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Mew

Pasada la una de la madrugada, se escucha un crujido en mi puerta.

Me tenso, pero no reacciono. Escucho y espero, con el cuerpo quieto pero el corazón y la mente acelerados.

Racionalmente, sé que el sexo con Gulf es una mala idea. Él ha sido explícito sobre su deseo de volver a casa, su disgusto por vivir aquí y por los Bratva. Dejarlo ir, dejarlos ir, será difícil. Me he acostumbrado a vivir en una casa con ruido y animación. A no comer solo y a encontrar figuritas de acción tiradas por la casa. A los paseos de Gulf y a la rutina escolar de Leo.

En vez de correr a casa, debería pasar algunas noches en mi apartamento de Moscú. Entreteniendo a una de las mujeres ansiosas y dispuestas a hacer lo que yo quiera, que se mojan porque soy el Pakhan, no a pesar de ello.

Pero cuando por fin se abre la puerta, sé que no lo echaré. Sólo con el sonido de sus suaves pasos sobre la madera, mi polla se agita. La anticipación me recorre. Con Gulf, se siente familiar y nuevo. Como si lo hubiéramos hecho cientos de veces, pero también es la primera vez.

―¿Estás despierto?

Las cortinas están corridas, así que no puedo ver nada más que su forma básica en la oscuridad. Pero parece que se está mordiendo el labio.

―Sí.

Se escucha un crujido de telas y sus pasos se acercan. Me aparto del lado de la cama y tiro las sábanas a un lado en señal de invitación silenciosa. El colchón se hunde ligeramente bajo su peso y él se desliza a mi lado. No hay nada más que una piel suave y cálida contra la mía. Está desnudo y escucha un suspiro de sorpresa cuando se da cuenta de que yo también lo estoy. Mi mano se desliza por su costado y explora su espalda, sintiendo cómo su piel reacciona a mi tacto. Se estremece y se acerca más, con su polla erecta rozándome. Deslizo una mano entre sus piernas y descubro que está mojado. Introduzco un dedo en su entrada. Gulf suelta un gemido ahogado que va directo a mi polla. Sus caderas se retuercen, tratando de estimular más fricción.

―Te afeitaste.

Mi mano explora su sexo y Gulf vuelve a gemir.

―Pensé que... lo preferirías.

Joder si saber que Gulf hizo esto por mí, pensó en mí, y está intentando complacerme no me excita aún más.

―Prefiero lo que tú prefieras.

Mi polla está dura e impaciente, pero no quiero que sea un polvo rápido. Tengo ganas de alargarlo, de hacerlo gritar, suplicar y correrse varias veces. Con Gulf, es natural dar prioridad a su placer sobre el mío. Verlo y sentirlo destrozado es lo que me excita.

Lo pongo boca arriba debajo de mí. Lo beso y le chupo la lengua mientras le acaricio la polla con los dedos. Cuando mis labios se acercan a su cuello, jadea. Desciendo hasta su pecho, jugueteando, lamiendo y chupando mientras sigo masajeando lentamente su longitud. Se retuerce debajo de mí, intentando cabalgar sobre mi mano.

―¿Impaciente? ―Reduzco la velocidad de mi mano a un ritmo agonizante.

―Joder, Mew. ―Se arquea contra mí. No podrías deslizar un trozo de papel entre nuestros cuerpos.

―Quiero tu culo, Gulf. Quiero que supliques por mi polla.

Me parpadea como si estuviera bromeando mientras le meto un dedo, sus músculos palpitan contra mi dedo y sus caderas se balancean contra mi muslo. Cada vez que mi erección roza a Gulf, su agujero se aprieta más, como si imaginara que mi polla está dentro de él.

Sus dedos se clavan en mi espalda.

―Te deseo tanto, Mew. Necesito que me llenes. Necesito que me folles. Por favor. ―Se aprieta a mi alrededor de nuevo, y esta vez, sé que es a propósito―. Por favor.

SECRETOS PELIGROSOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora