¡Me encantas!

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Me encantas:

“¿Te gusto o te gusta lastimarme?”.

—Ven aquí, recuestate en la cama y abre las piernas —repitió con lentitud enmarcando cada palabra luego de no obtener una reacción por parte de la chica —. A veces creo que no eres consciente de lo sucede entre nosotros dos. Te dije que vengas y cumplas tu deber como amante.

La orden dejó a Evalys estática, no quería, su respiración se agitó y quiso negarse. Las vestiduras del príncipe fueron quitadas con rapidez, desde el principio visitó su habitación con intenciones perversas.

Iba a rogar piedad, que solo la deje paz cuando la puerta se abrió, Laysa junto con Lilla se pararon frente suyo, ambas jóvenes observaron el panorama: De Evalys en un rincón hasta el joven con cabellos blancos y ojos violetas quien desataba su chaleco sin prestarles atención.

—Lo sentimos, alteza —se disculparon agachando la cabeza para luego cerrar de nuevo la puerta.

Esas dos nunca habían visto al príncipe Maegor pero sabían que era él.

Una idea cruzó por la cabeza de Evalys, ella acercó su cuerpo hasta donde Maegor se quitaba por completo la camisa dejando al descubierto su piel ligeramente bronceada por las horas bajo el sol, él tomó la cercanía como una propuesta para besarla la cual aceptó gustoso, pero Evalys hizo su cabeza hacia atrás.

—Ellas dos son mis compañeras —dijo con sus manos recorriendo el pecho del joven, él parecía atento a todo lo que saliera de su boca —. Una Ríos y una bravosi, ¿no quieres que se nos unan esta noche, mi príncipe? Temo no ser suficiente para complacerlo, estuvimos mucho tiempo separados.

Lilla estará feliz, Laysa ya tiene un amante en el castillo pero desconoce su identidad, ambas aceptarán acostarse con el segundo príncipe, confía en ello.

Maegor la atrapó en un abrazo por la cintura pegando así sus torsos, por más de ser dos años menor que ella él es más alto, y mucho más fuerte sin duda.

—Me acosté con la Hightower, no estoy en abstinencia —reveló, Evalys tuvo esperanzas, las cuales él demolió con solo una frase —. Lo odie, pero sirvió para mantener mi pene entretenido, por otro lado espero que tú sí estés necesitada luego de no tenerme en varios días... A no ser que hayas frecuentado esa habitación en la parte trasera donde un cierto cerdo hierve grasa todo el día —Ante sus palabras negó efusiva —. Eso espero, si me llegase a enterar de lo contrario... Ah, solo cuida tu cabeza, Evalys. En fin, odie a la ramera hipócrita, todo el día hablando de religión y los siete esto, los siete aquello, apenas nos quedamos solos para “orar” la puse contra una banca y me la cogí.

«¿Odia a su prometida?», se puso nerviosa, las manos del príncipe bajaron los tirantes del vestido para dejar al descubierto sus senos los cuales no dudó en masajear.

—¿Por qué? ¿No era lo suficiente hermosa? —se animó a preguntar, tanteó el terreno mientras él se entretenía con sus pecho, los dedos cayosos pellizcaron con malicia.

—Muy —respondió, giró su dedo en la aureola del seno —. Tenía unos pechos impresionantes, un gran trasero y una vagina apretada... Pero... No es mi tipo de mujer —Con un rápido movimiento la tiró a la cama, Evalys gateó hasta el extremo para verlo parado en el filo desatando su cinturón —. Gritaba como un asno y quería que nos casemos de inmediato, creo que la mataré luego de unos días, no la soporto.

—¿Y hay de mi propuesta? —Quiso intentarlo, Maegor bajó su pantalón para tirarlo del otro lado de la habitación y se subió a la cama acercándose con su pene semi erecto.

Para no estar en abstinencia parece muy animado.

—No me prende una dama noble, ¿crees que me prenderán tus dos amigas putas? —se burló, atrapó la pierna y la arrastró.

La sirvienta del Príncipe Maegor (Maegor Targaryen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora