VI

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Lauren abrió la puerta de la habitación y encendió la luz antes de entrar. Camila la siguió de cerca inspeccionando todo a su alrededor. No era nada lujoso, pero estaba limpio y se veía acogedor. Había una cama matrimonial, dos mesitas de noche, un sillón, un pequeño clóset y un cuarto de baño.

-Puedes quedarte con la cama, tomaré el sillón.- Dijo Lauren mientras se quitaba la chaqueta.

-No se si lo recuerdas, pero hoy te molieron a golpes. Por supuesto que no dejaré que duermas en un sillón, necesitas descansar.- Dijo la castaña dejando en claro que el asunto no estaba a discusión- Yo tomaré el sillón.

-La cama es bastante grande para las dos.- Comentó Lauren- No me veas así, no voy a tocarte.

A menos que así lo quieras y me lo pidas, pensó la pelinegra.

Los recuerdos del sueño que había tenido con Lauren volvieron a la mente de Camila para atormentarla una vez más. No tenía miedo de lo que Lauren podría hacer o intentar, tenía miedo de no tener el autocontrol suficiente como para evitar que cualquier cosa pudiera llegar a pasar entre ambas. Por supuesto que no se lo dijo, tan solo tragó con fuerza y asintió. Lo siguiente que hizo Camila fue encerrarse en el baño de la habitación para tratar de controlar los nervios que la situación le causó. Uno cosa era soñar con Lauren y toparse con ella dentro del piso que las dos compartían con sus amigos, y otra muy distinta era compartir la misma cama con ella dentro de una habitación de la que no podría escapar. Se mojó la cara con las manos y tomó una toalla de una estantería para secarse mientras se miraba a sí misma en el espejo. Relájate Camila, puedes hacer esto, sólo mantén la calma.

Cuando regresó a la habitación, Lauren ya estaba metida en la cama. Se había quitado la camiseta y Camila notó que la prenda estaba perfectamente doblada en el lado vacío de la cama. Los verdes ojos de Lauren atraparon los suyos durante un instante y Camila sintió como si su corazón acabara de saltarse un par de latidos.

-No te preocupes aún conservo mis pantalones.- Lauren la tranquilizó al ver la expresión en su rostro.

¿Acaso Lauren acababa de bromear con ella?

-Creí que estarías más cómoda durmiendo con algo que no sea tu uniforme.- Añadió explicando porqué su camiseta estaba donde estaba.

-Gracias.

Fue todo lo que Camila consiguió decir antes de acercarse a la cama, tomar la camiseta y volver al baño para poder cambiarse. Se sentía extraña. Era raro hablar con Lauren sin que la ojiverde estuviera atacándola cada cinco minutos. Se deshizo de su uniforme clínico y lo reemplazó por la camiseta de algodón de Lauren conservando su ropa interior. La prenda desprendía el olor al perfume que la pelinegra solía usar y no pudo evitar inhalar el exquisito aroma frutal. Lauren olía demasiado bien. Sosteniendo el pomo de la puerta tomó un par de profundas respiraciones antes de salir. Caminó de puntillas hasta el sillón en donde Lauren había puesto su chaqueta para dejar su uniforme y sus deportivas, dio media vuelta dispuesta a apagar la luz tenue que iluminaba la habitación, y luego rodeó la cama para acomodarse en el lugar vacío bajo las sábanas.

En lugar de relajarse cuando su cuerpo estuvo en contacto con el colchón, cada uno de sus músculos se tensó cuando cayó en cuenta de lo cerca que Lauren estaba de ella. Su respiración se volvió más pesada y sus dedos se aferraron a las sábanas a la altura de su cintura. Lauren estaba igual de tensa que ella, con la espalda pegada al colchón y los ojos clavados en el techo de la habitación. Camila se removió en su lugar un par de veces buscando la posición más cómoda para tratar de conciliar el sueño y estaba por cerrar los ojos cuando la voz de Lauren rompió el silencio en medio de la oscuridad.

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