QUINCE

0 0 0
                                    


—¿A dónde vas con tanta prisa?—. Dijo confundida por la situación pero más que aliviada de volver a verlo.

—Mamá lo siento yo...—. Se safo del agarre del mayor quien hizo un gesto de total desgrado por ello.
—Estaba por volver a casa. Cían me iba a llevar—. La mujer finalmente noto al joven, quien se achicó como un caracol al notar sus ojos verdes sobre el.

—Cían Lorren. Tanto tiempo sin verte—. Musito acercándose para darle un cálido abrazo.
—Mírate niño ¿Que te sucedió en esa hermosa cara?—. Luke pestañeo confundido sin comprender la escena.

—Nada de lo que deba preocuparse señora. Estoy bien—. Sonrió como si la conociera de toda la vida.
—También me alegro mucho de verla de nuevo—.

Luke miraba de un lado al otro, curioso de la situación. Sin embargo decidió guardar silencio pues sabía que su madre tenía un buen castigo preparado para el, así que lo evitaría lo más posible.

—Lamento mucho lo de Nora. Imagine que como tu novio tu...—. Luke cerró sus puños con fuerza, armandose de valor.

—Ya no somos novios madre. Vine aquí acompañando a Cían, sin emabrgo como dije estaba por volver a casa—. La mujer permanecio en shock unos largos minutos pero finalmente sonrió muy ligeramente.

—Bien. Tu padre y yo tenemos turno nocturno y tu hermano está en la veterinaria. De todos modos no creas que te salvarás de nuestra conversación mañana—. Luke asintió aceptado su sentencia de muerte.
—Ve a casa. Date un baño y ordenen algo de comer. A sido un día largo para ambos—. Presionando ligeramente el hombre del menor se alejo para seguir con su ronda. Fue entonces cuando Luke centro su atención en un hombre que intentaba escapar.

—¿Tu y yo ya nos conocíamos verdad?—. Cían rasco su cabeza.

—No realmente, solo te había visto de lejos cuando iba a jugar con tu hermano pero nunca hablamos—.

Pese a que toda su familia parecía conocer a Cían, el menor no tenía recuerdos de él. No había alguna imágen que le recordará al mayor jugando con su hermano o yendo a su casa, pero entonces se le ocurrió una idea.

—¿Has cambiado mucho a cuando eras niño?—. Cían pensó durante unos segundos antes de asentir.

—Vamos a tu casa y te muestro—.

...

Después de llegar al hogar del menor y que este se de una rápida ducha mientras esperaban  que la pizza llegara Cían decidió mostrarle un par de fotos de su niñez a Luke.

—Ahora todo tiene mucho más sentido. Te recuerdo bien solías venir muy seguido a jugar con Gabriel—. Cían asintió avergonzado.
—Aunque era lógico que no te iba a recordar. Has cambiado mucho—.

—¿Tu crees? Perdí algo de peso y me deje crecer el cabello. La pelada en invierno me provocaba muchísimo frío—. Luke río divertido con sus palabras.

Cuando Cían le enseño la foto de cuando era niño lo recordó con facilidad. Recordó a aquel niño de piel Morena, gordito y pelado que regularmente visitaba a su hermano y quien lo ignoraba pese a que en más de una ocasión intentara acercarse a él.
A su vez se le hizo más que obvia la razón por la cual no lo recordaba y es que la pubertad le había pegado tan duro al mayor que hasta su tonalidad de piel había cambiado.

—Que curiosa es la vida...—. Cían acurrucó al menor entre sus brazos, mientras este seguía ojeando las fotos. Había muchas en su mayoría de conciertos y de su gato.
—¿Porque decidiste ser músico?—.

—La verdad no fue algo que eligiera como tal. Simplemente sucedió—. Cían enrollaba sus dedos en los cabellos naranjas del menor.
—Algo que comenzó como un juego de niños se volvió algo difícil de controlar.—. Luke noto como una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—¿Y tu que planeas hacer después?—. Luke miro con curiosidad al menor.
—Estás a pocos meses de terminar el instituto ¿Que planes tienes para después?—.

Era la primera vez que le preguntaban algo asi. Era bien sabido para el que sus padres habían tomado aquella decisión por el. Lo comprobo cuando le llegó una carta de aceptación en su buzón de una universidad a la que nisiquiera se había inscripto.
Ser médico no era su sueño ni mucho menos su pasatiempo favorito. Creció viendo a sus padres trabajar exhaustivamente en el ámbito médico y oyendo las quejas de su madre por los interminables dolores de espalda debido a las largar horas de guardia. El no quería eso. No deseaba pasar cinco años de su vida estudiando cada centímetro de la anatomía básica del humano para luego estudiar mil cosas más y pasar el resto de su vida de esa manera. No queria abrir a una persona para sacarle el hígado ni mucho menos tener que decirle a alguien que su familiar había muerto. Ese no era el estilo de vida que el queria. De hecho el quería algo muy diferente a ello.

—Quiero ser ilustrador. Crear mi propio manga—. Susurro como si temiera ser juzgado, pero en vez de eso Cían lo miro con absoluto asombro en sus ojos.

—Eso suena increíble ¿Te has postulado a alguna universidad?—.

—Me aceptaron en la escuela de medicina de Harvard—. El mayor se extraño.

—Pero no querías...—. Luke nego.

—Lo que yo quiera y lo que debo hacer son dos cosas diferentes. Mis padres desean que siga con el rubro familiar así que hicieron hasta lo imposible para que fuera aceptado en esa universad—.

En una maniobra demasiado rápida como 11para que Luke reaccionara de ante mano, Cían lo subió a sus piernas tomándolo con delicadeza por la cintura. Luke aún no estaba acostumbrado al contacto tan repentino e indiscreto que el mayor tenía hacia el, por lo que su rostro se había vuelto una manzana viviente y su corazón estaba por estallar debido a la velocidad con la que iba.

—Deberías de comenzar a hacer cosas de las que no puedas arrepentirte. Ser un gran mangaka será una de ellas y si ese es tu sueño lucha por el. No tienes porque hacer realidad los sueños de los demás. Es tu vida mi zorrito—. Y entonces como si cada una de sus palabras hubieran sido el faro que el barco que navegaba Luke hubiera necesitado, lo hizo recapacitar, lo hizo entrar en razón.

—Tal vez tengas razón—. Dijo con aquel nudo que permanecia en su garganta desde que habia visto esa carta finalmente desatandose.

Mientras daba cortos pero húmedos besos al menor, una idea para nada loca (en sus pensamientos) lo invadió apartando al menor exageradamente rápido.

—Vamos a Japón—. Dijo con los ojos bien abiertos, llenos de emoción.

—¿Que?—. Luke pestañeaba sin comprenderlo por completo.

—Este invierno vamos a Japón, de vacaciones. Sólo tu y yo—.

La Puerta A Tu Corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora