Qué pena que seamos un cliché

10. La llamada

Álvaro

Tenía que hacerlo. No podía desaprovechar la oportunidad.
En todo el día he estado con esa duda, he salido a despejarme pero no he podido quitarme la idea de la cabeza.
Lo voy a hacer.

Encendí el móvil y busqué su contacto. Lo tengo gracias a la mierda de grupo de clase.

Dios me dé suerte.

Y sin darme cuenta, ya le estaba llamando. Joder. ¿Y si me coge? ¿Qué mierdas debería hacer?

Pedí consejo a Diego, y me dió esta idea.
Aunque yo mismo ni lo creo, también pedí ayuda a Moisés y lo mismo.
Todos se han puesto de acuerdo para contestarme lo mismo. O simplemente, telepatía.

No va a ser el fin del mundo, además, seguro que ni me va a contestar, son las nueve de la noche.

Cuando me disponía a dejarlo, me contestó. Mierda.

—¿Telepizza? —preguntó ella al otro lado.

¿Ahora que le debería decir? Mierda, mierda, mierda. Tengo puto sida.

—Hola, ¿te acuerdas de la propuesta? —dije con tranquilidad.

¿Lo dije con un poco de frialdad? ¿O qué?

Me pasa por ser directo. O tal vez no.

Pensaba que no sabía a lo que me refería, pero estaba equivocado.

—No son las doce, así que, soy todo oídos. —Me respondió muy positiva.

—¿Y si tan solo hablamos? —me atreví a decir.

El que no arriesga, no gana. Típica frase.

—Vale, estoy dispuesta.

—Perfecto —murmuré.

—¿Tienes algún tema en específico o no?

Le puse en altavoz, coloqué mi móvil sobre la mesa de noche, cerré la puerta y me tumbé en la cama.

—Tú eres muy charlatana con Amira, deberías sacarlo tú, ¿no crees?

Mierda. ¿Había sido muy borde?

Pasó un rato y oí decir:

—¿Te gusta leer?

¿Yo? ¿Leer? Qué buen chiste me acaban de contar. No pude evitar reírme.

—¡Oye! —se defendió— ¡Sólo era una pregunta! ¡Y la primera que se me vino a la mente!

—Sí, Blanca, sí, me encanta leer.

—Ya entendimos tu sarcasmo, Álvaro.

—Eso sería ironía —le corregí.

—¿Y? Es lo mismo.

—Qué va, son distintas cosas.

—Pues para mí es lo mismo.

—Lo que tú digas.