25. Distancia

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Verlo caer en mis brazos me desmoronó por completo; no sabía qué hacer ni cómo actuar al respecto. No paraba de llamarlo, pero no contestaba. Apestaba a alcohol que tiraba para atrás, no podía creer que se hubiera bebido medio bar. Quería matarlo en ese momento, pero estaba tan desesperado porque no despertaba que me daba mucho miedo perderlo. Lo cargué en brazos y salí corriendo de "El Nido". No encontraba mi coche por ningún lado; el estrés del momento me nublaba la mente. Después de detenerme un minuto para pensar dónde lo había dejado, mirando esa cara pálida, Lo veía tan frágil, ¿quién le manda a beber de esa manera? Me estaba volviendo loco, hasta que al fin recordé dónde estaba el santo coche y, con mucha angustia, nervios y miedo, me dirigí al hospital.

El camino al hospital fue espantoso, una mezcla de angustia y desesperación se apoderaron de mí. Cada vez que lo miraba, apenas se movía, y su piel parecía más pálida bajo la tenue luz de las farolas. Las manos me temblaban sobre el volante, y la velocidad a la que conducía me asustaba tanto como la idea de no llegar a tiempo. Las calles, normalmente familiares, ahora eran como un laberinto interminable. Me repetía en silencio que todo iba a estar bien.

Finalmente, vi las luces del hospital a lo lejos, y un pequeño alivio me recorrió el cuerpo. Sin embargo, cuando llegué a la entrada de urgencias, la realidad me golpeó de nuevo. Me apresuré a estacionar el coche y lo saqué en brazos, tropezando con mis propios pies por el peso de la desesperación más que por el suyo. Entré casi a los gritos, llamando a la primera enfermera que vi.

"¡Ayuda, por favor! ¡Está inconsciente y no despierta!" dije, con la voz quebrada.

De inmediato, un equipo de médicos y enfermeras se apresuró hacia nosotros, tomándolo de mis brazos y llevándolo rápidamente hacia una camilla. Mientras lo llevaban, uno de los médicos me hacía preguntas rápidas y precisas, a las que respondía con la mayor claridad que mi estado de shock me permitía.

"¿Qué tomó? ¿Cuánto tiempo ha estado inconsciente? ¿Cuántos años tiene?"

Las palabras salían atropelladas, pero logré explicar que se había desplomado en medio de una discusión, que no sabía cuánto había bebido, que normalmente no lo hacía y que acababa de cumplir 20 años hace poco más de cuatro meses. Me pidieron que esperara en la sala de urgencias mientras lo llevaban adentro para ser examinado. Me quedé de pie, sintiendo un vacío en el estómago y un nudo en la garganta cada vez más apretado. El tiempo parecía detenerse.

Finalmente, una enfermera se acercó a mí. Su rostro era amable, pero no podía leer nada en su expresión. "Está en buenas manos", dijo, tratando de consolarme.

No sabía qué decir, así que simplemente asentí. Me senté en una de las sillas de la sala de espera, con la mente dando vueltas en espiral.

El sonido del reloj en la pared era insoportable, cada segundo se alargaba como una eternidad. Otras personas entraban y salían, algunas con lágrimas en los ojos, otras con rostros llenos de esperanza. Yo estaba atrapado en una especie de limbo, entre la realidad y el miedo a lo que pudiera venir.

Después de lo que pareció una vida entera, el mismo médico que lo había recibido salió al pasillo. Su rostro estaba relajado, y mi corazón volvió a bombear con calma. Se acercó a mí despacio, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, comenzó a hablar.

- Bueno, primero que todo, ¿eres familiar del paciente? - me preguntó con firmeza.

- Sí, bueno, soy su novio - respondí. Ahora mismo no estábamos en nuestro mejor momento por la mentira que me había estado ocultando durante un año entero, pero seguía siendo mi novio... al menos por el momento.

- Ah, bueno, pues tu pareja ha sufrido un desmayo por el exceso de alcohol en su cuerpo. Le hemos tenido que hacer un lavado de estómago - me dijo aquel buen hombre.

Mi primer Amor 💘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora