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El sol se ocultaba tras las montañas, bañando el paisaje en tonos dorados y ocres, mientras el viento susurraba suavemente entre los árboles, acariciando las hojas con una delicadeza casi etérea

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El sol se ocultaba tras las montañas, bañando el paisaje en tonos dorados y ocres, mientras el viento susurraba suavemente entre los árboles, acariciando las hojas con una delicadeza casi etérea. En lo alto de una colina, donde el cielo parecía encontrarse con la tierra, dos figuras compartían un momento de profunda conexión, un último adiós entre el pasado y el futuro.

Uri Reiss, el hombre que había llevado el peso del mundo sobre sus hombros como portador del Titán Fundador, contemplaba el horizonte con una calma serena, consciente de que su tiempo en este mundo se agotaba. A su lado, Kenny Ackerman permanecía de pie, con su habitual expresión severa, aunque en sus ojos se vislumbraba una sombra de preocupación. Aquella era la última reunión entre ambos, y el peso de las palabras no dichas se cernía sobre ellos como una niebla densa.

Durante años, Uri había protegido a su pequeña Amalia en la granja, un lugar apartado donde podía vivir sin las cargas del linaje al que pertenecía. Había sido un tiempo de paz relativa, pero Uri sabía que esa paz estaba destinada a desvanecerse, como lo hace el rocío de la mañana bajo el sol implacable del mediodía. La muerte se acercaba, y con ella, la necesidad de tomar decisiones cruciales para el futuro de aquellos que amaba.

Con la vista aún fija en el horizonte, Uri rompió el silencio, su voz resonando con una profundidad que hacía eco en el alma de Kenny.

-Kenny, pronto mi tiempo aquí se acabará - dijo, sin apartar la vista del paisaje- Frieda tomará mi lugar, como debe ser.

Kenny no respondió de inmediato, su mirada se mantuvo fija en Uri, sus labios formando una línea tensa. Sabía que este momento llegaría, pero no estaba preparado para enfrentarlo. Uri había sido algo más que un rey, algo más que un líder. Había sido el único hombre que, de alguna manera, había logrado traspasar la coraza de acero que Kenny había construido a lo largo de los años.

-Entonces, eso es todo - murmuró finalmente Kenny, sus palabras llenas de una resignación amarga-. Vas a dejarlo todo atrás, ¿eh?

Uri asintió lentamente, finalmente volviendo su mirada hacia Kenny. Había en sus ojos una suavidad que contradecía la magnitud de su poder, una humanidad que había sido tanto su fuerza como su debilidad.

-Sí, todo menos una cosa - respondió Uri, su tono lleno de una gravedad que hizo que Kenny lo mirara con más atención-. Hay algo más que debo pedirte, algo que te confío con mi vida.

Kenny frunció el ceño, no acostumbrado a ver a Uri tan solemne, tan personal. Pero Uri continuó, sin apartar la mirada.

-Amalia... - continuó Uri, y al mencionar su nombre, su voz se suavizó, como si hablara de algo precioso y frágil-. Ella es especial, Kenny. Tiene un destino que aún no puede comprender, pero que ya está entrelazado con el destino de nuestro mundo. Te pido que la cuides, que la protejas con tu vida.

Kenny permaneció en silencio por un momento, asimilando lo que Uri le estaba pidiendo. Había conocido a Amalia en la granja, una niña inocente, ajena a las intrigas y al poder que corría por su sangre. Ahora comprendía que Uri le estaba pidiendo que tomara bajo su ala a esa niña, que la guiara y la protegiera en un mundo lleno de sombras y peligros.

𝐈𝐍𝐄𝐅𝐀𝐁𝐋𝐄-𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐚𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora