La siguiente clase de decoración fue terrible para Fate. Por más que se esforzó en sacarles una sonrisa, las chicas del grupo solo asentían cada vez que les daba una instrucción, y se mantenían en silencio mientras pintaban los jarrones que había llevado a la clase. Un aire sombrío se había instalado en el salón, y era tan denso que, al verlas tan desanimadas, Fate no era capaz de eludir esa misma tristeza.
De todas las asistentes, la única que parecía interesada en mirarla era Nanoha.
Y, cuando la miraba, lo hacía con cara de pocos amigos.
Tampoco ayudaba que su explicación hubiese sido algo escueta debido a lo difícil que se le estaba haciendo ese día sostener el pincel.
Sus manos aún le dolían. A pesar de que se había tomado un analgésico la noche anterior para apaciguar el dolor, durante la mañana tuvo que recurrir a otra tableta adicional para poder soportarlo durante sus tareas diarias. Para evitar las miradas curiosas sobre los hematomas de sus manos había optado por vendarlas, lo que también limitaba su rango de movimiento y hacía que el proceso de pintar fuese más lento de lo que estaba acostumbrada.
El silencio de las integrantes del grupo sepultó cualquier intentó de restablecer la alegre dinámica que logró desarrollar clases atrás. Era más que obvio que esas chicas no querían estar allí después de lo que había pasado con sus compañeras.
Esa situación aún mantenía frustrada a Fate. Le había advertido a Arisa que disimulara. No había podido decirle abiertamente que la apoyaba porque eso significaba arriesgarse demasiado, pero sí le hizo entender que, si quería sobrevivir hasta el final del campamento, tenía que ser más discreta. Pensaba que eso sería suficiente para hacerla considerar mantener su incipiente amorío con Suzuka lejos de miradas indiscretas, pero al parecer subestimó la intensidad de los sentimientos que las adolescentes habían desarrollado.
A pesar del dolor en sus manos no culpaba a las dos jóvenes. De cierta forma se compadecía de ellas. Lo más seguro es que los padres de ambas chicas no les permitieran tener ningún tipo de contacto, y Fate estaba segura que ese dolor emocional era más grande que el dolor físico que sentía en esos momentos luego del castigo de su madre.
Reprimió un bostezo mientras transcurrían las horas de la tarde. Toda la situación la mantenía en un estado de agotamiento total, así que al terminar les pidió a las asistentes de la clase que fueran dejando los jarrones pintados uno a uno en el estante, y las dejó ir sin siquiera preocuparse por la oración de cierre.
La última en poner el jarrón en el estante fue Nanoha, quién la miró con furia por unos segundos antes de dirigirse hacia la salida.
No soportaría recibir esa mirada de desprecio de la cobriza durante el resto del campamento, menos cuando ya se había acostumbrado a recibir solo sonrisas de su parte.
Levantándose de su silla, Fate se apresuró a salir del salón tras Nanoha. Cuando salió del aula ya Nanoha estaba saliendo del centro de actividades, así que dejó escapar un largo suspiro y corrió para alcanzarla.
— Nanoha — intentó llamarla.
Estaba segura de que la cobriza estaba escuchando sus acelerados pasos, pero la chica no se inmutó, más bien, continuó caminando al mismo ritmo como si alguien no la estuviese persiguiendo.
— Nanoha espera — pidió Fate.
Alcanzó a rozar su brazo cuando Nanoha se frenó de golpe e, irritada, se giró para mirarla con la misma cara de pocos amigos que le había dedicado en el salón de clases.
— ¿Qué quieres? — preguntó mordazmente Nanoha.
— ¿Qué tienes? — inquirió Fate, mirándola preocupada.
— ¿Me vas a preguntar eso? — replicó incrédula la cobriza — ¿No tienes ni idea de qué es lo que me molesta?
Las mejillas de Fate se enrojecieron rápidamente por la vergüenza. Entendía que justo habían expulsado a sus compañeras de habitación, pero era algo que no había podido evitar. Le habría gustado recibir un poco de comprensión de su parte al menos.
— Eres igual a ellos — murmuró Nanoha, dándose la vuelta.
Ver a la cobriza tan molesta le dolía. Saber que su molestia estaba siendo dirigida personalmente hacia ella le dolía aún más. Por eso, por impulso, estiró nuevamente su mano para tomar a la cobriza nuevamente del brazo, haciendo que se detuviera nuevamente.
— ¿Por qué dices eso? — preguntó Fate, dolida.
— Porque tú lo sabías Fate — acusó Nanoha — Tu sabías que ellas estaban juntas.
— Yo no las expuse — se apresuró a decir la rubia.
Nanoha no esperaba escuchar esas palabras. Por lo rápido que se habían suscitado los hechos había dado por sentado que Fate era quién las delató. No pensó previamente en la posibilidad de que sus amigas fuesen delatadas por alguien más ya que estaba completamente segura de que a esas alturas Fate estaba consciente de la relación que había surgido entre esas dos, dejándolo pasar.
Pero Fate era la hija de la predicadora. Era la persona más cercana, quién podía delatarlas en cualquier momento ¿No?
— Yo no fui quién las delató — insistió Fate — No sería capaz de hacerlo.
La rubia era sincera. Con el pasar de los días Nanoha había aprendido a leer muy bien las expresiones que pasaban por esos solitarios ojos burdeos, y creía haber alcanzado tal nivel de experticia que la orientadora era como un libro abierto para ella. Pero aún así no podía controlar su molestia. Todo lo que había sucedido era una injusticia ¿Cómo permitieron que sucediera?
— ¿Entonces por qué no hiciste nada para evitarlo? — inquirió la cobriza — ¿Por qué dejaste que las expulsaran?
— ¡Porque no podía hacer nada! — trató de explicar Fate desesperada — No tengo ningún tipo de poder sobre esas decisiones, lo único que puedo hacer es cumplir las órdenes de mi madre, pero no podía interceder por ellas. ¡Dios! Ni siquiera puedo interceder por mi misma.
Y ahora sus ojos burdeos estaban llenos de angustia.
Nanoha quería seguir molesta. Quería darle una bofetada y llamarla mentirosa, pero esos ojos que la miraban con tanto dolor no le estaban mintiendo, y con esa expresión de angustia empezaba más bien a tener ganas de abrazarla para consolarla de alguna manera.
— Entiendo Fate — aceptó Nanoha, suspirando — Lo siento, mi actitud... Todo fue muy repentino.
— No estés molesta conmigo, por favor — pidió la orientadora — Déjame compensarte de alguna manera ¡Ya sé! ¿Te gusta pescar, cierto?
— Eh, sí — contestó extrañada la cobriza.
— Entonces ¿Te gustaría ir a pescar conmigo? — preguntó Fate, con ilusión — Podríamos ir en dos días más.
— ¿No se supone que eso no está en nuestras actividades?
— O sea, no está en la planificación, pero igual podríamos hacerlo. Tendríamos que tener cuidado para que no nos pillen pero sí, creo que puedo inventar algo. ¿Qué dices?
¿Fate la estaba invitando a saltarse las reglas?
Una sonrisa fugaz se coló en el rostro de la cobriza ante ese nuevo atisbo de la verdadera Fate que la orientadora le estaba dejando ver.
— Supongo que eso me haría estar menos molesta — respondió la cobriza, intentando no reír ante la amplia sonrisa que iluminaba el rostro de la orientadora.
— ¡Bien! Pasaré por ti en dos días. Creo que tendremos que ir de madrugada, así que ese día tocaré tu puerta bastante temprano, por lo que tendrás que estar lista cuando vaya a buscarte — explicó alegremente Fate — Por ahora debo irme, tengo que ir a recoger el resto de los jarrones que quedaron sin pintar en el salón. Entonces ¿Nos vemos en dos días?
— Nos vemos en dos días — afirmó Nanoha.
Mirando como la joven orientadora se dirigía a la carrera hacia el centro de actividades, se sorprendió al darse cuenta de que su molestia había desaparecido.
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Arrepiéntete (NanoFate)
FanficEl campamento "Salvados por el Señor" aseguraba que sería capaz de curarla por medio de la fe de aquello que no consideraba una enfermedad. Fate, una de las orientadoras del campamento era la viva imagen de ese milagro. Sin embargo, Nanoha al conoce...