2. Ganas de suicidarse

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Álvaro

—¡Alvarito! —exclamó una voz más que familiar, mi amigo, Diego.

Venía por atrás, así que dí una media vuelta para ver qué venía corriendo, como suele hacer siempre. Detrás suya estaba su hermana mayor, Sara.

—Veo tienes muchas ganas —murmuré.

—¿Te gusta ironizar, no? —puso los brazos en jarra y después se dirigió hacia su hermana—. Sarita, me voy con Álvaro a fumar Cannabis.

—Diego, no es hora de tus chistes —sentenció muy seria—. Las drogas es un tema delicado.

—Pfft —rio—. Bueno, me voy, adiós.

Acto seguido, me tiró del brazo par aque yo también avanzara rápido.

Diego, es una persona que desde mi punto de vista, es muy distinta a mí. Su aire es muy alegre, siempre se está moviendo y es muy pero que muy distraído, y despistado. A veces, puede llegar a ser muy ingenuo pero otras veces un pervertido. Él nunca se enfada, rara vez lo hace pero si lo provocan o se meten con alguien importante para él, tú mejor opción es correr. Puede que te pasen dos cosas: uno, te empiece a humillar con palabras; dos, te deje sin vida.
Conclusión, no enfades a Diego, mantenlo feliz y serás tú feliz

Llegamos, creo que unos de los últimos, ya la fila estaba hecha y aparte, habían abierto ya el salón de actos. Allí darían una charla en general sobre el curso, y todo esas mierdas.

Cuando nos dijeron la clase, no atendí mucho, lo único que sé es que estaba con Diego en la misma clase.

Después de que la directora diera su eterna introducción, nos subimos por clases.

Por desgracia, nuestra clase estaba en la primera planta. Compartimos piso con cuarto D .

Nuestro querido tutor, Esteban, también se echó su sermón, el cuál poca gente (y psicópata) atendió. Miré a toda la clase en general. Todos tuvimos uso de razón menos ella, Blanca. Era la única que traía el uniforme cuando perfectamente nos dijeron que podíamos traer chándal.

—Mira, el amor de tu vida —me susurró Diego refiriéndose a Blanca.

—Te veo muy hiperactivo hoy —comenté.

—Álvaro y Diego, por favor —dijo Esteban—. Bueno, especialmente Diego, deja de distraer a tus compañeros.

—¿Eh? —preguntó algo despistado.

Esteban no hizo el esfuerzo para seguí echándole la bronca.

Cuando sonó el timbre, me levanté para ir directamente hacia afuera con Diego. Pronto se nos unieron personas de nuestro «grupo».

Yo iba un poco metido en mis pensamientos camino hacia la salida, tanto que no me daba cuenta por donde andaba.
Me percaté de que me choqué con alguien.

Esa persona murmuró algo, pero no le entendí bien.

Por mi culpa hice que se le cayera su móvil, hubo roces de manos. Las manos, eran suaves y delicadas. Demasiadas bonitas. Al final, yo conseguí su móvil y se lo devolví.

Qué pena que seamos un clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora