La mañana había comenzado como cualquier otra en mi mundo: reuniones interminables, llamadas que no podían esperar, y decisiones que solo yo podía tomar. Esta vez, mis negocios me llevaban a Paraguay, un país que hasta hace poco solo había sido un punto más en el mapa. Pero cada detalle, cada posible inversión debía ser cuidadosamente considerado. No podía permitirme errores, no cuando tanto estaba en juego.Me encontré sentado en la sala de juntas de uno de los rascacielos más altos de Nueva York, escuchando a mi equipo detallar los planes para la adquisición de una nueva empresa en Asunción. Todos hablaban, pero yo ya había tomado mi decisión. A veces, la verdadera habilidad en los negocios no está en la capacidad de analizar datos interminables, sino en confiar en tu intuición. Y la mía nunca me había fallado.
"Concluimos en Paraguay, entonces", dije con voz firme, mi tono no dejando lugar a dudas. "Quiero que todo esté listo para mi llegada. No habrá margen de error".
En el fondo, sabía que este viaje significaba más que simples números y ganancias. Había algo en ese lugar que me atraía, una especie de intuición que no podía ignorar, una que me decía que este viaje sería diferente.
Unas horas más tarde, mi jet privado estaba listo en la pista del aeropuerto de Teterboro. Mi asistente, como siempre eficiente, me entregó los documentos finales y la agenda detallada para los días que estaría en Paraguay. Le di una breve mirada antes de guardarlos en mi maletín. No necesitaba revisar cada línea; confiaba en su trabajo. Además, mi mente ya estaba en otra parte, anticipando los días que vendrían.
El viaje en sí fue tranquilo. El rugido de los motores era casi un sonido de fondo a estas alturas. Me relajé en mi asiento de cuero, tomando un vaso de whisky mientras miraba por la ventana. La ciudad de Nueva York desaparecía lentamente bajo las nubes, una mezcla de luces y sombras. Siempre he amado esta vista, la sensación de estar por encima de todo, tanto literal como figurativamente.
Mis pensamientos se desviaron mientras veía el mundo pasar bajo mí. Había algo en Paraguay que me llamaba, y no solo eran los negocios. Era una sensación en mi pecho, una intuición. Por alguna razón, sentía que este viaje cambiaría algo, aunque no sabía qué.
Horas después, aterrizamos en el aeropuerto internacional Silvio Pettirossi. El calor húmedo de Paraguay me golpeó en cuanto salí del avión. Mis guardaespaldas se movilizaron de inmediato, asegurando el área mientras me dirigía hacia el coche que nos esperaba. Observé los alrededores con curiosidad, intentando entender qué era lo que me atraía tanto de este lugar. Era un país pequeño, sin el bullicio ni la grandiosidad de las ciudades a las que estaba acostumbrado, pero había algo más. Algo que aún no podía entender.
Mientras nos dirigíamos al hotel, revisé de nuevo mi agenda. Tenía varias reuniones programadas con empresarios locales, cenas con inversores, y visitas a posibles ubicaciones para nuevas instalaciones. Todo estaba planeado hasta el último detalle, como siempre. Pero sentía que algo más iba a suceder.
Quizás este viaje sería solo eso, un viaje más de negocios. Pero algo en mi interior me decía que no. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí una chispa de emoción, una anticipación de lo desconocido. No sabía qué me esperaba en Paraguay, pero estaba listo para descubrirlo.
Han pasado dos semanas desde que llegué a Paraguay. Lo que inicialmente pensé que sería un viaje rutinario de negocios se ha transformado en algo completamente diferente. Al principio, me enfoqué en las reuniones, negociaciones, y visitas a posibles propiedades. Cada día era un desfile de empresarios y políticos, todos ansiosos por atraer mi interés y mi inversión. Pero no era suficiente para mantenerme ocupado; algo me inquietaba, algo más profundo que los negocios.
Mis días han estado llenos de agendas apretadas, cada encuentro más monótono que el anterior. Sin embargo, en medio de todo este bullicio, me encontré disfrutando de una rutina que no había anticipado. Por las mañanas, salía a correr por las calles aún tranquilas de Asunción antes de que el sol quemara con su habitual intensidad. Corría para despejar mi mente, para buscar respuestas que no encontraba en las oficinas ni en las salas de juntas.
Durante estos días, también he conocido más sobre la gente y la cultura local. No puedo explicarlo, pero a veces siento que este lugar tiene más para ofrecerme que solo un beneficio financiero. He descubierto restaurantes escondidos, mercados vibrantes llenos de vida y colores, y personas que, a pesar de las dificultades, parecen vivir con una alegría auténtica que rara vez se encuentra en los círculos que frecuento.
Hace unos días, conocí a un joven empresario en una de las reuniones. Me sorprendió su pasión y determinación. Habló sobre la economía local con tanto fervor que, por un momento, me hizo recordar por qué comencé en este negocio. Pero lo más curioso fue lo que dijo al final de nuestra reunión: "Aquí en Paraguay, señor, encontrará algo más que buenos negocios. Aquí encontrará el alma de las personas". Sus palabras resonaron en mí más de lo que esperaba.
A medida que las semanas avanzaban, algo comenzó a cambiar. Durante mis caminatas, me encontré observando más detenidamente a la gente a mi alrededor, a las familias paseando, a los vendedores ambulantes ofreciendo sus productos con una sonrisa genuina. Un día, mientras me dirigía a una reunión, pasé por una parada de autobús y vi a una joven con una sonrisa encantadora y un aire de serenidad que destacaba entre la multitud. Fue un momento fugaz, pero me quedé con su imagen grabada en mi mente.
Mis pensamientos y emociones se agitaron dentro de mi como una tempestad. Mi mente se llenó de imágenes oscuras y sensuales de aquella joven desconocida. Quería tocarla, poseerla, ser el dueño de su ser.Mi corazón latía con fuerza en mi. Algo primitivo y oscuro me impulsaba a reclamarla como mia .
Desde entonces, me he encontrado buscando esa misma parada, esperando verla de nuevo. No sé qué es lo que me atrae, pero hay algo en ella, algo en su simplicidad y en la tranquilidad con la que se mueve, que me hace querer saber más. Es extraño para mí, alguien acostumbrado a controlar cada aspecto de su vida, sentirse así, intrigado por una desconocida.
Estaba en mi oficina, supuestamente trabajando, pero en cambio me encontraba perdido en mis propios pensamientos. Mi mente se había llenado de imágenes de la desconocida que había visto en la parada de autobús. Recordando su suave piel y su rostro dulce, y mi cuerpo respondió de inmediato a esas imágenes.La tensión crecía dentro de mi con mas fuerza , cada pensamiento de ella haciendo que mi cuerpo se pusiera aún más tenso. Podía sentir el deseo creciente en mis venas, un ansia por tocarla, por perderla en mi. Intenté controlar me , pero era como si esa joven hubiera despertado en mi algo primitivo y oscuro en mi profundo ser , y no estaba seguro de poder detenerlo.
Hoy, mientras reviso mis correos y preparo mi agenda para la tarde, mis pensamientos vuelven a esa parada de autobús. Me doy cuenta de que me he estado distrayendo más de lo habitual, pensando en esa joven. Cierro mi laptop con un golpe decidido y me levanto. Necesito aire fresco, necesito aclarar mi mente.
Decido salir, caminar sin rumbo por las calles de Asunción, algo que rara vez hago. Mis guardaespaldas me siguen de cerca, como siempre, pero por un momento, trato de olvidar que están ahí. De repente, la encuentro. Ella está allí, en la misma parada de autobús, leyendo un libro. Siento una punzada de sorpresa, casi como si hubiera estado esperando este momento, aunque no lo admitiera.
Observo desde una distancia segura, sin acercarme. Hay algo en su manera de ser que me cautiva, una tranquilidad que no había encontrado en nadie más. Por un momento, pienso en acercarme, en romper mi propia regla de no mezclar mi vida personal con lo desconocido, pero me detengo. No es el momento adecuado, no todavía. Entonces la veo subirse al bus y la observo alejarse.
Sin embargo, no puedo negar que mi tiempo en Paraguay ha tomado un giro inesperado. Lo que comenzó como un simple viaje de negocios se ha convertido en algo más, algo que aún no comprendo completamente. Y mientras me doy la vuelta para volver al hotel, una cosa es segura: mi interés en este país y en esa joven en particular no ha hecho más que crecer.
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Destino Entre Lazos
RandomEn el vasto tapiz del destino, dos almas aparentemente distantes se encontraban en caminos que inevitablemente los llevarían el uno hacia el otro. Eddie siempre había sido un hombre de pocas palabras, un enigma envuelto en poder y riqueza, su vida u...