ONCE

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—Me dijiste que traiga ropa cómoda ¿Como iba a saber que iríamos a una fiesta?—. Protesto con cara de pocos amigos.

La noche ya había caído. Cían ya se había duchado y preparado para la fiesta, sin embargo Luke se había pegado a la bata negado a ir a una fiesta de famosos con su ropa ordinaria, sobre todo luego de ver lo bien vestido que iba Cían.

—Oh bueno pero eso tiene una solución muy sencilla mí zorrito—. Luke se tenso por aquel repentino apodo, se erizo como un gato en alerta.

—¿Como que zorrito?— protesto pero fue ignorado completamente por Cían, quien le hizo señas para que lo siguiera hasta una puerta anexada a su habitación.
Era un armario bastante grande, lleno de prendas de todas las marcas, zapatos de todos los colores, bolsas, maletas y miles de accesorios.

—Si bien soy más alto seguro encontramos algo que te quede—. Cían rebuscaba entre las prendas mientras Luke miraba asombrado la cantidad exageradamente grande de ropa que tenia. Aunque no era para menos, el simple hecho de que viviera en una casa así de grande el solo ya era una exageración a sus ojos.
—Esto podría quedarte—. Cían extendió sobre el cuerpo del hombre una camisa blanca algo traslúcida para su gusto y unos pantalones color beige oversise, creando un conjunto para nada similar al estilo despreocupado y colorido que el menor solía usar.

—¿Tiene que ser tan transparente, no tienes una más...conservadora?—. Tomó la camiseta entre sus manos, haciéndose a la idea que con ella se le vería todo.

—Seguramente pero yo soy un accesorio para nada conservador y por si lo olvidas hoy seré tu compañero—. Se cruzó de brazos negado a darle otra prenda.
—Oh puedes usar tu ropa colorida si quieres—.

Maldiciendo por lo bajo, Luke tomó las prendas y se marchó a prepararse.

Pocos minutos después reapareció entre las paredes. Se notaba desde lejos la incomodidad que traía, sin embargo al mayor se le cayó un hilo de baba al verlo. Sus marcados y notoriamente entrenados abdominales se veían a la perfección tras la tela blanca, sin embargo era debido a que la luz en la habitación era muy fuerte, por lo que sin duda en la playa la gente no lo notaría pero era algo que no iba a decirle a Luke, pues el puchero imborrable en su cara se había vuelto su gesto favorito. Cían se acercó al menor y rodeo su pequeña cintura con un cinturón color negro y un dije dorado de gucci. Con la suficiente delicadeza se aseguró de rozar lo más posible el cuerpo del menor, aferrándose a ella una vez acabo de prender el dije.

—Te vez increíble...—. Susurro girando delicadamente al chico para que quedara frente al espejo de pared.
Su belleza era inigualable, tan particular como única.

Cían solía recibir ropa de diversas marcas totalmente regaladas. Durante mucho tiempo nisiquiera sabía que hacer con ella pues acababa siendo más de la que pudiera guardar, sin embargo este conjunto parecía haber sido específicamente diseñado para Luke, tanto el color como la tela resaltaban las tonalidades naturales del menor.

Luke nunca se había vestido así, nisiquiera para las fiestas. Siempre fue un chico muy improvisado y clásico, su armario estaba repleto de sudadedar y camisetas por lo que verse frente al espejo vistiendo totalmente diferente no le desagrada del todo. El pantalón se ajustaba bien a su cuerpo pero a la vez era suelto y para nada apretado y la camisa dentro de este por más que se transparentara un poco, nisiquiera era lo sufiente dándole ese toque elegante. Mientras que el cinto que Cían acababa de ponerle completaba por completo el outfit.
Aunque para ser sincero lo que más le gustaba era el "accesorio" que lo abrazaba por detrás, ese accesorio que asomaba su rostro por su hombre y que había tenido que inclinarse un poco para poder quedar de esa manera. El se había encargado de que se sintiera cómodo, incluso que una fiesta ante sus ojos sonará divertida.

Ambos permanecieron unos segundos en completo silencio, mirando sus reflejos, mirando sus ojos en el espejo.

—¿Que te parece si nos tomamos una foto?—. Cían se alejó un poco claramente nervioso.
—Gabi me a estado escribiendo todo el día, seria buena idea si le mandamos una foto para que vea que estas bien—. Luke asintió recobrando la compostura, sin embargo había algo que no podía salir de su cabeza, que no podía quitárselo de ahí y que necesitaba hablar con él mayor.
Sin embargo mientras Cían tomaba la foto la idea de arruinar el viaje con una conversación que probablemente acabaría mal lo hizo reflexionar al respecto.

Había estado saliendo tres años con una mujer con la cual se veía caminando hacia el altar. La misma noche en la que se enteró de su engaño se acostó con su hermano, el cual es un hombre y que ademas le quito la maldita virginidad de su trasero. A decir verdad la parte de que fuera hombre no le afectaba demasiado. Nunca se había considerado gay, nunca tan siquiera le habían interesado los hombres pero... ¿Porque con Cían era diferente?, ¿Porque estando con él nisiquiera le dolía la traición de Nora?. Estaba tan confundido, ese día estaba jodidamente hebrio nisiquiera recordaba con certeza lo que había pasado aquella noche pero al despertar el dolor en su espalda baja y el hombre desnudo junto a él unieron los cables por si solos. Luego de eso Cían había estado actuando raro, habían pasado mucho tiempo solos y la pasaban bien, de vez cuando y cuando la ocacion se lo permitía Cían se atrevía a besarlo, besos que cada día le gustaban más y más al menor, pero era tan irritante que nisiquiera hayan hablado de lo que había pasado. ¿Porque mierda actuaba de esa manera tan indiferente?¿Tanto le costaba aclarar lo que verdaderamente sucedía entre ellos?.

En un brote de coraje que todos sus pensamientos habían creado Luke se arrojo sobre Cían, dejándolo tirado en la cama aturdido mientras miraba al menor desconcertado.
—¿Que haces?—. Río nervioso.
—Aclarando todas esas ideas que me están matando—. Susurro sobre el chico pegando sus labios con necesidad sobre los del mayor.
Un beso que poco a poco cobro más y más fuerza e intensidad, al mismo tiempo que sus respiraciones se agitaban pidiendo a gritos que se separaran para tomar aire pero ninguno quería hacerlo, ninguno de los dos quería soltarse.
Las manos de Cían lograron meterse debajo de la camisa del menor, deslizándose por esa suave piel que tanto deseaba.

—¿Estás seguro de esto?¿Y la fiesta?—. Dijo Cían con su respiración agitada, mirando completamente ido de sus cabales al menor, quien tenía el rostro completamente rojo y los labios inchados.

—Es nuestra única noche aquí ¿Porque perder el tiempo yendo a una tonta fiesta?—. Ese último puchero que hizo el menor acabo con toda la cordura del mayor quien de un solo movimiento invirtió toda la situación quedando sobre el menor, sediento y deseoso de su cuerpo.

—Tienes razón. No perdamos el tiempo entonces—. Susurro sobre sus labios.

La Puerta A Tu Corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora