Obsecion y castigo

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-Eddie-

  Quería convencerme de que ella no era más que un capricho pasajero, pero la realidad me golpeaba cada vez que intentaba dejarla atrás. No importaba cuántas noches pasara con Clara o cuánto me sumergiera en mi trabajo, Cecilia seguía presente en cada rincón de mi mente.

Mis días transcurrían con un ritmo frenético, intentando mantenerme ocupado para no pensar en ella. Sin embargo, hoy algo cambió. Leandro , mi guardaespaldas y amigo , entró a mi oficina con una expresión que no auguraba nada bueno.

—¿Qué pasa? —le pregunté, sin levantar la vista del montón de papeles sobre mi escritorio.

—Es sobre Cecilia —respondió, su tono serio.

Sentí un nudo formarse en mi estómago al escuchar su nombre. Dejé los documentos a un lado y le hice una señal para que continuara.

—Parece que se está acercando a un chico de su universidad. Uno que está por graduarse. Alto, moreno... han sido vistos juntos en varias ocasiones.

La sangre se me heló. ¿Un chico? ¿Qué estaba haciendo Cecilia con otro hombre? La ira me invadió como un fuego salvaje, quemando cualquier intento de racionalidad. No podía permitir que Cecilia se acercara a nadie más. Ella me pertenecía, incluso si yo estaba a miles de kilómetros de distancia. No iba a tolerar que nadie más intentara ocupar mi lugar.

—Quiero saber todo sobre él —dije, con voz fría—. Su nombre, sus movimientos, lo que quiera que esté buscando con ella.

Landro asintió, sabiendo que no debía cuestionarme. Pero no era suficiente. Necesitaba actuar ahora, aunque estuviera lejos. Mi mente empezó a trabajar a toda velocidad, buscando la mejor forma de recordarle a Cecilia que, aunque no estuviera físicamente presente, mi control sobre su vida seguía intacto.

Entonces se me ocurrió una idea. No necesitaba estar cerca para castigarla. Podía hacer que sintiera mi presencia de una manera que no olvidaría. Marqué un número en mi teléfono y esperé. Cuando una voz contestó al otro lado, hablé sin preámbulos.Entonces se me ocurrió una idea. No necesitaba estar cerca para castigarla. Podía hacer que sintiera mi presencia de una manera que no olvidaría.

Marqué un número en mi teléfono y esperé. Cuando una voz contestó al otro lado, hablé sin preámbulos.Estaba tramando un plan en mi mente, uno que haría que Cecilia se acordase de mi sin importar cuánto intentara olvidarlo. Tenía algunas ideas oscuras e incluso violentas, pero estaba dispuesto a hacer lo que sea para reclamar nuevamente que ella es totalmente mia.

"Esto va a ser interesante", me dije a mi mismo mientras trazaba cada detalle de mi plan. No podía permitir que otro hombre se acercara a Cecilia, es mia, sólo mía, y lo haría saber de todas las formas posibles. Tengo muchos planes en mente, pero el que más me atraía era uno especialmente oscuro y retorcido. Aunque involucraba hacerle daño al hombre que se atrevía a acercarse demasiado a Cecilia, también incluía un mensaje más sutil.

Deseaba crear una situación en la que Cecilia se sintiera vulnerable y expuestra, de modo que sólamente pudiera rescatarla y protegerla. Quiero  hacerla  entender que tenía que ver me  como su salvador y protector, y no a cualquier otro hombre que no sea yo.

—Quiero que vigilen a Cecilia de cerca. Y hagan lo necesario para que entienda que no debe acercarse a ese tipo. ¿Entendido?

La persona al otro lado del teléfono asintió, asegurándome que cumplirían mis órdenes. Colgué y me quedé mirando el horizonte desde mi oficina. La ira aún bullía en mi interior, pero había algo más. Un deseo incontrolable de poseerla, de hacerla mía de una vez por todas. Y no importaba cuánto me costara. Cecilia aprendería que no podía escapar de mí.

Destino Entre Lazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora