No soy él

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No soy él:

“Solo porque eres tú te perdonaré hoy”.

Caminó por el pasillo sin mirar a los costados, ya eran las altas horas de las noches y la oscuridad se comía cada rincón.

—¿Godfrey? —llamó hacia el pasillo, pudo ver una figura sentada con las piernas cruzadas, movía su pie impaciente.

«No es Godfrey», dedujo muy tarde, la persona salió de la sombra con un aura que Evalys nunca había sentido, se paralizó al instante y sus manos temblaron.

—No soy él.

La voz del príncipe viajó hasta los oídos de Evalys, cargó consigo una amargura brutal.

—Yo... —habló retrocediendo, él caminó en su dirección —. Yo no entiendo, su alteza.

La risa del joven inundó el aire, se limpió la cara aguando sus impulsos más bajos y comentó como había llegado hasta ese pasillo.

“Principe, no se deje engañar. Venga a ver a su favorita enredarse con otro hombre”. En este mismo pasillo.

—¡Es mentira! —exclamó Evalys, Maegor no paraba de sonreír aunque eso no parecía una sonrisa.

—¿Entonces por qué estás aquí? —interrogó, ella calló al instante —. Sí, eso creí.

Marcando cada paso se fue aproximado hasta poder verla directamente a los ojos, había una intensidad animal en los violáceos orbes dal príncipe.

—¿A quién esperabas encontrar? —preguntó el joven príncipe, arqueó una ceja curioso, Evalys pudo notar como un ojo le temblaba delatando lo tenso que se halla.

—Lo siento... ¡Ah! —no tuvo tiempo de pedir perdón como corresponde, el duro puñetazo la desorientó, cayó al piso.

—¡¿Lo siento?! —gritó colérico el príncipe, la levantó por los hombros y estampó su cuerpo contra la pared.

El golpe la dejó estática, intentó apartar los hombres del joven que la atacó y hundió su cabeza en su pecho, cuando lo hizo pudo ver los ojos con motas moradas en la oscuridad, olió el aire y tenía un tinte de licor.

—¿Qué? —lanzó el príncipe subiendo su falda, con sus brutas manos buscó la intimidad y hundió los dedos sin piedad alguna —. ¿No gritas aunque te estén ultrajando?

—Hmm —tarareó Evalys, algo le dijo que esto sucedería desde el primer momento, la intromisión la hirió.

Fue ingenua y cayó en una trampa, siempre procuró no pisarle la cola al dragón pero alguien ideó un plan para acabar con ella. No tenía como explicar, todo apunta a que es culpable.

El joven estaba eufórico, desprendió su cinturón de un tirón y se presionó contra el cuerpo ajeno orgulloso de su deseo.

—Pero... —habló su piel —. No es ultraje, ¿verdad? Ya has probado mi verga, si ya la metí en tu boca que más da si la meto en tu vagina.

Es el último paso para aceptar su régimen, su total control, siempre estuvo a su merced desde aquel día en el establo, él puede y hará lo que le plazca con quién se le plazca.

No tenía que decirle que no debía luchar, por que ella se mantuviera quieta y lo golpeara, «es un crimen golpear a un príncipe», él quería forcejear, la sostuvo y enterró su boca en el cuello de la chica.

—¡Ah, no! —exclamó Evalys, los dientes filosos traspasaron su piel enterrandose en la carne, «como un perro en celo» insultó en su interior.

Estaba por perder su virginidad con un príncipe, para cualquier pueblerina sería un sueño hecho realidad, verían las infinitas posibilidades: «se siente antinatural», algo incorrecto y desagradable, no lo quiere.

No hubo besos o preparativos, contra la pared de piedra el levantó sus piernas y a la fuerza se adentró en cada empujón abriendo la intimidad de la joven, Evalys cerró los ojos y soportó el dolor punzante en su interior al ser penetrada por un miembro largo y robusto.

—¡Ah, ha! —jadeó buscando aire el príncipe, la tenía levantada sin poder tocar el suelo, es muy fuerte para mantenerse así tanto tiempo y apenas empieza.

El golpe contra la piedra le lastimó la espalda y con ello dio un pequeño quejido, él le prestó atención y la pegó contra la pared para volver a oír el quejido, Evalys levantó la cabeza buscando una salida.

Por la extensión del pasillo resonó el traqueteo al ritmo de las embestidas, duras atornillando con brutalidad a la joven contra la pared de piedra, el largo miembro la abrió por completo obligándola a ceder por la fuerza: Arriba y abajo, abajo y arriba, la sostuvo penetrando con ferocidad, Evalys lo vio un momento para darse cuenta que él tenía la boca abierta mientras ahogaba sus jadeos con las telas del vestido, las mordió aguantando los gemidos que quería soltar, como si no estuviera siendo lo suficiente ruidoso ya.

Decidió cerrar sus ojos e imaginar que no es el cruel príncipe Maegor sino el gentil y trabajador Godfrey quien la toma y no es por fuerza sino delicadamente en un lecho nupcial, la bofetada la sacó de su boda regresandola a ese pasillo por donde varios soldados cruzaron haciendo la vista gorda.

—No sueñes despierta cuando me tienes enterrado dentro tuyo —le advirtió y Evalys asintió, él extendió su mano y tocó la mejilla por la que caía una lágrima —. Solo mírame a mí y no te volveré a golpear —lo decía mientras hacía un desastre con la intimidad de la joven, por ese pene corrieron hilos rojos.

El príncipe no supo quién envió la carta, lo tomó como una simple broma al comienzo hasta que bebió unas copas y la curiosidad lo llamó, acudió al punto sintiéndose un imbécil por caer en algo así.

Consideró irse a dormir antes que alguien lo viera esperando en ese pasillo como un imbécil, sin embargo su sangre hirvió al ver a la joven sirvienta levantada a altas horas de la noche yendo a su encuentro.

“¿Godfrey?” , solo que no es él a quien llamó sino a un sujeto del cual no sabe nada, guardó ese nombre en su cabeza, ambos merecen el mismo castigo: La muerte. Pero no puede tolerar la idea de perder a su mascota favorita... no aún.

—Con este castigo será suficiente.






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Desde un comienzo advertí que él era malo.

No hay que olvidar que Maegor por una infidelidad borró a toda una familia y pueblo de la faz de tierra, él no perdona esas cosas. Perdonó a Evalys dándole un castigo también muy cruel e inhumano, solo porque no la quiere matar.

De Godfrey váyanse despidiendo porque ese Maegor es bien rencoroso.

La sirvienta del Príncipe Maegor (Maegor Targaryen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora