El bufete de abogados está ubicado en un edificio de cristal y acero de lujo, que se alza orgullosamente en el centro de la ciudad. Los suelos son de mármol pulido y el lujo se extiende en las obras de arte moderno que adornan las paredes. Los empleados llevan trajes hechos a mano y una mirada fría en sus ojos. A medida que se camina por el pasillo, se pueden escuchar susurros de conversaciones privadas. Los clientes llegan en automóviles de lujo y sus miradas reflejan el poder y la riqueza. Al final del pasillo se encuentra la oficina del Abogado Principal de la sede, donde todo está amortiguado y elegante.
La Abogada Principal se concentra en la lectura de documentos en su escritorio, ocupando el centro de la habitación como una emperatriz. Sus ojos verdes son fríos y cautivadores. Claramente trata de ocultar la oscuridad de sus ojos detrás de unos lentes de contacto; con piel blanca y sana como porcelana. Su mirada es seria, sus movimientos controlados. En su fuerza descansa una gran inteligencia y una determinación poderosa.
Y sí, es Maritza Castillo.
El teléfono de la abogada emite un sonido grave y ella contesta con un simple y audaz "Sí".
Sus labios son un borde fino y su boca es firme. Hay una calma casi espiritual en su presencia. La conversación telefónica es breve y eficiente. Cuando cuelga, se mira en el espejo detrás de su escritorio.
—Debo vender la mansión — piensa la abogada mirándose en el espejo.
Pero en su alma hay una lucha.
Se recuerda de cómo se las arregló para salir de la pobreza en su niñez, y como algunos incluso creían que ella jamás alcanzaría una gran prosperidad.
—Todos los recuerdos están allí — piensa la abogada. — no puedes tirarlos por la borda así como así. Pero las paredes también están impregnadas de la vibra negativa de mi madre — se mira al espejo con una expresión extraña — Alba estuvo aquí durante tanto tiempo, y sus influencias todavía se sienten en esta casa.
El pensamiento de Alba es como un fantasma que sigue a la abogada en sus días y sus noches. Maritza se siente pesada y atrapada. Ha sido extremadamente paciente y hábil en su carrera, pero su pasado y su madre siguen atormentándola.
De repente, en un hilito de luz y sombras, Maritza ve a su madre Alba frente a ella, como una aparición.
—¡No eres nada sin mi guía! — Grita la sombra con ira. — ¡Nunca podrás ser nada sin mi ayuda! Eres una niña patética y estúpida.
Maritza está paralizada.
Los ojos de Alba, negros y crueles, brillan como gemas en su cara blanca como la muerte. Siempre había sido una sombra tormentosa sobre ella, y ahora, la abogada se siente como si sus recuerdos le estuvieran dando un puñetazo en el pecho.
—¡Eres patética! — continúa Alba.
La joven solo ignoraba la situación, esperaba que su psicosis desapareciera en cuanto dejara de pensar en la mansión; quizás si la vendía aquellas apariciones cesarían en cuanto a regularidad.
O quizás simplemente aumentarían.
¡Ya basta! — grita la abogada y la malvada figura desaparece.
En medio de su agonía interna, el sonido de una llave en la puerta del despacho se escucha.
El abogado de confianza de Maritza entra en la habitación, mirandola nerviosamente.
—¿Señora? ¿Todo está bien? Oí un grito aquí en su oficina — dice el.
La abogada sacude la cabeza y se recupera.
—Todo está bien — le responde Maritza con una voz que se está volviendo firme de nuevo. — Solo estaba pensando en algo.
Sin embargo, su abogado parece que no está convencido.
—¿Seguro que está todo bien? — repite con preocupación. — recuerde que hoy tiene que tomar una decisión con respecto a la venta de la casa.
—¿Cuál casa?
—La mansion de su familia; la que su madre le delegó al morir.
—¡Oh! Lo había olvidado completamente.
—Ya han pasado tres semanas y usted no tiene una respuesta concreta.
—¡La tendré para hoy! — exclama Maritza alzando la voz sin razón. — ¡Dios mío! ¡Qué intensa es la prensa amarillista!
—Ha recibido muchas ofertas tentadoras para venderla... — interrumpe el abogado.
—¡Aún no tomo una decisión Gutiérrez! Cuando la tenga te estaré avisando, por favor retírate, quiero estar sola.
Al salir del despacho, Maritza escucha el traqueteo de los tacones del abogado que se aleja.
Y entonces, sus emociones se derrumban.
Ella se inclina sobre su escritorio, entrelazando sus manos, y rompe a llorar.
Maritza llora hasta que le duelen los ojos, hasta que su rostro se arruga y se encarna. En su mente, habla en voz alta a su madre:
—¡Soy una abogada de éxito, alguien de quien puedes estar orgullosa! ¿Por qué no puedes estar orgullosa de mí? — una lágrima cayó en la mesa, y dibujo un corazón roto en mil pedazos.
Al lado de Maritza, la voz de Alba habla en susurros.
—Solo estás huyendo de la verdad, Maritza. Tu éxito no es más que una nube de humo en la verdadera realidad de tu fracaso — La joven puede imaginarse los dientes chuecos y amarillos de la malvada bruja.
Al final de la frase se encoge y se acurruca más en su silla, tratando de alejarse de la voz de su cabeza, que se aferra a su mente. Está temblando, sentada en su oficina y llena de la voz de su madre que quiere mandarla al más allá.
—Tú nunca fuiste buena para nada — continúa Alba. — ¿Cómo podrías haber hecho algo grandioso como yo? La única opción que te queda es hacerla la Eutanasia, por compasión lo puedes convertir en Suicidio si quieres; pero hazle un favor a la vida, y ahorrale el lugar a alguien que no sea una idiota como tú.
Maritza se siente como si estuviera abrazada por la desesperación. Ella se levanta de su silla, frotándose los ojos.
—No — murmura. — Usted es mi madre, pero no es mi dueña.
Maritza toma el estuche de lápices que tiene en su escritorio y lo arroja contra la puerta.
—¡Vete! — grita la abogada, dirigiéndose a su madre, la cual no está allí, pero que no puede exiliar por su esquizofrenia — ¡Vete ahora y no vuelvas nunca más!
El estruendo se escuchó en cada rincón del bufete, pero nadie se acercó a tocar la puerta. La discreción era mucho más grande que la curiosidad.
Con los ojos secos y enrojecidos, Maritza se sienta de nuevo en su silla. El aire parece un poco más fresco y puede oír los sonidos lejanos del tráfico afuera.
—Usted es mi madre — murmura, — pero no seguiré dejando que usted me controle.
Se siente agotada, pero más fuerte.
Se queda quieta en su oficina durante unos minutos, dejando que sus pensamientos se tranquilicen. Entonces, se pone de pie y empieza a limpiar su escritorio, alineando los papeles y recogiendo los lápices caídos. Se siente llena de determinación. Ya es hora de que muestre al mundo su verdadero poder y no se permita que su madre Alba se apropie de ella.
—Estoy lista para tomar una decisión, ¡Gutiérrez, llama a la prensa por favor!
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La Cueva De Los Encantados
Short StoryEn esta oportunidad no tengo tanto que ofrecer, pero si algo que demostrar a través de la evolución personal: Cómo en diferentes épocas de una misma vida podemos cambiar de emociones, sensaciones y sentimientos mientras los demas piensan que somos u...