Al caminar sentía como si estuviese flotando en una suave nube de algodón, mientras una sonrisa tonta se había instalado en su cara a pesar de que algunos mechones cobrizos se pegaban a su frente producto del sudor, debido al esfuerzo de estar emprendiendo el camino de regreso a los dormitorios con la pesada mochila a cuestas.
Aunque se moría de ganas de caminar más rápido para poder alcanzar a Fate, prefirió quedarse más atrás en el grupo, donde podía quedarse viendo a la rubia todo lo que quisiese sin ser tan obvia ni levantar tantas sospechas. Era una suerte también que, luego de la jornada de excursión, los ánimos del grupo en general se encontraban revitalizados, por lo que todas sonreían y canturreaban alegremente a medida que descendían de las profundidades del bosque.
Por culpa de Fate no había dormido casi nada, pero se sentía llena de energía. Si en ese lugar hubiesen osos estaba segura de que sería capaz de pelear con uno y darle una paliza. Estaba llena de motivación.
Y necesitaba que llegaran al campamento pronto, para poder idear la manera de escabullirse a algún lugar más íntimo junto a la orientadora que lideraba el grupo, y así besarla y tomarla entre sus brazos como lo había hecho la noche anterior.
Cuando recordaba la dulce expresión de Fate al mirarla algo parecía retorcerse en sus adentros, despertando la necesidad de tenerla de nuevo. Quería ver muchas veces más esa misma expresión en el rostro de la rubia, quería que fuese solo para ella, no solo ese día si no todos los siguientes. Antes de esa noche ya sabía que estaba perdidamente enamorada de Fate, pero ahora sí estaba segura de que había perdido cualquier pizca remanente de cordura que hubiese podido albergar.
La necesitaba. Y sabía que la orientadora también tenía la misma necesidad, porque cuando el grupo se detenía para descansar e hidratarse, la había descubierto mirándola con esos ojos borgoñas resplandeciendo del deseo, y con un profundo sonrojo tiñendo sus mejillas.
Si alguien más la veía seguro pensaría que la orientadora estaba algo afectada por el calor del sol.
Pero Nanoha al verla sabía que el verdadero calor que afectaba a la orientadora provenía de su interior.
Por el resto del trayecto guardó sus ansias e intentó no llenar su cabeza de tantos pensamientos pecaminosos mientras sus piernas le reclamaban por el esfuerzo de la larguísima caminata. Cuando llegaron al campamento ya estaban cerca de la media tarde e, imitando a sus compañeras, se dejó caer sobre las hojas luego de sacarse la pesada mochila.
— ¡Lo logramos! — exclamó animadamente Fate
Un vitoreo se extendió por el adolorido grupo. La prueba había sido difícil, pero la satisfacción de haber podido superarla era impagable y, bien valía el cansancio que sentían en ese momento.
— Estoy muy orgullosa de ustedes — les dijo la orientadora — Tienen la tarde libre, así que aprovechen de descansar todo lo que puedan. Mañana pueden regresar las mochilas y las carpas al centro de actividades, así que olvídense de eso por hoy. ¡Nos vemos en la cena!
La orientadora se despidió con la mano del grupo y, con su mochila a cuestas, tomó el camino que separaba el área del dormitorio de las chicas de la zona central del lugar.
Nanoha aprovechó el resto de la tarde para desempacar y darse una larga ducha. Esas tareas le quitaron menos tiempo del que había pensado, así que aprovecho la oportunidad para dormitar un par de horas, en esa cama que le parecía maravillosa luego de haber tenido que dormir al ras del suelo en la excursión.
Horas después, en el comedor, devoró su cena con el mismo ímpetu de sus compañeras. Sentada junto al resto de los orientadores estaba Fate, pero sólo pudo dedicarle miraditas furtivas a lo lejos intentando disimular lo más posible. Era sorprendente cómo a pesar de estar en sitios separados y rodeadas de otras personas, se sentía profundamente unida a ella por alguna fuerza invisible que no podía explicar.
Nada le hubiese gustado más que poder sentarse a su lado ese día, pero aún eso no podía ser.
Tenía fe de que se podría algún día, así que esperaría por ese día con todas las ganas del mundo.
Al final de la noche, algo decepcionada por no haber podido hablar con Fate, caminó de regreso a los dormitorios con él resto de sus compañeras. A la hora habitual las luces se apagaron y, sin poder dormir, su mente solo evocaba una y otra vez la imagen de una rubia agitada mirándola intensamente, con los labios entreabiertos intentando tomar aire y sus largos cabellos enredándose entre sus dedos.
No tenía ni la menor idea de cómo iba a poder dormir esa noche si cada vez que cerraba los ojos la veía a ella.
Haciendo caso a los consejos de Fate, clamó a Dios pidiéndole que intercediera por su pobre paz mental.
Dios, quién parecía considerarla su guerrera favorita, atendió sus súplicas de la mejor manera.
Aún intentaba quedarse dormida cuando escucho un débil golpeteo en su ventana. Al reconocer el sonido se incorporó de un salto y se acercó al cristal para ver que, del otro lado, Fate la esperaba sonriendo ampliamente. Abrió la ventana con intención de dejar pasar a la muchacha hacia el interior de la cabaña pero, esa vez, recibió una invitación para salir.
Regresando por un brevísimo instante para ponerse los zapatos, se escabulló por la ventana con ayuda de Fate, quién le hizo una seña con la mano para que guardara silencio mientras le pedía que la siguiera, colándose entre los árboles y pisando con cuidado.
Pronto Nanoha reconoció el camino que habían tomado anteriormente para ir hacia el escondido sitio junto al lago que les sirvió como zona de pesca. Entrelazando sus dedos, Fate la tomó de la mano y avanzó lo más rápido que le era posible a ciegas, tratando de reducir al mínimo el ruido.
La superficie del lago reflejaba la luna plateada danzando sobre sus aguas, y Nanoha no pudo evitar pensar que en esos momentos no podía existir algún sitio más romántico en el mundo que ese rinconcito que las ocultaba de miradas indiscretas, sobre todo cuando sentía los labios de Fate atrapando los suyos con vehemencia.
— Te extrañe mucho — murmuró con voz ronca Fate.
— Y yo también te extrañé a ti — admitió Nanoha, dándole otro rápido beso — ¿Yuuno está vigilando?
— No, no he podido hablar con él hoy ¡Pero no te preocupes! — se apresuró a decir Fate — En teoría tengo que vigilar yo, así que no hay nadie más por aquí. Mientras no hagamos mucho ruido estaremos bien.
Sonriendo ante las palabras de Fate, Nanoha se acercó al cuello de la rubia para empezar a depositar cálidos besos mientras ascendía, mordiendo juguetonamente el lóbulo de su oreja.
Ante esa acción un gemido se escapó de la garganta de Fate, y su sonrojo avergonzado sólo la hizo sonreír con más ganas.
— Buena suerte con el ruido — comentó inocentemente Nanoha, con claras intenciones ocultas.
— Me lo voy a cobrar — proclamó Fate, aceptando el desafío.
Nanoha no pudo evitar perderse en la sensación de esos labios que luchaban contra los suyos, envolviéndola en un beso que subía de tono con cada segundo que pasaba. Las manos de Fate atraiéndola más hacia ella y escabulléndose descaradamente por dentro de su camiseta la distrajeron tanto que, cuando sintió una potente luz apuntando directamente a su cara, solo alcanzó a intentar proteger sus ojos de la luminosidad que la confundía.
- ¡FATE TESTAROSSA!
Al escuchar la voz de la mujer que más temía pronunciando el nombre de su novia se le heló la sangre.
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Arrepiéntete (NanoFate)
Fiksi PenggemarEl campamento "Salvados por el Señor" aseguraba que sería capaz de curarla por medio de la fe de aquello que no consideraba una enfermedad. Fate, una de las orientadoras del campamento era la viva imagen de ese milagro. Sin embargo, Nanoha al conoce...