, ¿Qué suced- — olfateo, fijándose en el ojiazul, sintiéndose algo nervioso ante eso.

—Wilson...— su cuerpo logró tener un ligero temblor, su omega interno tenía un problema con ser tan ansioso por ese aroma tan embriagador que le gustaba.

—¿Otra ves tu celo irregular?

—Es un fastidio.

—¿Esta ves si quieres contacto?

—Nada de sexo aunque me arrodille — bromeó mientras soltaba una leve risa, el castaño se acercó a él para sentarse a su lado.

El omega colocó su cabeza en el hombro del alfa, ronroneando al sentir el aroma, sintiéndose cálido y gustoso ante la comodidad.

—Omega, no puedo soltar más feromonas.

—Por favor...— mantuvo aún más contacto cercano con el oncologo aunque abrió levemente sus ojos al estar en su regazo.

—No demasiado — sintió la nariz del ojiazul en su cuello, lo acercó aún más a su pecho, no pensaría soltarlo en ese momento, ni mucho menos en esa condición.

Sus olores se mezclaron en algún punto, alfa y omega, fresas con jarabe y café dulce, demasiado dulce, dando a entender que el celo estaba cegando al omega.

—Alfa...

—¿No tienes supresores? — sintió el cuerpo del contrario temblar levemente, seguramente no lo vio necesario y por eso nunca tiene un supresor consigo.

—James...

—Pediré que traigan uno, necesito que sigas consiente — pidió con un tono suave, sacó su dispositivo de su bolsillo pero luego sintió aquellos cálidos labios que conocía a la perfección cuando se daba su celo.

—James...

Omega — enredó delicadamente sus brazos alrededor de la cintura del otro, envolviendolo aún más con sus feromonas, meses y aún no sabía controlarse ante ese omega, meses y no lo cortejaba solamente para no molestar al ojiazul.

Los besos comenzaron de una manera lenta pero desesperada por quién estaba en celo.

Resistiéndose como siempre a tomarlo, hacerlo suyo, marcarlo y amarlo, lástima que el hombre del bastón no parecía sentir lo mismo.

Marcame...— se fijó en él, en sus ojos, estaba a punto de abrir la boca cuando recibió aquella mirada, House aún mantenía un poco de su cordura —James, ya no soporto que no lo hagas — reclamó débilmente, y por una ves en mucho tiempo, el alfa se Wilson se emocionó por escuchar esas palabras.

—Greg...

—No des vueltas ahora, maldición — gruñó algo desesperado mientras se movía de manera ansiosa en el regazo de James.

Sintió las manos de su cintura sujetarlo con mas fuerza, el aroma se volvió más embriagador que antes y ahora liberaba a su omega para que haga lo que quiera, ya poco le importaba, porque estaba con Wilson, lo conocía, se sentía cómodo con él, su omega también estaba más que conforme.

Cuando despertó pudo divisar con los ojos entreabiertos dónde estaba, conocía ese olor en la cama, las sábanas tan frescas y cómodas con ese ambiente que siempre lo relajaba.

—Buenos días, traje tu desayuno — saludo con una leve sonrisa mientras colocaba la bandeja en la mesita de luz de al lado.

—Gracias..— tocó de manera leve su cuello, sintiendo algo allí, comenzando a sonrojarse de a poco y observando al castaño quien aún actuaba natural —Realmente lo hiciste.

—Se cuando estás consciente, Greg.

—Necesito atención, ahora. — reclamó de manera brusca, el alfa soltó una suave risa para acostarse al lado del contrario y apoyar su espalda contra la pared para que el ojiazul pudiera colocar su cabeza en su hombro.

—¿Cómo te sientes?

—Me duele el trasero, gracias por ser tan delicado.

—Bueno...yo — desvío su mirada de manera vergonzosa para después escuchar una risa burlona.

Tenía un omega, ahora era suyo, pasaría toda la vida junto a ese hombre que se burlaba de el cada ves que tenía la oportunidad, pero no se arrepentiría, jamás lo haría en su vida, su alfa estaba más que feliz al saber que ahora House estaba con él.

¿Hilo rojo?, Debe ser una bromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora