Godfrey

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Godfrey:

“Ella es la mujer más hermosa e indiferente que mis ojos han visto, sé que esos rumores son falsos, no podría hacer algo tan bajo como jugar en los baños con alguien como él”.

Sus visitas a la habitación del jabón tampoco cesaron, antes necesitaba el producto para limpiar las cortinas, ahora para abastecer con jabón corporal el cual es más delicado y posee diferentes olores.

—¿Este le gusta, señorita Evalys? —El joven llamado Godfrey salió de su costado y le enseñó uno trozo tallado con forma de rosa —. ¿Es usted de los dominios? ¿Verdad?

Sujetó entre sus manos la linda rosa hecha con delicadeza y supo que Godfrey la había creado para ella, un sentimento cálido se instaló en su pecho y asintió.

—Es una muestra de mi aprecio por usted —confesó rascando su cabeza, Evalys sacó un pañuelo de su manga y envolvió la rosa hecha de jabón, desprende un aroma muy agradable.

Luego de recoger los suministros salió del lugar con su mirada muy feliz, el joven encargado de los jabones y aseo se paró en la puerta con un brazo apoyado en el marco y la observó con una sonrisa pérdida.

Una joven sirvienta quien también había ido a buscar suministros para terminar de restregar las cortinas vio a Evalys cruzar.

—¿Te va bien bajo la entrepierna del príncipe? —comentó la joven al pasar a su lado, Evalys se detuvo y la confrontó.

—Ese es solo asunto mío, preocúpate por tus cortinas —sentenció para luego darse la vuelta e irse.

La sirvienta quien reconoció a la nueva favorita que no paraba de ascender como la “tonta de la carreta” se tragó sus palabras y se dispuso a ir al cuarto del jabón, pero cuando llegó halló al encargado admirando el paisaje justo por dónde Evalys se había marchado.

—Ja... Quién diría, al final prefieres las cosas baratas —susurró para sí misma la joven, tuvo una idea muy arriesgada en su mente.

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Esa tarde Evalys sacudía los tapices con una escoba, para ser la amante del príncipe sigue limpiando y sin poder lavar su cabello solo hasta los fines del ciclo, pero tampoco se esmera pues no puede enjuagarse con el miembro del príncipe Maegor en la boca. Un hombre irrumpió en su lugar de trabajo cuando no esta en los baños, este hombre vestía una armadura semi completa y se paró frente suyo con firmeza.

—Soy guardia del príncipe Maegor —reveló el hombre de armadura —. La solicita en el patio trasero, detrás de la fuente de rosas.

«¿Verme en un lugar?», él jamás la citó fuera del baño donde tampoco tienen un contacto más allá del sexual, Evalys se asustó, solo tiene este vestido ya sucio.

Se sacudió y siguió al guardia sin perder más tiempo, tal vez él desea decirle algo, así caminó a pasos acelerados hasta cruzar la fuente y atravesar el campo donde un joven practicó su puntería.

Parado en el campo de tiro interno, el joven sujetó el arco apuntando y lanzó, directo a la diana.
Evalys se acercó con cautela, había viento y no tenía abrigo así que se abrazó a sí misma, su falda se levantó un poco como así su cabello cubrió su cara.

—Me casarán muy pronto, ¿sabes? —comentó el príncipe sin mirarla, sacó otra flecha y apuntó, no es bueno prácticar tiró con este viento pues desvía la flecha, aún así el príncipe daba una y otra vez en el centro.

A Evalys la noticia no la sorprendió, es lo normal, su hermano mayor también se casó con esa joven mujer deslumbrante que vio en el banquete, ambos muy apropiados, seguramente para el príncipe Maegor también hallaron a una dama igual o quizás más impresionante.

—Felicitaciones, mi príncipe—le felicitó, sus guardias también estaban presentes, él no guardó las apariencias.

—¿Felicitaciones? —preguntó con tono molesto, Evalys sabe lo delicado que es su temperamento y no supo dónde falló.

Hubo un silencio incomodo, los guardias miraron para otro lado, son files siervos de la reina y ahora de su hijo, no están obligados a intervenir si su príncipe se excede con una simple sirvienta del palacio.

“Ve por las flechas”, ordenó.

Evalys supo que estaba enojado, él actúa mal cuando está feliz, actúa peor cuando algo lo molesta. Su compresión acerca de la naturaleza de este joven es simple, él es simple: No ama, no quiere, no es una buena persona y no posee una pizca de empatía.

Caminó al frente bajó la mirada de los hombres y con temor sacó la primera vara incrustada, está muy profunda clavada en el objetivo.

“¡Flash!”, cruzó a su costado una flecha con velocidad que aterra, Evalys detuvo sus movimientos un segundo y llevó su mano a la nueva vara clavada sacándola y regresó también con ella, su caminar firme y su postura tiesa como acostumbra, parado con una sonrisa ladina Maegor la miró y extendió su mano apenas pudo, Evalys quiso darle las flechas pero el avanzó más sujetandola del brazo para atraerla hacia su cuerpo.

—¿A caso sintes algo? —la pregunta no pudo ser respondida pues al siguiente segundo el príncipe la había agarrado del cuello para chocar sus bocas en un fogoso beso, Maegor abrió la boca y dio un mordisco directo sin pudor alguno pero Evalys tensó la mandíbula impidiendo que la lengua entre.

Como besar una estatua, petrificada quedó con los ojos abiertos y los llevó a los guardias quienes desviaron la mirada. Por su parte, el príncipe no se molestó por la actitud indiferente ante un acto tan caliente sino que esto lo prendió más e intentó abrir esos dientes cerrados presionando su lengua con fuerza, mordió el labio de Evalys y ella dio un quejido dando pasó así al joven voraz, en un segundo la comió por completo.

En unos días llegarían los Hightower y al irse se llevarían al príncipe Maegor a pasar unas semanas con ellos para reforzar la unión, él no parecía feliz.

Ahora no solo veía a Evalys en los cuatros de baño, sino que también le gustaba llevarla a que lo vea entrenar antes que se fuera y tengan que separarse, Evalys contó los días para celebrar la partida del príncipe y rezar que esa joven prometida toque su corazón y lo enamore tanto que no desee regresar de la región del dominio.

Una noche al regresar a su habitación halló un papel en el suelo, abrió la hoja y con letra desorganizada la citaba a verlo en un pasillo casi oculto.

“Señorita Evalys, aunque no corresponda a mis sentimientos déjeme decírselos en persona y rechaceme si así lo dicta su corazón”.

Desde hace días que no visita la habitación de baño, ¿Godfrey ha enloquecido? Se preguntó qué quería decirle exactamente, ¿puede ser que por fin un hombre se haya enamorado de ella sin importarle su rostro frío y su ahora horrible reputación?

Con los pensamientos enredados decidió: «Iré a verlo», siempre soñó que un joven como él le propaga matrimonio, entonces jura que dejará todo, su convicción por escalar, y huirá con él.

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A chinga, pobre Evalys, lo que le toca. Ella cree que puede huir del loquito 😔 no aprendió nada de Avice y Maissa

La sirvienta del Príncipe Maegor (Maegor Targaryen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora