Capitulo 10

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Entonces la noche arrecia con un fuerte viento que azota las hojas y las ramas de aquel bosque, bosque sumido en la oscuridad y espesura de la niebla gélida de la mañana. ¿Qué hora habría sido en esos momentos? ¿cuatro, cuatro y media? No lo recuerdo, lo que si me acuerdo es que iba jadiando, casi con ríos de saliva que caían como cascadas de mi hocico y con un corazón palpitante al punto de sentir que en algún momento explotaría.

Puedo ver a mi padre trotar frente a mí, dirigiéndome de vez en cuando una de sus frías miradas.

Entonces nuestras miradas se posan en el cielo medianamente nublado, disfrutando plenamente del aire fresco que se estrella contra nuestros rostros.

No hay ni un alma a nuestro alrededor más que las nuestras que yacen sentado sobre los escalones.

—Papá —Escuché a mi lado— ¿Como nacen las estrellas?

—Bueno, hay mucha ciencia en todo eso. —El soplido del viento suena en nuestro entorno— Ellas se forman a partir de nubes frías compuestas por gas y polvo. Estás se encogen y fragmentan. Cada uno de esos fragmentos toman calor hasta el punto de convertirse en estrellas.

—Pero el espacio es frío ¿No?

—Si, lo es. Por eso su nacimiento es más complejo.

—Ya veo... ¿Las estrellas también mueren?

Mi cara se envuelve en sorpresa.

—Pues... Si.

—¿Por qué? ¿Por qué no pueden durar para siempre?

Mis ojos se pierden en él por unos segundos. Segundos en el que el pecho se contrajo.

—Porque no todo es eterno. Las estrellas también cumplen un ciclo: nacen, crecen, envejecen y mueren...

—Ya veo... —En sus ojos, puedo ver aquel malestar y cómo estos se vuelven cristalinos. Pero también puedo apreciar sus esfuerzos por mantener la frente en alto.

Lo abrazo sin dudar.

—Morir no es malo, Isaac. Es natural... Y duele, pero el tiempo sana las heridas, las cicatrizan y las dulces memorias perduran por el resto de nuestras vidas.

—¿Y tú también te morirás?

El silencio domo el lugar por varios segundos.

—Algún día. Hasta ese entonces, procurare cuidarlos, procurare divertirnos y hacerlos sonreír cada minuto de cada día, de cada año. Les enseñaré todo lo que tengan que saber para que cuando llegue ese momento, puedan ser fuertes mientras sigan viviendo.

Después de un fuerte abrazo y unas cuantas lágrimas pasando por nuestros rostros, caminábamos por medio de los pasillos, ascendimos por las escaleras a petición suya y, cuando llegamos, dudó.

—Es... ¿Es raro que no quiera entrar? —Preguntó con mucha vergüenza mientras se le humedecían los ojos.

—No... También estoy nervioso.

—¿De verdad?

—De verdad.

A mi mente, vuelve el recuerdo de los últimos segundos. Yo no quería entrar esa vez, tenía miedo a lo que fuera que viese, y la verdad, no hubiera entrado si no fuera por la insistencia de mi padre. Agradezco eso, sino también me estuviera torturando por eso.

Me arrodillo frente a él y con una gentil sonrisa, digo:

—Inhala. —Isaac obedece, tomando un gran bocado de aire— Exhala.... Inhala... y exhala.

Sombras Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora