26 de Abril, noche
Al despertar, Santiago sentía sed, la garganta le fastidiaba de una forma como no había sentido hace bastante tiempo, sería en medio de la noche cuando esto ocurrió, sentía como el frío le mataba lentamente, miro por la ventana mientras sentía como si alguien estuviera detrás de él, observo al horizonte o lo que podía ver de este para distraerse un poco de la realidad en la que estaba metido.
Finalmente, la garganta le traiciono y le obligo a buscar algo que beber, yendo hacia la cocina y sirviéndose un vaso con agua, tomo algo del líquido y luego se quedó observando al vaso y entre pensamientos se perdió hasta encontrar una alternativa y escape a la situación, se quitó la ropa, llena de sangre y suciedad, observo el estado en el que si cuerpo se encontraba, bastante delgado, incluso a pesar de poder comer, se vio las costillas y luego se mojó la cabeza, para luego entrar en la nevera, esperando que esta se convirtiese en su ataúd.
Pasaron unos segundos y empezaba a arrepentirse de la manera que había elegido, empezó a temblar y gritar de desesperación.
—Eres patético, sabes?— Dijo el hombre, observaba la nevera desde afuera mientras su hijo lentamente se congelaba.
—Jódete...— Respondió el otro, unos segundos más dentro se sintieron como un infierno, los ojos pesándole y con las ganas de quererse morir de inmediato, en ese momento el hombre abrió la nevera y lo saco de ahí en una forma violenta.
—Marica, hazlo como un hombre al menos— Dijo mientras apuntaba a sus manos.
Santiago, algo tembloroso, se empezó a ahorcar, con sus propias manos se tomó del cuello y apretó con algo de fuerza para luego parar y ponerse a llorar.
—No puedo!— Dijo mientras observaba con humillación al hombre.
—Yo jamás te he amado, pero, desafortunadamente...— Respondió el hombre antes de ahorcar a su hijo. —Te envidié desde el momento que naciste, por llevarte todo el amor de tu madre solamente.—
En esos momentos solo hubo silencio, las manos del hombre apretaron con más fuerza hasta que eventualmente el hombre soltara el cuello del menor. Se quedó viendo el rostro humillado y hasta podría considerarse violado del que andaba al frente.
La humillación final fue ser vestido de nuevo, se sentía como una simple muñeca.
27 de Abril, mañana
En la mañana, o lo que podría considerarse una mañana, fue algo tan simple como el menor mirando a la pared todo el tiempo, los ojos, ahora con una sensación vacía, solo reflejaban un fragmento de los sentimientos que podía sentir. Además de esto, su intento de suicidio fallido lo dejo resfriado, dándole un dolor de cabeza intenso, además de lo anterior.
Quería matarse más de lo que quería matarlo, se sentía como una eternidad, de vez en cuando el hombre se acercaba con una intención de recordarle esto, hablando con una voz en tono de burla.
Como un taladro en el cráneo, la voz del mayor era una tortura, sentía que esa voz podía perforar su mente e incluso su alma, era un veneno, quería gritar mientras sentía como si su cuerpo se desmoronara por dentro, como sus órganos se sentían como si se comprimiesen y fuesen perforados a la vez para volver a ser insertados en el mismo lugar.
Sentía como si su piel se derritiese, cociendo la carne de la forma más dolorosa y grotesca posible, por más sufrimiento que sintiera no podía hacer nada.
Pero...
Se levantó y salió a la calle, estas, cada vez más distintas, cada rasgo de cultura desvanecida cada vez más, mostrando un salvajismo más fuerte, pero entre todo el caos, pudo observar a un hombre caminando, este, con una apariencia cadavérica mostraba una clase de infección, el cuerpo de lo que era eso en un estado grotesco que parecía más muerto que vivo, con la piel cayéndose hasta revelar la carne, órganos e incluso los huesos y formándose protuberancias extrañas por todo el cuerpo; sin embargo, se mostraba inofensivo a pesar del comportamiento extraño, como un simple animal.
El menor se acercó y se quedó viendo como este ser caminaba hacia ninguna parte, quizás por piedad o por curiosidad, pero en verdad para desquitar su ira, agarro un pedazo de metal de algún coche destrozado por la calle y empezó a golpear al infectado hasta dejar el cuerpo destrozado.
Primero golpeo la cabeza, abriendo el cráneo, de una vez, el infectado, aún con vida, ahora tirado en el suelo, emitía gritos infernales que jamás serían escuchados entre un mundo enterrado en la nieve.
Luego, siguió golpeando la cabeza, destrozando la parte superior de la cabeza, el cerebro y algo más salieron disparados mientras él seguía golpeando la cabeza hasta no dejar nada más que una mandíbula como el único rastro de la cabeza.
Pero...
No se detuvo ahí, luego, fue a por las piernas, destrozando todo lo que podía, golpeando hasta que sus manos empezaron a temblar, dejo el pedazo de metal a un lado y observo como sus manos temblaban y le dolían, se quedó viendo el resultado de lo que hizo con algo de satisfacción, como al terminar una pintura.
Se acercó hacia el cerebro y ese "algo más" que había, esa cosa podía moverse.
Vale, fin del capítulo, me queda la duda de si poner más sobre la infección, con una parte de experimentación con el tumor, que significa, escenas más grotescas con la creación de seres infectados, que no son simplemente zombies, son más como cuerpos mutilados combinados en uno de forma grotesca, en algunos casos, rediseñados por completo. O dejarlo para mostrar que Santiago está perdiendo la cabeza y que la realidad que ve, cada vez más se cae a pedazos. (como la idea original)
Además, que se está llegando a la mitad de la historia como en 2 capítulos.
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🩸 𝓘𝓷 𝓽𝓮𝓷𝓮𝓫𝓻𝓲𝓼: 𝓬𝓪𝓻𝓷𝓮 𝔂 𝓷𝓲𝓮𝓿𝓮
HorrorAlgo que desencadena un gusto reprimido. Primer intento de historia que hago, por lo que no os esperéis una pieza de arte.