Jugar con el príncipe Maegor

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Jugar con el príncipe Maegor:

“Si lo hago una vez se aburrirá y no volverá”.

Atender los baños de las mujeres es un trabajo más elevado, no tan exigente como lavar ropa todo el día lo cual destruye la espalda.

—Muchas gracias —le agradeció al encargado, el hombre delgado y alto le hizo una seña con las manos para restar importancia.

Su labor fue subiendo de nivel cada día más, quizás pueda llegar a partera real o nodriza en algún momento, primero tiene que conseguir una buena matrona que la acepte como aprendiz, el camino es largo a una vida digna.

Aunque no había muchas damas en el castillo, pues solo había una reina a la cual no gustaba la compañía de otras mujeres, y dos príncipes, así que fue una sorpresa al llegar a su puesto y hallar a un guardia en la puerta.

—Vengo a atender a la señora —dijo Evalys ante el hombre, este asintió y se apartó sin problema alguno.

Dentro del cuarto de baño el vapor cubrió con una nube, «¿será la reina Visenya?», se preguntó ansiosa, alistó sus esponjas y esencia con distintos aromas frutales.

—Mi señora —habló y la figura en la tina dio un carraspeo que a Evalys no le pareció el de una mujer, observó con temor.

Quién se sentó en la tina apoyando los brazos a los costados no fue una noble dama sino el joven quien atormenta sus pensamientos e irrumpe en sus sueños volviendolos pesadillas.

—¿No vas a cumplir tu labor? —oyó la pregunta maliciosa, él se acomodó con la cabeza echada hacia atrás y cerró los ojos.

—Este es un baño de mujeres —mencionó llamando la atención del príncipe quien le lanzó una mala mirada.

«¿Debo avanzar?», sí, ese es su deber después de todo. No daba crédito a lo que veía, el príncipe Maegor estaba completamente desnudo bajo el agua, sin pudor alguno en un baño de mujeres.

«Él ni siquiera me recuerda».

Sumergió la esponja en el agua y se animó a tocar esos formados hombros, lo vio entrenar el otro día y puede afirmar que pone mucho empeño en ello, además de agradarle la idea de golpear sin castigo a sus sacrificados compañero de lucha.

—Hmm —lanzó el joven ante el toque suave, Evalys pasó sus manos desde los hombros hasta los antebrazos, un largo camino, será un chico grande.

Tiene que hacer su trabajo sin titubeos, es así como funciona, si es lo suficiente diligente entonces tendrá un buen puesto dentro de poco y tal vez pueda comer dos veces al día, esa idea la puso de buen humor y descuidó un segundo su mano la cual fue a parar en el pecho del príncipe, quiso quitarla rápidamente pero otra mano la había tomando para retenerla.

—Así... —mencionó la voz profunda del joven, su rostro estaba rojo por el vapor o la excitación que mostraron sus ojos nublados, él obligó a la mano a descender hasta su entrepierna la cual cubría el agua y tocar una trozo de carne duro y palpitante —. ¡Ah! —abrió la boca para jadear, el simple toque lo hizo dar un empujón con su cadera hacia arriba.

«¡Es su...!», tiene la mano en el pene del príncipe Maegor Targaryen, debería cortarsela ahora mismo antes que la reina Visenya lo haga.

La mente de Evalys trastabilló, tenía la mano hundida en el agua y su ropa mojada hasta el hombro, el príncipe se sentó con las piernas abiertas mostrando su entrepierna y con sus dos manos reteniendo la de la chica bajo el agua, animandola a sujetar el miembro pero Evalys no reaccionaba.

—¡Hazlo! —Perdió la paciencia, abrió sus ojos con enojo —. ¿Para qué crees que vine hasta aquí? Si me voy sin correrme colgaré tu cabeza en lo alto de la fortaleza.

Un joven frecuentando a una sirvienta, sacándose la ropa, en una edad tan hormonal que solo piensa en fornicar y pelear, solo podía buscar una compañera, dispuesta o no, para saciar sus deseos sexuales.

Las amenazas hicieron reaccionar la mente de Evalys, avanzó sin trastabillar acariciando la larga longitud la cual no puede ver ya que está oculta por el agua, ¿él tiene vergüenza y por eso lo hace de esta manera? Claro que no, solo está jugando, relajado en el agua caliente cubierto por el vapor mientras una mano femenina jala su pene, eso es el príncipe Maegor.

Si bien no habla mientras están jalando su miembro, si da unos prolongados: “Hmm”, haciendo saber que le gusta el trato recibido.

Evalys Dunkh nunca había tocado un pene, está sorprendida con el contacto piel con piel, pero sí ordeñó docenas de vacas en la granja Dunkh.

El príncipe sujetó con firmeza la mano de la chica y le dio ligeros tirones en la cadera de atrás a adelante, como si se la estuviera cogiedo a ella en vez de su palma.

«Solo imagina que es una ubre», así movió su mano queriendo sacar lo que sea que libere de  esa ubre enfurecida el príncipe, para su sorpresa se hizo más ancha en su mano y continuó palpitando, él dio un empujón distinto sin poder evitarlo y Evalys supo que estaba por estallar, con un jadeo y un fuerte empuje en el agua quedó desparramada la semilla.

El ambiente se fue calmando y la liberó del agarre mortal, sonrió sin aire muy gustoso. La sirvienta por su parte se levantó con su mano entumecida y quiso secarse.

—Uff... —resopló manteniendo su alegría en alto.

Cuando se levantó del agua dejó su cuerpo al desnudo con un pene colgando muy rojizo y aún semi parado, se estiró sin pena alguna y salió de la tina, Evalys se apresuró a darle una bata y este puso sus brazos para que ella lo sirva, también se mostró muy complacido por el cuidado de la joven.

Así fue como masturbó al segundo príncipe en los baños, se preguntó qué hacía en las aguas de las doncellas pero no pudo preguntar, no deseaba cruzar palabras con él. Y como vino se fue, aunque está vez con una sonrisa, no sin antes dejar en claro cuanto le gustó.

—Eso fue bueno —comentó como si hablara del clima, Evalys tenía la mitad del cuerpo empapado y su mano le dolía.

Fue la primera que ayudó al príncipe Maegor a resolver sus problemas fisiológicos, no pudo resistir, es solo su mano, mientras no exceda ese límite aún puede huir de su influencia macabra.

Mientras Evalys Dunkh razonaba con frialdad acerca de las relaciones humanas, un joven con el cabello aún mojado se tiraba en su cama con los brazos abiertos y la parte delantera de su pantalón separada de lado a lado, solo podía pensar entre fantasías perversas: “me follaré su garganta”.

La sirvienta del Príncipe Maegor (Maegor Targaryen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora