Nueva York siempre ha sido una ciudad que me gusta. Es un lugar lleno de oportunidades, pero también de distracciones. Es fácil perderse entre las luces brillantes, los edificios que parecen tocar el cielo y el ritmo acelerado de la vida. He estado aquí por semanas, cerrando negocios, reuniéndome con socios y manteniendo la imagen del hombre poderoso que soy. Pero la verdad es que estoy cansado.-¿Otra reunión esta noche, Eddie? -me pregunta Alessia mientras se sienta a mi lado en el sofá de mi suite en el Waldorf Astoria. Su voz tiene ese tono suave que utiliza para envolver a los hombres y hacerles creer que son importantes para ella. Pero yo sé mejor. Alessia es como yo solía ser: ambiciosa, calculadora, y siempre buscando la próxima gran oportunidad.
-No, esta noche -respondo, mirando por el ventanal hacia la ciudad que nunca duerme. No le digo que lo he hecho a propósito, que necesitaba un respiro de las reuniones interminables y de la compañía superficial de personas que solo están conmigo por conveniencia.
Alessia sonríe, una sonrisa que no llega a sus ojos. Es delgada, fina, y siempre impecable en su presentación. Podría ser una modelo en otro mundo, pero aquí, en mi mundo, es una empresaria italiana que sabe cómo jugar sus cartas. Nos conocimos en un evento de negocios hace unas semanas. Fue interesante al principio; su confianza me recordó a la mía. Pero pronto me di cuenta de que esta relación era tan superficial como las luces que iluminan la ciudad desde mi ventana.
Ella se acerca, coloca una mano delicada sobre mi rodilla y me mira con esos ojos verdes llenos de intención.
-Podríamos hacer algo divertido esta noche, Eddie. Nueva York tiene mucho que ofrecer, si sabes dónde buscar.
Sé lo que está insinuando, pero no tengo ganas de juegos esta noche. He jugado demasiados juegos en mi vida, y cada vez me siento más vacío.
-No estoy de humor, Alessia -digo con un suspiro, apartando su mano con suavidad. No quiero ser cruel, pero tampoco quiero darle falsas esperanzas. Esto, lo nuestro, no es real. Nunca lo ha sido.
Ella frunce el ceño, claramente molesta por mi rechazo. Está acostumbrada a obtener lo que quiere, al igual que yo.
-¿Qué pasa, Eddie? ¿Estás perdiendo tu toque? -bromea, pero hay un filo en su voz.
-Tal vez -respondo, sin mirarla. Mi mente está en otra parte, pensando en cómo llegué a este punto. Tan solo hace unos años, habría aprovechado cualquier oportunidad para perderme en una noche de diversión sin compromisos. Pero ahora, todo me parece tan vacío.
Alessia se levanta y camina hacia la mesa donde dejó su bolso. La observo mientras recoge sus cosas, su silueta delgada destacándose contra la luz de la lámpara. Es hermosa, no hay duda, pero no siento nada. Ni emoción, ni deseo, ni siquiera la necesidad de hacerla sentir deseada.
Me tense ante su palabras de insinuaciones y mi paciencia ya había llegado al límite. Sin previo aviso, la tome por el brazo y la lleve hacia mi, con un agarre duro y posesivo. Podía sentir la vibración de frustración a través de su contacto . Consumido por mi oscuro impulso, empuje a Alessia contra la pared, con las manos aún sujetándola con firmeza. Mi ojos se oscurecieron mientras la miraba, lleno de frustración y rabia.
"¿Qué crees que estás haciendo aquí?" Dije , mi voz baja y tensa. "Ya largate "
-Supongo que me iré entonces -dice con un toque de frustración en su voz-. Llámame cuando decidas divertirte de nuevo.
Asiento, pero no digo nada. Ella se va, y el sonido de la puerta al cerrarse resuena en la suite. Me quedo solo, rodeado por el lujo, pero sintiéndome más solo que nunca. Me levanto y me sirvo un vaso de whisky, observando cómo el líquido ámbar se mezcla con el hielo. Tomo un sorbo y dejo que la calidez me invada, pero no me hace sentir mejor. Nada lo hace últimamente.
Miro por la ventana nuevamente. Las luces de Nueva York me devuelven la mirada, frías y distantes. Pienso en lo que me dijo Alessia. ¿Estoy perdiendo mi toque? Tal vez. Pero también creo que estoy empezando a ver las cosas con más claridad. Las mujeres como Alessia, los negocios, el poder... todo eso ha sido mi vida durante tanto tiempo que olvidé cómo se siente realmente querer algo, o a alguien.
Termino mi whisky y dejo el vaso sobre la mesa. Por primera vez en mucho tiempo, no sé qué es lo que quiero. No tengo un plan, no tengo una estrategia. Solo sé que algo falta, algo más profundo que cualquier contrato o acuerdo comercial.
Mañana será otro día, otro trato, otro evento. Pero esta noche, en la soledad de mi suite, empiezo a preguntarme si hay algo más allá de todo esto, algo que aún no he descubierto. No tengo las respuestas, pero por alguna razón, una pequeña chispa de esperanza se enciende en mi interior. Quizás hay algo, o alguien, que aún no he conocido y que cambiará todo.
Tal vez... pero eso es algo que solo el tiempo dirá.
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Destino Entre Lazos
RandomEn el vasto tapiz del destino, dos almas aparentemente distantes se encontraban en caminos que inevitablemente los llevarían el uno hacia el otro. Eddie siempre había sido un hombre de pocas palabras, un enigma envuelto en poder y riqueza, su vida u...