DOCE

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—Mierda— Cian volteo quedando frente a frente con Luke.—No puedo dormir—. Para su sorpresa el menor permecia con sus ojos abiertos como los de una lechuza.

—Yo tampoco...—. Susurro con una voz ronca.
—De hecho hay algo de lo que me gustaría hablar contigo—.  Cían oía atentamente al menor mientras acariciaba su cabello.

La fiesta se había ido al carajo después de la primer sesión de besos y sobre todo después de todo lo demás. El teléfono de Cían no había dejado de sonar en toda la noche sin embargo se le había hecho imposible responder, sobre todo con lo negado que estaba Luke de soltarlo.
Luego de unas cuantas rondas que acabaron con las energías del mayor y la cintura del menor, el sueño se negaba a cooperar con ellos.

—¿Que se supone que somos?—. Cían se mostró sorprendido por su inesperada pregunta —La primera vez que lo hicimos estaba muy ebrio y la actitud que tomaste luego de ese día me confundió mucho—. dijo decaído
—Como no volviste a tocar el tema y parecía que querías que fuéramos amigos creí que lo mejor era olvidarlo pero luego estaban esos besos tan repentinos que me confundian por completo o esos gestos tan extraños pero románticos que hacían que mi mente fuera un campo de batalla. Creí que si lo hacíamos de nuevo sin alcohol de pormedio finalmente podría entender algo más de lo que....—. Cían lo interrumpió con un beso, un beso cálido y tierno.

—Me gustas Luke. Me gustas más de lo que crei que alguien podría gustarme—. El corazón del menor se detuvo ante la confesión repentina.

—Pero entonces porque...—.

—Bueno...salías con mi hermana, eras hetero. Creí que la mejor manera de acercarme a ti era poco a poco, ganándome tu confianza y dándote tiempo para que descubrieras por ti mismo lo que sentías. Lo que querías...—. Luke no podía creer lo que escuchaba. Se oía tan irreal, tan bueno.
—Eres tan perfecto ante mis ojos que no quería hacer nada que pudiera alejarte de mi. Te volviste el centro de mi universo tan rápido que fue difícil procesarlo. Lo siento si te hice sentir mal—. Cada palabra que decía salia con delicadeza, sinceridad y tranquilidad.

—Tu también me gustas...—. Luke tomó la mano de Cían la cual permanecia recargada en su mejilla, aferrándose con fuerza a ella.
—No se que hacer con esta precion que siento en mi pecho. Tengo tanto miedo pero a la vez no puedo evitar querer estar contigo—. Cían sintió ternura, una calidez que nunca había sentido en su pecho mientras miraba los ojos desesperados del menor, ojos que buscaban una respuesta, una solución, un punto aparte a su problema y Cían tenía bien en claro como solucionarlo.

—¿Entonces que tal si me dejas estar a tu lado?—. Sus ojos se conectaron con tal profundidad que parecía ser magia misma. —Déjame amarte cada día de mi vida—. Un nudo se formó en la garganta del menor mientras que los ojos se le cristalizaron.
Siendo observado por aquellos ojos azules profundos que creyó acabaría odiando el menor comenzó a llorar inconsolablemente pero no por tristeza, si no por una extraña sensación de liberación. Como si una presión de una tonelada hubiera dejado su cuerpo ¿Acaso una confesión podía tener tal poder?.

—Eso me haría muy feliz...—. Susurro entre los brazos del mayor, quien uniendo sus labios sello aquellas palabras. Aquella promesa silenciosa de amor eterno.

...

A la mañana siguiente Luke se despertó con una sensación completamente nueva. Mas liviano, más feliz. Como si realmente fuera alguien diferente.
Al mirar hacia arriba se encontró con la belleza inigualable de Cían quien dormía con el aspecto de un ángel mientras se aferraba a su cuerpo listo para evitar que se escapara, o así lo dijo el la noche anterior.

Aun no podía creer que tenía una relación con aquel chico. Que fácilmente estaba saliendo con el. Que lo amaba y que quería pasar el resto de su vida a su lado. Su corazón comenzó a latir con fuerza al recordar cada palabra que le dijo anoche y todas las que susurro en su oído mientras este se quedaba dormido.
Debía de lidiar con muchas cosas al volver a casa, principalmente decirle a su familia que era Gay, lo cual en su mente era todo un reto y posiblemente lo más complico. Ademas de ello estaba la escuela.
Todos en la escuela creían que simplemente se llevaba muy bien con su ex cuñado, sin embargo la mentira no duraría mucho tiempo. Nora se enteraría después de todo era su hermano y esta no guardaría el secreto, lo gritaria a los cuatro vientos y era más que seguro que nada bueno vendría con ello.
Una parte de si mismo se sentía reconfortado de que Cían haya aparecido en su vida durante su último año de clases de es manera las peores cosas solo las tendría que soportar durante poco tiempo. Luego de la graduación se iría del pueblo y podría vivir tranquilo su nueva vida como univeristario o al menos así lo pensaba.

Estirando un poco el brazo evitando despertar al mayor tomó su celular Para su sorpresa unos 40 mensajes tanto de sus padres, como de su hermano y de sus amigos habían llegado a lo largo de la noche y de la mañana. El chat grupal que tenia con sus amigos había sido una locura durante la noche. La mayoría de mensajes provenían de allí, pero cuando vio el tema con el que suma urgencia sus amigos querían que viera, su corazón se salio por su garganta.

—Nora...—. Apretó con fuerza su pecho, mientras resistía fallidamente las lágrimas.

—¿Que sucede?—. Cían quien miraba asustado al menor tomó su mano para intentar consolarlo. Fuera lo que fuera que le estaba sucediendo era algo muy grabe pues el chico estaba pálido ido de esta realidad y con una cara de horror que daba miedo.
—Luke ¿Que carajos paso?—. El miedo en el mayor subía al no recibir respuesta del menor, fue entonces cuando le arrebato el celular de las manos y vio aquellos mensajes.

"Nora sufrió un accidente, esta muy grave en el hospital. Los doctores creen que no sobrevivirá".

Y fue entonces donde el mundo de Cían se paro por completo.

La Puerta A Tu Corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora