¿? de ¿?, ¿?
En un vasto valle sin vida, con un interminable vacío por todas partes, se armaba una corte al aire abierto.
Baphomet, sentado a la izquierda detrás de él se encuentra el Pilar Jaquin, un espacio vacío en la derecha como el asiento de alguien que no se encontraba presente. Detrás del asiento del ausente el Pilar Boaz, ambos pilares y asientos tenían en el medio a un monolito de proporciones de 1 x 4 x 9. La entidad geométrica era perfecta, algo que sería imposible de hacer por el hombre, es más, era imposible que algún otro ser podría haber creado al monolito.
El monolito compuesto de carne, sin embargo, no había ni un solo desnivel, todo era perfectamente plano, liso y recto.
La corte infernal se armó, uniéndose una pared viviente de piel de humana, a diferencia del monolito esta entidad era imperfecta, hecha por un hombre, tenían coceduras, desniveles, lo que reflejaba que alguna vez fue un ser vivo, sin embargo, esta pared humana fue una visión, una visión del monolito al frente, el autor de esta pared de alguna forma vio al monolito. A diferencia del ausente y Baphomet, esta pared humana no era digna de estar en ese puesto, se encontraba alrededor, finalmente llego una entidad grotesca, deforme y alargada, siendo una combinación de dos cuerpos humanos en una sola cosa sin piel, con dos cráneos encima del otro, el otro cráneo actuaba como una mandíbula.
Finalmente, a los alrededores de la corte se armó una orquesta, conformada por humanos y entidades, desde lo más normal hasta lo más grotesco. Finalmente, en el espacio frente al monolito se encontraba una bandeja de plata, cerrada sin mostrar el contenido adentro.
La orquesta empezó a tocar, de una forma que claramente mostraba experiencia, que, sin embargo, ningún sonido salía de los instrumentos, solo el eterno vacío del lugar.
La parte superior de la bandeja se abrió, revelando unos ojos y un cerebro, estos podían mover la dirección a la que miraba.
—אתה נמצא במקום הזה כדי להישפט.— Pudo emitir Baphomet, hablándole al cerebro con ojos.
Luego, el silencio fue interrumpido otra vez.
—Isabela.—
—...—
Entre un intercambio de miradas entre unos ojos sin un rostro y un monolito compuesto de carne, se pudo entender la situación.
La entidad de carne, el golem de dos cráneos observo al cerebro, pudiendo reconocer algo incluso en ese estado, mientras, lo lejos, una figura humana se acercaba, este se encontraba calcinado, como si hubiese muerto quemado, el hombre tenía la piel del color de un bistec demasiado cocido, no tenía ojos y se encontraba demasiado delgado.
El hombre quemado se acercó al cerebro y lo abrió de forma violenta, una vez abierto, el hombre empezó a romperse los dedos, violando al silencio de forma breve, mientras insertaba partes de su cuerpo dentro de este cerebro, finalmente cuando el hombre estaba deshecho y dentro del cerebro, la bandeja fue cerrada.
La bandeja decía Isabela Ciardi.
2 de Septiembre, mañana
Santiago despertó acostado con Isabela, en verdad siendo Isabela quien estaba acostada contra él.
—Me dolía la cabeza... y me fui por la noche, ven... quiero mostrarte algo.— Dijo Isabela con una sonrisa.
—Vale...— Santiago asintió y fue junto a ella a una casa abandonada, algo cerca a ese lugar y a la vez a su propia casa.
Había algo en el ambiente, como si respirar fuese más pesado, bastante, esa sensación se intensificó cuando observo el regalo de Isabela.
—Este es mi regalo... una forma de entregarte mi corazón y amor... sé que le odiabas... y te hice el trabajo... solo... una estocada más...— Dijo Isabela sosteniendo la mano de Santiago, no dándose cuenta del horror que experimentaba.
Su padre, quemado vivo, en un estado moribundo, sin brazos ni piernas, yacía en el suelo, derribado, casi frío y casi muerto. A pesar del odio profundo, Santiago aún quería esa aprobación, incluso un simple, "hiciste bien" ahora nunca podrá sentir eso por parte de él.
Santiago se sintió con náuseas, Isabela le tomo de la mano y lo acerco al cuerpo, pero Santiago estaba frustrado hasta el extremo posible.
—Venga... que esperas? Él solo te hizo daño... el malparido jamás te hubiese dicho un "te quiero".— Dijo Isabela.
Santiago sabia que era verdad, pero quería la aprobación de su padre, incluso rivalizando con el deseo de tener una pareja, con eso, Santiago se perdió totalmente.
En ese momento, Santiago empezó a ahorcar a Isabela con toda la fuerza que tenía, golpeándola contra la pared repetidas veces mientras apretaba el cuello de la Ciardi. Santiago empezó a gritar cuando vio que Isabela pudo hacer una pequeña sonrisa, llenándole de más furia, las manos le empezaron a temblar, por lo que dejo de golpearla contra la pared mientras la ahorcaba.
Pasaron unos segundos, Santiago todavía seguía ahorcando a Isabela y ella jamás intentó de pelear de regreso.
Unos poco después, Santiago empezó a quebrarse en un llanto inconsolable, el cuello de Isabela entre sus manos, pero la Ciardi ya estaba muerta.
—Lo siento...— Lloró mientras todavía sostenía el cuello para finalmente dejar que se desplome al suelo.
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🩸 𝓘𝓷 𝓽𝓮𝓷𝓮𝓫𝓻𝓲𝓼: 𝓬𝓪𝓻𝓷𝓮 𝔂 𝓷𝓲𝓮𝓿𝓮
HorrorAlgo que desencadena un gusto reprimido. Primer intento de historia que hago, por lo que no os esperéis una pieza de arte.