24. Problemas de ex y los expertos en piropos

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Álvaro

—¿Es una broma, verdad? —dijo Diego incrédulo desde el otro lado del móvil.

—No —evité las ganas de reírme de la emoción.

—Hostia puta...

—También digo lo mismo, Dieguito.

—A eso se le llama suerte. Yo de seguro me quedaré soltero de por vida.

—Podremos hacer un trío —bromeé.

—Álvaro, comeme los huevos —dijo en todo el micro.

—Joder, que me rompes los tímpanos...

—Oye una cosa, sabes que la Claudia se dio de baja, se van a venir muchos sustitutos hasta que se sepa un profe fijo para sustituir a Claudia, ¿sabes?

—Continúa.

—Nos podemos poner juntos en Lengua —notaba como sonreía distraídamente—. Ya que es muy aburrido las clases sin mi mejor amigo.

—¿Y cuando son las fechas de recuperación? —pregunté.

—Creo que entre las dos primeras semanas.

—Aún tengo que ayudarte con las recuperaciones.

—Ya me está ayudando mi hermana...

—Pues yo seré el que de apoyo en el insti.

—Me muero de ganas eh —rio —. Nos vemos el... ¿miércoles? ¿O jueves?

—Miércoles.

—Vale, por si acaso, me lo apuntaré en una hoja que encuentre y la colgaré... 

—¿En serio Diego? ¿No te acuerdas de cuando vamos a iniciar las clases?

—Nop.

—Oye por si acaso.

—¿Sí?

—El miércoles toca uniforme.

—Bueno saberlo, ya planeaba ir con chándal.

—Hasta dentro de poco. —Sonreí.

—Chao.

Él fue el que colgó primero la llamada.

***

Llegué uno de los últimos a clase y ya estaban todas las de mi mesa. Lo que sí de lo que me percaté es que vinieron un chaval y una chavala nuevos. ¿Quién viene nuevo en la mitad del curso? Idiotas...

—Esteban nos va a cambiar de grupos —informó Blanca algo preocupada—. Tengo miedo, ya me acostumbré a este.

—Si todos los de la clase son majos, cuando quieren. —Le intenté calmar.

—Tengo un presentimiento de que me tocará en una mesa de mierda... —masculló Marta.

—Yo creo que mitad mierda la mía —añadió Amira.

Miré alrededor de la clase y lo que me preocupó fue que aún no había llegado Diego.

Casi siempre llega temprano, porque su hermana odia la impuntualidad.

—¿Buscando al amor de tu vida? —bromeó Blanca.

—Si ahora mismo me está hablando amor de mi vida —le seguí la broma aunque era verdad.

Ella abrió la boca para decir algo pero la cerró y miró para otro lado.

—Te hago impresionar tanto, que te quedas sin palabras.

Qué pena que seamos un clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora