Epílogo

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Es impresionante volver a sentir esta sensación tan fresca y fría rozando por mis dedos. Mis pulmones se acostumbran al ambiente de a poco a la par que me voy adentrando cautelosamente por medio de ese sendero. Busco detenidamente entre las piedras mientras soy acompañado por el crujido de las hojas.

Tantas lápidas... Algunas viejas, otras nuevas, pero el lugar, el ambiente, sigue siendo igual de pacífico. Una inmensa paz que arrulla a sus habitantes con el susurro del viento.

Finalmente la encontré.

Al parecer, ha recolectado algo de polvo tras tanto tiempo. Lo limpio con una sonrisa nostálgica.

—Hola... —Susurré— Perdón la tardanza, es que eh estado muy ocupado con mi nuevo puesto y con varias cosas más que no eh podido visitarte.

Tomé asiento mientras permitía que la brisa acariciara mi pelo.

—¿Como estás? Espero que bien, en donde sea que estés... Nosotros también estamos bien, algo cambiados, pero bien. Isaac y yo hemos progresado mucho gracias a Jack. Y si, ya sé lo que dirás, pero que puedo decir... Finalmente decidí dar el primer paso y admitir que tenía un problema con esos traumas, con esas sombras que me acechaban desde los catorce. Isaac finalmente dejó de tener pesadillas con esa arma, al igual que yo. Y Bell... Joder, Bell continúa siendo igual de optimista e inocente. Me alegra verla sonreír, al igual que su hermano.

A mi mente, llegan recuerdos recientes en donde preparó su delicioso desayuno y los veo llegar con emoción, listos para contarme sus planes de hoy.

—Están bien.

De mi abrigo, voy sacando aquella figura de madera. La misma mariposa que había ocultado en lo más profundo de mi habitación.

—Y yo también lo estoy. Porque, ahora, eh aceptado esas sombras...

Brus caminaba por esos pasillos estrechos e iluminados hasta llegar a una sala muy amplia y repleta de personas. Los murmullos que había escuchado hace un instante se ensordecieron y abrió paso al silencio salvo por sus pasos firmes que, a pesar de su vejes, continuaban esparciendo respeto en su entorno.

Se detuvo en la tarima.

—Los eh llamado aquí por una razón. Mis empleados.

Lucky y Mackenzie yacen sentados junto al resto, expectante de su jefe, jefe que rara vez llegaba y que muy pocos lograban conocer, como el caso de Lucky.

—Eh aceptado el hecho de que jamás podré desprenderlas de mí.

Los empleados se mostraron sorprendidos. Pese a no verlo recurrentemente debido a los distintos edificios que tiene dentro del país, realmente sorprendía escucharlo decir sobre su retiro. Un hombre, ya en su vejez, había logrado manejar su empresa alrededor del mundo sin tener tantos tropiezos. Los hubo, sí, pero siempre eran solucionados.

La razón de su retiro: cáncer de pulmón. Había descuidado tanto sus pulmones, incluso cuando empezaba a notar el problema, que el daño empezaba a ser algo grave. Esto era algo agridulce para él. Morirá, pero... Finalmente se encontrará con su esposa.

—Fueron años de labores muy difíciles y más para mantener a flote esta empresa. —Admitió— Lo logramos, y mi trabajo aquí ha terminado. Es el momento de ceder el puesto a alguien más. A mi sucesor.

—Ni ignorarlas.

Chris se llevó todas las miradas de la sala, esperando expectante a que este tomara el puesto de su abuelo, Brus. Él sonríe, incorporándose sutilmente para acercarse.

Sombras Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora