VIII

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Las manos de Camila se aferraban al asiento del auto cada vez que Lauren aceleraba. La pelinegra estaba esforzándose por conducir con prudencia recordándose a sí misma una y otra vez que no estaba sola dentro del coche. Podía sentir la mirada asustada y confundida de Camila sobre ella, pero tenía tiempo ni ánimos de explicarle nada. Solo había aceptado que la acompañara porque le daba miedo su propio comportamiento. Ver a Clara después de tanto tiempo había removido toda clase de sentimientos negativos en su interior. Era como si dentro de su cuerpo hubiera una bomba que estaba a punto de estallar. Sabía perfectamente en dónde encontrar a Clara. Era el mismo lugar en que se habían visto por última vez hace cuatro años. Lauren aborrecía aquella propiedad y todo lo que había en su interior. Frenó en seco deteniendo el auto frente a la casa y, sin esperar, más tomó la caja que Clara había llevado hasta apartamento y bajo del coche hecha una furia.

Camila desabrochó su cinturón de seguridad rápidamente y salió del auto corriendo para alcanzarla. Lauren aporreó la puerta principal de aquella casa con los puños una y otra vez hasta que se abrió dejando ver a un hombre de unos cuarenta y tantos años del otro lado. Los ojos del desconocido se abrieron con sorpresa al ver a Lauren en la puerta de su casa, y después de unos segundos su expresión se endureció casi tanto como la de la ojiverde.

-¿Qué haces aquí? .- Preguntó frunciendo el ceño- Si estás buscando una pelea te advierto que llamaré a la policía.

-No te preocupes, no será una visita muy extensa.- Lauren lo miró con dureza en los ojos antes de estrellar la caja tenía en sus manos contra el pecho del hombre frente a ella.

Camila observó cómo el sujeto se tambaleaba ligeramente hacia atrás sosteniendo el objeto que Lauren acababa de arrojarle mientras la miraba con confusión.

-¿Qué es esto?

-Dile a tu esposa que no necesito esto, ni ninguna otra mierda que venga de ella ¿me escuchas?

El hombre estudió el contenido de la caja y se dio cuenta de que se trataba de la filipina que el mismo le había obsequiado a Lauren años atrás. Los ojos de Lauren cayeron sobre la prenda de color blanco cargados de desprecio y rencor. Camila observaba la extraña interacción manteniéndose al margen de la situación. Sin decir nada más y conteniendo las ganas que tenía de atestarle un golpe en el rostro al hombre que tenía enfrente, Lauren dio media vuelta y regresó a su auto con Camila pisándole los talones. Espero a que la castaña se pusiera nuevamente el cinturón de seguridad y arrancó el motor sin preocuparse por ponerse el de ella antes de acelerar. Condujo durante un par de minutos antes de orillarse en medio de una calle frente a una casa cualquiera, y salir del auto necesitando desesperadamente tomar aire.

Camila vio a través de la ventanilla del coche como Lauren daba vueltas de un lado a otro sobre la acera con las manos entrelazadas tras su cuello y los ojos fijos en el cielo. La castaña notó cómo Lauren rompía en llanto, porque el temblor que sacudió sus hombros l delató. Vio cómo se dejaba caer sobre el césped a un lado de la acera, doblando las rodillas y escondiendo la cabeza entre sus brazos. A Camila le partió el corazón ver a una persona que acostumbraba mantener muy bien escondidas sus emociones en ese estado. Y por instinto se apresuró a salir del auto dispuesta a consolarla. Con pasos dudosos se acercó a la pelinegra y se sentó junto a ella sobre el césped rodeándola con sus brazos lentamente, esperando alguna reacción negativa de su parte. Pero en lugar de apartarla, Lauren se refugio en sus brazos como si fuera una niña pequeña e indefensa.

La castaña la abrazó con más fuerza y acarició la espalda de Lauren de arriba a abajo con suavidad buscando reconfortarla luego de todo lo que había pasado. Camila no tenía idea de qué pensar o cómo sentirse respecto al cúmulo de cosas que habían sucedido desde que había abierto la puerta del apartamento esa misma tarde. Jamás esperó que algo como eso pasara luego de ver a Clara por primera vez. Cuando Lauren se apartó de ella, Camila se dio cuenta de lo rojos que estaban sus ojos verdes debido al llanto, pero no hizo ningún comentario.

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