Después de lo que parecieron horas caminando, finalmente llegamos a un claro en el bosque. Mis pasos eran cada vez más pesados, y el dolor amenazaba con hacerme desfallecer en cualquier momento, pero cuando los árboles comenzaron a abrirse, revelando una pequeña aldea escondida bajo el dosel de la selva, una nueva oleada de adrenalina me mantuvo en pie.
La aldea estaba cubierta por gigantescos árboles, cuyas copas se entrelazaban formando un techo natural que dejaba pasar rayos de luz que danzaban sobre el suelo. Era un lugar que parecía pertenecer a otro mundo, tan alejado del caos del exterior. Las cabañas y chozas que conformaban el asentamiento estaban hechas de madera y hojas, encajando perfectamente con el entorno, como si fueran una extensión de la selva misma.
El aire estaba lleno de sonidos vivos. Podía escuchar el murmullo de la brisa moviendo las hojas, el canto distante de las aves, y, lo más sorprendente de todo, el sonido de risas. Risas de niños. Miré a mi alrededor, asombrada, y vi a varios niños corriendo y jugando entre las chozas, ajenos a todo el peligro y la violencia que yo había experimentado tan solo unas horas antes. Sus rostros estaban llenos de alegría, sus risas resonaban con una pureza que contrastaba con todo lo que había vivido desde el accidente.
Los niños corrían descalzos sobre la tierra, persiguiéndose unos a otros, mientras las mujeres trabajaban cerca de las cabañas, algunas tejiendo, otras preparando comida sobre fogatas. Había una tranquilidad en el lugar, una armonía que se sentía extraña pero reconfortante al mismo tiempo. Era difícil imaginar que en el mismo bosque, a tan poca distancia, existiera una tribu enemiga dispuesta a matar.
Amaru continuó caminando, guiándome por el centro de la aldea, y aunque todavía no se había vuelto a mirarme, parecía notar cada uno de mis movimientos. Había algo en su actitud, una mezcla de protección y urgencia, que me hizo sentir que aquí, en este lugar, tal vez estaría a salvo. Pero mientras observaba a las personas a mi alrededor, noté que algunas me miraban con desconfianza, sus ojos oscuros evaluándome, como si intentaran descifrar quién era y por qué Amaru me había traído hasta allí.
Sin embargo, ninguna de esas miradas hostiles se comparaba con la serenidad que emanaba Amaru, que avanzaba entre su gente con la seguridad de alguien que sabía exactamente lo que estaba haciendo. Yo seguí sus pasos, intentando absorber cada detalle de la aldea, cada rastro de vida que me rodeaba. A pesar del dolor y el cansancio, no pude evitar sentir una pequeña chispa de curiosidad. ¿Qué clase de vida llevaban estas personas?
—Llegamos —dijo Amaru con voz serena mientras abría la puerta de una de las chozas. Su tono transmitía una calma que contrastaba con el estado en el que me encontraba.
Dentro, una anciana estaba sentada en una silla baja, concentrada en su labor de tejer. Su cabello era una cascada de hilos plateados que caían sobre sus hombros, y sus manos, arrugadas por el tiempo, se movían con destreza sobre la tela que creaba. Amaru se acercó a ella y comenzó a hablar en su lengua natal, un murmullo de palabras que flotaban en el aire, pero que yo apenas podía seguir. No intenté comprenderlo; mi cuerpo estaba llegando a su límite. El dolor y el agotamiento habían convertido mis sentidos en un torbellino confuso. Apenas podía oír con claridad, y mis ojos, pesados por la fatiga, veían más oscuridad que luz.
La anciana dejó de tejer y me miró con una mezcla de curiosidad y compasión. Se levantó con lentitud, pero con una energía sorprendente para alguien de su edad, y caminó hacia mí. Sus ojos oscuros, llenos de sabiduría y experiencia, examinaron mi estado con atención. Luego, sin decir una palabra, me señaló una cama de paja en la esquina de la choza.
Con esfuerzo, me dirigí hacia la cama y me dejé caer sobre ella, agradeciendo la superficie suave aunque rudimentaria. La paja crujió bajo mi peso, y por un momento, el mundo giró a mi alrededor, haciéndome sentir que estaba a punto de perder el conocimiento.
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Amaru ©
Mystery / ThrillerAlaida jamás pensó que un vuelo de rutina terminaría en una lucha desesperada por su vida. Tras un brutal accidente aéreo, se despierta en una isla perdida en el océano, rodeada por una naturaleza implacable y un silencio abrumador, pero pronto desc...