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— Hoseok, aquí estoy — dije entrando a su consultorio, tratando de sonar tranquilo. — Para que me necesitabas — pregunté, curioso sobre la razón de la cita.

Hoseok me miró con una expresión seria. — Jimin, siéntate por favor — señaló la silla frente a él, su voz era amable pero firme. Me senté, sintiendo un poco de nerviosismo. ¿Qué quería decirme? Hoseok se recostó en su silla.

— Jimin, sobre tu abuelo — se detuvo, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.

— ¿Qué pasa con él? — pregunté, sintiendo un poco de impaciencia.

Hoseok suspiró y se inclinó hacia adelante, sus ojos se clavaron en los míos. — Jimin, tu abuelo... — se detuvo de nuevo, como si estuviera tratando de encontrar la manera de decirlo.

— ¿Qué pasa con él? — repetí, empezando a sentir un poco de ansiedad.

Hoseok finalmente habló. — Jimin, el corazón de tu abuelo ya no resiste más.

Las palabras me golpearon como un golpe, me sentí como si me hubieran quitado el aire de los pulmones.

— ¿Qué... — balbuceé, tratando de procesar la información. Me sentía como si estuviera en shock, no podía creer lo que estaba escuchando.

— Lo siento, Jimin. Hemos hecho todo lo posible, pero... — se detuvo, como si no quisiera decir más.

Me sentí un nudo en la garganta, tratando de contener las lágrimas. No podía perder a mi abuelo, no ahora.

— ¿Cuánto tiempo? — logré balbucear, tratando de saber cuánto tiempo me quedaba con él.

Hoseok suspiró. — No mucho, Jimin. Un par de días, como máximo.

Me sentí como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago. Un par de días, eso era todo lo que me quedaba con mi abuelo.

— No puede ser posible, Hoseok, yo no puedo perder a mi abuelo — dije, sintiendo un dolor intenso en mi pecho.

Me sentía como si estuviera viviendo una pesadilla, como si todo esto fuera un mal sueño del que iba a despertar en cualquier momento.

Hoseok se levantó de su silla y se acercó a mí, poniendo una mano en mi hombro.

— Lo siento, Jimin. Sé que esto es difícil para ti. Pero debes estar fuerte, por tu abuelo y por ti mismo.

Me sentí un nudo en la garganta, tratando de contener las lágrimas. No quería llorar, no quería mostrar mi debilidad. Pero no podía evitarlo. Las lágrimas empezaron a caer, y no pude pararlas.

Hoseok me abrazó, dejándome llorar en su hombro. — Está bien, Jimin. Está bien — me decía, tratando de consolarme. Pero nada podía consolarme en ese momento. Mi abuelo se estaba muriendo, y yo no podía hacer nada para evitarlo.

🐰🐮

— Permiso — dije entrando a la oficina del supervisor.

Eunwoo me miro con una sonrisa amable desde detrás de su escritorio.

— Oh, Jungkook, pasa, ven, siéntate — dijo, haciendo un gesto hacia la silla frente a su escritorio.

Asentí y me senté, tratando de parecer tranquilo a pesar de la ansiedad que sentía.

— ¿Cómo has estado Jungkook?

— Bien señor Eunwoo, gracias por preguntar — sonreí.

Aquí te dejo una continuación:

Eunwoo asintió, su sonrisa se mantuvo en su rostro. — Me alegra saber que estás bien, Jungkook. Pero sé que has estado pasando por un momento difícil últimamente. Con lo de tu madre — se detuvo, como si no supiera cómo continuar.

Asentí, sintiendo un nudo en la garganta que me impedía hablar con claridad.

— Sí, señor Eunwoo. Ha sido muy difícil — logré decir, tratando de mantener la calma a pesar del torrente de emociones que me embargaban.

Eunwoo asintió de nuevo, su expresión era compasiva y llena de empatía. — Lo siento mucho, Jungkook. Pero quería hablar contigo sobre algo que requiere tu atención — dijo, y se inclinó hacia adelante en su silla, acercándose a mí con un gesto de confianza. Me miró fijamente, y me sentí curioso sobre lo que iba a decir. — Quería pedirte que me acompañes a Daegu — dijo de repente.

Me sorprendí tanto que no pude evitar expresar mi incredulidad. — ¿Qué? — pregunté, tratando de procesar la solicitud.

Eunwoo asintió, como si esperara mi reacción. — Sí, no te preocupes, hablaré con Jimin sobre esto. Sé que eres su guardaespaldas ahora mismo, pero de verdad necesito a alguien en quien confiar.

Aquí te dejo una versión mejorada de ese texto:

— Pero señor, yo... — comencé a objetar, pero Eunwoo me interrumpió con un gesto de su mano.

— No te preocupes, Jungkook. Solo piénsalo y después hablamos con Jimin, ¿de acuerdo? — dijo, con una sonrisa tranquilizadora.

Asentí con duda, aún procesando la solicitud de Eunwoo.

— Si eso era todo, me retiro — dije, haciendo un gesto de levantarme de la silla, mientras mi mente seguía procesando la solicitud.

Eunwoo asintió, con una sonrisa amable. — Sí, eso es todo por ahora, Jungkook. Gracias por tu tiempo. Piensa en lo que te dije y hablamos luego — dijo, despidiéndome con un gesto de su mano.

Me levanté de la silla, aún sintiendo la duda y la incertidumbre, pero sabiendo que debía considerar la solicitud de Eunwoo y tomar una decisión.

🐱.

Me encontraba en mi habitación sintiendo un poco de aburrimiento, así que decidí tomar un poco de aire fresco y dar un paseo por los pasillos del hospital. Estaba caminando en dirección recta, sin un destino en particular, hasta que vi que la puerta de la habitación de la madre de Jungkook estaba abierta. Mi curiosidad se despertó y me acerqué un poco más, sin saber qué esperar.

Vi una figura de un hombre que se encontraba frente a la camilla de la madre de Jungkook. Me pareció muy extraño, ya que sabía que la señora Jeon y Jungkook no tenían familiares en Seúl. Entonces, me pregunté quién podría ser ese señor y qué hacía allí, en la habitación de la madre de mi amigo. Mi curiosidad se intensificó y me acerqué un poco más, tratando de no hacer ruido para no interrumpir el momento.

— Así que estás viva — escuché decir al hombre, con una voz baja y suave.

Pero no pude escuchar más, ya que parecía que alguien se acercaba por el pasillo y no quería ser descubierto. Rápidamente regresé a mi habitación, con la curiosidad de saber quién era ese hombre y qué relación tenía con la madre de Jungkook. La frase que había escuchado resonaba en mi mente, llena de misterio y preguntas sin respuesta.

Estaba sumido en mis pensamientos, tratando de procesar lo que había escuchado, cuando de repente sentí un dolor intenso en mi marca. Empezó a arder y quemar muy fuerte, lo que me hizo hacer un quejido de dolor.

De repente, la puerta de mi habitación se abrió y me sobresalté. Abrí los ojos sorprendido y vi a una persona parada en el umbral.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté, tratando de ocultar el dolor que aún sentía en mi marca.

𝕾𝖔𝖈𝖎𝖆𝖑 𝖈𝖑𝖆𝖘𝖘𝖊𝖘 - kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora