Mi primer Amor 💘

27. Fin de la espera

Martin

Sentía un vértigo que me atravesaba por completo, una mezcla de ansiedad y emoción. Las ganas de verlo eran inmensas, y me dejé llevar por la insistencia y la alegría de todos. Me moría por volver a estar con él. Este mes había sido difícil de sobrellevar; ir a "El Nido" y verlo tan vacío sin él, ni siquiera la gente que venía a divertirse podía llenar el vacío que sentía en ese lugar sin su presencia.

Carla habló con su madre para que se encargara del negocio mientras nosotros íbamos a ese último concierto. Era una locura, algo repentino, pero sin duda la mejor locura que había hecho en mi vida. Odiaba volar, y él lo sabía; hacer esto sin él a mi lado, sin su mano para calmar mi ansiedad, era un sacrificio enorme. Solo esperaba que lo valorara y no me lanzara el micrófono al verme. Pero ahí íbamos, todos ilusionados y felices, listos para verlo triunfar en el cierre de su gira y, por fin, aclarar todo de una vez por todas.

El avión despegó, y mientras las luces de la ciudad desaparecían bajo nosotros, no pude evitar que los nervios se apoderaran de mí. Mis manos temblaban ligeramente, y mi hermana, que estaba sentada a mi lado, lo notó.

- Oye, tranquilo, va a salir todo bien - dijo, dándome una palmada en la pierna.

- Lo sé, lo sé... - respondí, aunque mi voz no sonaba tan convincente.

- Has estado esperando este momento durante semanas. No pienses en lo que podría salir mal. Piensa en lo que va a salir bien - me animó Kiki desde el asiento de enfrente, girándose para mirarme.

Asentí, intentando concentrarme en sus palabras. Tenía razón. Este viaje no era solo para verle cerrar su gira; era para cerrar un capítulo importante de nuestras vidas y comenzar uno nuevo, juntos.

Las horas de vuelo se me hicieron eternas. Entre el zumbido constante del avión y los pensamientos que iban y venían, apenas pude descansar. Cada vez que cerraba los ojos, me imaginaba su rostro, su sonrisa... y esa maldita última conversación en la que me dijo que necesitaba tiempo de verdad y no el que le estaba dando en ese momento. ¿Habría cambiado algo desde entonces? ¿Estaría más claro sobre lo que quería? ¿Y si lo que él quería ya no era lo mismo que yo?

El avión aterrizó en Gran Canaria al amanecer. El calor de la isla nos recibió en cuanto salimos del aeropuerto, y una ráfaga de aire cálido me hizo sentir que, de alguna manera, estaba volviendo a casa. Pero el alivio solo duró un momento antes de que los nervios volvieran a instalarse.

- ¡Venga, chicos, no hay tiempo que perder! - exclamó Carla, siempre la más entusiasta del grupo.

- ¿Cómo vamos a hacer para que no nos vea? - pregunté, preocupado, mientras mi mente repasaba todas las posibles formas en las que nuestra sorpresa podría salir mal.

Ya que íbamos a ir de sorpresa y quería que nos viera después del concierto, no quería que mi presencia lo desconcentrara y le hiciera dar un mal concierto, pero, siendo honesto, sabía que era imposible. Con la fuerza de su voz y esa presencia imponente en el escenario, nada ni nadie podría detenerlo.

Carla, siempre tan resuelta, me miró con una sonrisa tranquila.

- Tranquilo, tenemos un plan. - dijo, mientras Kiki y los demás asentían.

- ¿Un plan? - respondí, levantando una ceja.

- Sí, un plan - continuó Carla. - Nos vamos a mezclar con la multitud, como fans más, y nos quedaremos en la parte de atrás durante el concierto. Después, cuando cante la canción que te dedicó, que es la última del concierto, subes al escenario. Y el resto... es cosa tuya.