Todavía consideraba curioso el que hubiese sido capaz de pasar de odiar el campamento a sentirse en el mismísimo cielo, todo por culpa de una sola persona. Los días pasaron de sentirse eternos a volverse demasiado cortos y, por primera vez, estaba deseando que el campamento no durara tan solo ese verano.
Desde la conversación que habían tenido aquella noche en el taller, las cosas no parecían haber cambiado tanto durante el día, pero a medida que la noche caía empezaba la verdadera diversión.
Si alguien veía la interacción que tenían durante el día no sospecharía nada raro. Solo era una orientadora amable llevando una interacción cordial con una de las asistentes al campamento que conversaba con ella en busca de consejo. Alguna que otra mirada fugaz, o un roce furtivo fuera de ojos curiosos. Nada de qué preocuparse.
Al ocultarse el sol, cuando ya todas las asistentes del curso se encontraban en sus cabañas y las luces se habían apagado, era cuando Nanoha volvía a tener una dosis de la verdadera Fate que tanto le encantaba.
La primera vez que escuchó un débil golpeteo en su ventana pensó que estaba imaginando cosas. Cuando el vidrio sonó nuevamente su curiosidad hizo que se acercara hacia el cristal, solo para ver a la rubia escondida entre los arbustos, agachada en una incómoda posición para no ser descubierta. Tratando de no hacer ruido, abrió la ventana permitiendo que Fate pasara, y así había dado inicio a una nueva rutina que se repetía varias veces a la semana.
Fate no siempre podía visitarla durante las noches y, cuando lo hacía, tampoco podía asegurarle que pudiese quedarse tanto tiempo. A veces solo hablaban de todo y nada a la vez, tratando de tapar sus risas con la mano para no hacer ruidos que pudieran alertar a alguien más. Otras veces se abrazaban por largo rato, y se daban besos castos para demostrarse lo mucho que se habían extrañado.
Pero algunas noches, cuando Yuuno era quién vigilaba ese sector del campamento, Fate en vez de entrar por la ventana la invitaba a salir, y allí caminaban por el sendero más cercano tomadas de la mano, sin miedo a que alguien pudiese descubrirlas fuera de esas cuatro rústicas paredes. En esos momentos, con la suave brisa agitando sus cabellos mientras caminaban con sus dedos entrelazados, podían fingir que estaban en otro lugar, en otro tiempo, y se convertían tan solo en dos chicas enamoradas que cometían locuras bajo la tenue luz lunar.
Todas esas cortas horas que pasaba con Fate le encantaban, pero también por cada hora que se les escapaba no podía evitar preguntarse qué sería de ella cuando tuviese que regresar a la ciudad, y la distancia hiciera imposible por un tiempo esos paseos nocturnos y esas visitas furtivas que empezaba a adorar.
El itinerario de esa tarde era un fiel recordatorio de que ya habían superado la mitad del campamento: un evento en el templo central al que Precia había llamado Baile.
Días antes Fate se había dedicado a explicarle en qué consistía ese evento. Precia, cuando ya habían superado la mitad del campamento, solía organizar una especie de festividad con música y refrigerios en el espacioso templo, a manera de recompensar el esfuerzo y dedicación que mostraban los asistentes al campamento.
El mal llamado baile era un evento mixto, cuya real intención era ver cómo reaccionaban los chicos y las chicas al estar juntos en un mismo espacio y en un ambiente más animado y relajado. Por supuesto, la interacción entre ambos sexos era bastante alentada y, los orientadores, motivaban a los chicos a sacar a bailar a su contraparte femenina para demostrar que sus métodos de terapia estaban funcionando.
Por supuesto, cualquier toqueteo atrevido estaba estrictamente prohibido, pero los orientadores tenían instrucciones de dejar pasar alguna que otra interacción si lo que sucedía no era tan indecente.
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Arrepiéntete (NanoFate)
Fiksi PenggemarEl campamento "Salvados por el Señor" aseguraba que sería capaz de curarla por medio de la fe de aquello que no consideraba una enfermedad. Fate, una de las orientadoras del campamento era la viva imagen de ese milagro. Sin embargo, Nanoha al conoce...