Capitulo 11

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Mount Coot-Tha Forest, monte que se exponen como un titan frente a los pobres ojos del labrador. Quien yace de pie, cansado y con los pies medianamente quemados. Sin embargo, un ligero alivio poseyó su cuerpo después de haberse dado la espalda y ver todo el desgraciado camino que había recorrido. Sin duda fue un rumbo de piedras, un camino de mala suerte, uno en el que el mundo parecía impedir a toda costa que aquel labrador lo lograra. Él lo supo cuando quedó atascado en el tráfico y tuvo que abandonar el auto, lo supo cuando vio calles cerradas y lo sabe cada vez que escucha el gruñir de las nubes, sin embargo, él está ahí. Cansado, pero está ahí, a los pies del último tramo que tenía que tomar.

Su celular vibra y solo le tomo dos segundos para ver el numero en la pantalla.

—Brus...

—¿Te viniste a pie? —Preguntó al otro lado de la línea. El labrador frunce el ceño y ahoga un gruñido.

—No estes bromeando conmigo anciano. Todas las cosas que pasan en la ciudad no deben se coincidencia ¡Fuiste tú! ¡¿No es cierto?!

—Acusar así a una persona es muy feo.

—¡Deja de jugar conmigo! ¡La vida de mi esposa peligra y solo me haces perder tiempo!

—La recompensa es real, Jean Luc. Y no, yo no hice eso o lo que sea que hallas encontrado en el camino. Estuve aquí todo el tiempo desde que llamaste.

El labrador gruñe.

¡BROOOOOM!

Exclamaron las nubes, cada vez más grises y gigantescas.

—Una tormenta se avecina. —Comentó Brus al otro lado de la línea— Los segundos mueren, Jean Luc. Fugazmente.

El labrador aprieta los puños con el dolor en la garganta vigente. Su jadeo va disminuyendo lentamente para que, cuando haya tomado un respiro, vuelva alzar la mirada con gran determinación.

—Te espero en la cima... Éxitos.

Colgó.

Las brisas chocan contra su rostro mientras el cielo parece estar a punto de caerse en pedazos. Sus recuerdos lo inundan, empezando desde aquel campamento en donde la conoció.

Bluey, es lo que pareciera susurrar el viento.

"¡Si! Tú lo atrapas desde atrás" su voz resonaba por el bosque. Recuerda sus pasos en aquel campamente, recuerda las risas que compartieron y recuerda como jugaban de pequeños.

A por el cerdo salvaje.

La tierra se desgarra del suelo con tal fuerza que parecía haber sido generada por un vehículo. El labrador corre con las esperanzas más vivas que golpeaban su corazón y lo hacen latir a por mil para que no se detuviese. Esas ramas no son nada para sus pies, esas espinas que se clavan en él cuando atraviesa arbustos no son nada para su piel, esas rocas que generan algún que otro tropieza tampoco lo son. ¡Porque cuando el labrador está dispuesto, sabes que se levantara con el polvo en su cuerpo!

Esos días de frustración deben servir para algo, esos días en el que se rompió la espalda no deben ser en vano, ese sueño... aquel sueño de mantener a su familia completa, es por lo que ha luchado y...

¡NO DEBO DETENERME!

Las nubes empiezan a llorar al ver su cuerpo demacrado por todo ese tiempo sin descanso. El tiempo fluye, pero no puede tener la noción de esta, porque lo único que tiene en la cabeza ahora es: "TENGO QUE LLEGAR".

Sus extremidades arden, sobre todos sus pies. Se siente tal cual como esa vez que su padre lo castigo haciéndolo trotar por la montaña. Nauseas, dolor, jadeos, sed, toda una oleada de agonía que golpeaban contra él mientras más subía.

Sombras Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora