Cuando escuchó a Fate referirse al campamento como una prisión, nunca pensó que realmente su estancia en ese lugar podía convertirse de un momento para otro en la experiencia más cercana a habitar en una cárcel que le había tocado vivir. Sin salir de esas cuatro paredes, harta de ver el techo y con la preocupación atosigando su mente, sabía que si seguía así se empezaría a trepar por las paredes.
Había pasado toda la noche en vela, las bolsas negras que habían hecho aparición bajo sus ojos eran la prueba de que no había podido descansar en toda la noche producto de la angustia que se había apoderado de ella desde que habían sido descubiertas por Precia.
Su encierro inició esa misma noche. Luego de la clara orden de Precia de que regresara a su dormitorio asignado, intentó avanzar por el sendero entre la oscuridad, rogando haberse aprendido el camino lo suficientemente bien como para no perderse. Tuvo la tentación de ir hasta sus oficinas, pero la manera en la que la mujer la había mirado y la forma tan dolorosa en la que había arrastrado a Fate lejos de ella solo implicaban que, si se atrevía a retar sus órdenes una vez más, la mujer no dudaría ni un segundo en hacerle pagar su osadía.
Al día siguiente, prácticamente de madrugada, la mujer había ido a buscarla personalmente al dormitorio. No le dirigió la palabra en ningún momento y, cuando Nanoha intentó abrir la boca para decir algo, la mirada de la mujer hizo que desistiera de sus intenciones. Dentro de su oficina la mujer llamó a su madre, informándole que había cometido una falta gravísima, que lo que tenía no se podía corregir, y que se apresurara a buscarla al campamento porque no podían tener a alguien como ella dentro del grupo por el riesgo que había de que fuese capaz de "corromper" a alguna de sus compañeras.
Cuando Nanoha escuchó la palabra corromper quiso resoplar, pero aunque lo que Precia decía sonaba absurdo, sabía que la mujer creía ciegamente en lo que estaba diciendo.
Para su mala suerte, la única persona que podía acercarse hasta el campamento para sacarla de allí era Miyuki, quién no podía ir si no hasta el día siguiente, lo que significó que Precia tuvo que enviarla de regreso al dormitorio, con la explícita orden de no salir de allí hasta el día siguiente.
Para asegurarse de que no saliera de ese lugar, le había puesto vigilancia. Un orientador apostado en la puerta impedía que pudiera salir a su antojo.
Estaba atrapada.
Abrumada, se llevó las manos a la cara, aguantando las ganas de llorar. No tenía manera de escapar de esas cuatro paredes y se estaba muriendo de la preocupación. Necesitaba al menos saber como estaba Fate. Necesitaba saber si la rubia estaba bien, y necesitaba hablar con ella, asegurarle que todo estaría bien, que encontraría una manera de sacarla de ese miserable lugar si le daba algo de tiempo.
Al paso que iba no sería capaz ni siquiera de despedirse.
Raudas, las lágrimas empezaron a escaparse de sus ojos por una nueva ocasión ese día. Quería tanto a Fate que el solo hecho de saber que sería separada forzosamente de ella se sentía como si le estuviesen arrebatando algo de su interior sin anestesia, dejándole un dolor fantasma en el pecho que causaba tanta molestia como una herida física.
Exhausta por tanto llorar y la falta de sueño, cayó en una especie de duermevela de la que fue arrancada abruptamente por un rítmico toque en su puerta. Aún desorientada se acercó hasta el pomo y abrió, encontrándose de frente con unos ojos verdes que la miraban con preocupación.
— ¿Dónde está Fate? — pidió saber, a punto de ponerse a llorar de nuevo.
— Tranquila. Ten, te traje algo.
Yuuno miró a su alrededor con cautela, verificando que no hubiese nadie cerca antes de entregarle una bolsa de papel que parecía contener un sandwich en su interior. El muchacho, usualmente jovial, se veía bastante cansado, y una expresión de seriedad que era bastante rara de ver en él se había asentado en su rostro mientras suspiraba.
ESTÁS LEYENDO
Arrepiéntete (NanoFate)
FanficEl campamento "Salvados por el Señor" aseguraba que sería capaz de curarla por medio de la fe de aquello que no consideraba una enfermedad. Fate, una de las orientadoras del campamento era la viva imagen de ese milagro. Sin embargo, Nanoha al conoce...